“La atención a las minorías más vulnerables es la deuda que todavía tiene América Latina”, afirmó Francisco al llegar ayer, a las 16.45 hora de Argentina, a Quito y participar junto al presidente Rafael Correa de una ceremonia en la que agradeció a Dios por volver a visitar la región.
El avión de Alitalia que lo trajo desde Roma aterrizó en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre de Quito 15 minutos antes de lo previsto y pese a una mala jugada con el viento, que le voló el solideo, el Pontífice descendió con una sonrisa y caminó por la alfombra roja, flanqueado por jóvenes con las banderas del Vaticano y Ecuador, hasta estrechar manos con Correa.
“Podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo se consoliden y garanticen un futuro mejor para todos”, dijo el Santo Padre en el primer discurso de su viaje, que incluye también Bolivia y Paraguay.
En ese sentido instó a “poner una especial atención en los hermanos más frágiles y a las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía tiene toda América Latina”.
Francisco agradeció a Dios por haberle “permitido volver a América Latina y estar en esta hermosa tierra del Ecuador” y recordó que visitó el país en distintas ocasiones en el pasado por motivos pastorales.
Previo a las palabras de Jorge Bergoglio, el presidente Correa repitió su comentario que tanta repercusión mediática tuvo la semana pasada: “El papa es argentino, (la presidenta) Dilma Rousseff dice que el Papa será argentino pero Dios es brasileño, pero seguro el Paraíso es ecuatoriano, bienvenida Su Santidad”.
El mandatario habló del “pecado social de la injusticia” y en ese marco se preguntó “cómo puede ser que América Latina siendo la región más cristiana del mundo sea la más desigual cuando el compartir el pan es un precepto”.
Al salir del aeropuerto Francisco se trasladó en un auto por la Ruta Viva hasta el cementerio de Monte Olivo donde se cambiará al Papamóvil, un jeep modelo Wrangler Sport blanco adaptado para emular el típico vehículo del pontífice con una cabina al aire libre.
Desde este punto pudo ser observado por una multitud de personas que desde temprano y movilizándose a pie debido al cierre al tránsito por seguridad saludarán al Papa, que avanzó por las avenidas De los Granados y 6 de diciembre hasta llegar a la Nunciatura, donde se alojará durante toda su estadía.
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