En una jornada de duelo nacional, Guillermo y Máxima recibieron ayer los primeros 74 féretros con las víctimas del vuelo de Malaysia Airlines, que se estrelló hace una semana en el convulsionado este ucraniano.
Los restos de los fallecidos llegaron en dos grandes aviones que aterrizaron en la base aérea militar de Eindhoven, en el sur del país.
El primer avión, un Boeing australiano, transportaba 24 féretros y el segundo, una aeronave militar holandesa, los restantes 50, según mostró la cadena pública holandesa NOS.
Son apenas una pequeña parte de los casi 300 cuerpos que el gobierno holandés debe recibir para identificarlos y luego repatriarlos a sus países.
De las 298 pasajeros y tripulantes que murieron el jueves pasado al estrellarse el avión malayo, 193 son ciudadanos holandeses.
Durante la sentida ceremonia de recepción, los reyes Guillermo y Máxima se sentaron junto con el primer ministro, Mark Rutte, y el resto del gobierno, la ministra de Asuntos Exteriores de Australia, Julie Bishop, y otras figuras políticas internacionales, según informó la agencia de noticias EFE. De luto riguroso y sentados, todos recibieron la llegada de los féretros al pie de la pista y respetaron un minuto de silencio.
En el exterior de la base militar y en algunos de los puentes sobre la autopista que llega a la base se congregaron numerosos ciudadanos para rendir homenaje a las víctimas, pese a que las autoridades habían pedido por la mañana que se evitara hacerlo. El tráfico de vehículos quedó suspendido unos kilómetros antes y después del acceso a las instalaciones militares.
En la base de Eindhoven ondearon además a media asta las banderas de las nacionalidades de todas las víctimas fallecidas en el siniestro del avión malayo, que aún no se sabe si fue un accidente o si fue derribado por una de las fuerzas beligerantes en el este de Ucrania.
Los dos aviones que llegaron con los primeros cuerpos fueron también recibidos por un destacamento militar y varias unidades escoltaron las aeronaves a ambos lados, haciendo el saludo militar, mientras descargaban los féretros.
La banda militar holandesa hizo sonar el himno Last Post, reglamentario de los ejércitos de los países de la Commonwealth para los fallecidos en combate.
Holanda no vivía un día de duelo nacional desde 1962. En ese año murió la reina Guillermina, abuela del actual rey Guillermo, y además 93 personas murieron en un trágico accidente ferroviario en la ciudad de Harmelen.
Además de las banderas a media asta y las ofrendas florales que se repitieron en todas las ciudades del país, los cines, teatros, parques de diversión y bares respetaron un minuto de silencio cuando los dos aviones aterrizaron en Eindhoven.
Todos los canales de televisión trasmitió desde la ciudad de Utrecht, en donde repicó la campana de ocho toneladas de la catedral de la ciudad, en honor a la llegada de los restos de las víctimas.
En La Haya, en tanto, se unieron a los homenajes ciudadanos congregados en el Waalsdorpervlakte, lugar de recuerdo a los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
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