La dirigente de la Coalición Cívica no se refería a la guerra en medio oriente, ni a la historia de algún islamita que entregó su vida por la religión. Carrió hablaba de lo que puede suceder de acá al 7D. Alarmismo y sobredimensión en una nueva aparición pública.
Anunció un estado de apocalipsis en reiteradas ocasiones. Después dejó de tener apariciones públicas por un tiempo -luego de obtener menos del 2% de los votos últimas elecciones- y ahora la paciente psiquiátrica ambulatoria volvió al ruedo.
Con los tapones de punta, como de costumbre, se pronunció en contra de los "tibios e hipócritas" y sostuvo que prefiere "la inmolación y la resistencia" ante el escenario político que enfrenta la Argentina.
Para no perder la costumbre, lanzó mensajes alarmistas y fuera de sintonía con la realidad. Llamó a la sociedad a “defender la Constitución Nacional, porque todos seremos responsables el día que no tengamos libertad" e insistió con su postura acerca de que el gobierno de Cristina Kirchner avanza "hacia la dictadura", principalmente por la aplicación, desde el 7 de diciembre, de la Ley de Medios.
Al respecto, puso en duda la "fiabilidad" de algunos jueces de Corte Suprema de Justicia ante una eventual definición sobre la adecuación del Grupo Clarín a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sobre todo en lo referido a la definición de la constitucionalidad del artículo 161, que obliga a desprenderse de parte de sus empresas.
"No sé si Lorenzetti, Zaffaroni y Highton de Nolasco son fiables. Yo rescato sólo a una persona, que es Carmen Argibay y que lamentablemente está enferma", señaló la referente de la Coalición Cínica, en relación a los jueces de la Corte, tribunal que, según ella, "se ha politizado en extremo".
Continuando con su tradicional tono alarmista, la mujer que supo ser un referente político en los años del menemismo -hoy devenida en “criticóloga”- analizó: "Un gobierno de derecho se convierte en uno de facto cuando viola la Constitución. Y están destrozando el orden constitucional en función de una venganza personal de la Presidenta, que no quiere que, a partir de diciembre, nadie hable mal de ella", enfatizó.
Lo que no terminamos de enteder es por qué, si la desquiciada prefiere la inmolación, no nos da una alegría y se inmola de una puta vez.
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