SON AQUELLOS CRÍMENES CONCRETADOS CON INTENCIÓN. PARA LOS ESPECIALISTAS, LAS VÍCTIMAS PASAN A SER SÓLO "COSAS". ENTONCES, EL ASESINO CREE QUE MATAR NO ES NEGATIVO. DESAPARECE TODO PUDOR, TODO PREJUICIO MORAL.
El 23 de junio, la vida de Matías Terrón terminó de la peor manera, cuando delincuentes intentaron robarle en la puerta de su casa en la localidad bonaerense de Sarandí. Para proteger a su esposa embarazada, quiso escapar corriendo de los sujetos, pero fue atacado a balazos por la espalda y murió desangrado.
Tenía 31 años y estaba por recibirse de Licenciado en Administración de Empresas. Se trata de sólo una de las nueve vidas que cada jornada se pierden en Argentina por homicidios dolosos, cometidos con intención, con más de 1.600 hechos registrados durante el primer semestre de este año.
El dato estadístico, aportado por fuentes judiciales, revela una situación ascendente y preocupante de agresiones que terminan por resultar fatales para las víctimas. "Se está volviendo a registros estadísticos de hace algunos años en relación a los homicidios que se cometen con plena intención de causar el máximo daño. Nueve hechos por jornada nos ponen en un espacio crítico", sostuvo Luis Vicat, licenciado en Seguridad Pública.
El homicidio de Terrón aún mantiene en estado de conmoción a sus familiares, amigos y vecinos, y resulta paradigmático del problema en la primera mitad del año, con un escenario de violencia que tiene a los homicidios como una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos. El hecho ocurrió cuando el joven regresaba de buscar a su perro y ladrones lo capturaron para mantenerlo cautivo en su auto Fiat Punto. La banda le exigía ir a su casa, donde estaba su esposa embarazada.
Para evitar un drama, el muchacho los llevó hasta la casa de sus padres, pero quiso escapar corriendo. Ahí le dispararon, y aunque fue asistido por vecinos murió por la gran pérdida de sangre. "Para explicar esta curva ascendente de hechos de homicidios dolosos, hay que mirar el fenómeno sociológicamente, y desde allí visualizar a nuestra sociedad, con victimarios que se colocan sobre la víctima, en el marco de un concepto de ajenización. Esto nos habla de lo ajeno, que significa considerar al otro como una cosa. Ya no como un extraño y aún menos un par. Se cosifica a la víctima. De esta manera, todo pudor, prejuicio moral, desaparecen. Y esto ya no ocurre, digamos, de la mano del consumo de drogas, sino de la ideología", explicó Vicat.
¿Por qué, por ejemplo, dispararon contra Terrón, que estaba indefenso? "Este muchacho, como la enorme mayoría de las víctimas de homicidios dolosos, fue agredido por un victimario convencido que no hace mal matando. Que matar no es negativo, y es simplemente un acto para apropiarse de algo, sacarse de encima un virtual problema o porque le causa molestia", señaló.
"Dentro de ese cambio de paradigma, también está aceptar o naturalizar el hecho de ir preso. Los homicidas, dentro del mundo tumbero, presentan clarísimos beneficios en términos de su relación con sus compañeros carcelarios", dijo Vicat y agregó que "ya no hay temor al punitivismo, a recibir fuertes condenas. Se trata de un cambio cultural. Hay que comenzar a trabajarlo ya, para cortar la curva ascendente".
Finalmente, el especialista manifestó que "a esa cosificación de la víctima, de colocarla en un espacio de objeto, y que se la puede matar cuando se quiera, se suma también una pérdida del control del espacio por parte del Estado, entonces muchas situaciones se solucionan en lugares donde no manda nadie, pero mandan todos, y los resultados los vemos de manera cotidiana con nueve homicidios por jornada".
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