Camila Speziale y Hernán Pérez Orsi, que fueron detenidos en Rusia por intentar subirse a la plataforma petrolera de la empresa Gazprom, llegaron ayer a la Argentina y se reencontraron con sus familias.
Speziale y Pérez Orsi arribaron a Ezeiza a las 9:13 en el vuelo 394 de Air France, que partió el sábado a la noche desde París donde hicieron una escala de cinco horas, tras llegar procedentes de San Petersburgo.
Los dos argentinos junto a otros 28 activistas fueron detenidos en septiembre pasado en Rusia por intentar subirse a la plataforma petrolera de la empresa Gazprom y luego de dos meses fueron beneficiados con una amnistía.
Ayer a la mañana, en Ezeiza, fueron recibidos por el padre de Camila, Néstor Speziale; su madre, Paula Boscaroli; y los hermanitos Abril de 5 años, Juan Martín de 4, Tomás de 18, y Valentina de 13, entre un mar de camisetas verdes y blancas con las inscripciones de Greenpeace y una nube de fotógrafos y camarógrafos de medios nacionales e internacionales.
"Se terminó la pesadilla, ahora solamente quiero pensar en volver a Mar del Plata para reencontrarme con mi familia y amigos", dijo a Télam Pérez Orsi.
El activista, de 40 años, que viajó desde Rusia acompañado por su esposa, Margarita Malig, y su hija Julia, de un año, remarcó que "fue una experiencia muy dura, lo más terrible fue la incertidumbre de no saber exactamente qué pasaba y qué nos iba a pasar".
"Aun cuando veíamos que la situación se flexibilizaba y que parecía que cambiaba para bien, no estábamos tranquilos porque éramos conscientes de que iban a tratar de marcar un ejemplo para disuadir de futuras protestas, por lo que el temor estaba siempre", manifestó.
Si bien señaló que lo sorprendió la amnistía "por cómo se iban dando las cosas", consideró que la medida "no es suficiente y estamos convencidos de que tenemos que seguir la pelea. La batalla no ha terminado. Nuestros abogados tienen instrucciones para que continúen las gestiones necesarias con el fin de que obtengamos la inocencia absoluta".
Pérez Orsi recordó que en el momento de la detención estaba en contacto con su mujer por internet porque "era el primer cumpleaños de Julia, y escuché el sonido de un helicóptero y cuando salí a cubierta vi gente armada, con la cara cubierta, vestida para combate, sin ningún tipo de identificación".
"Nos llevaron a todos al comedor del barco y allí nos encerraron, nos sacaron los teléfonos, las computadoras y no nos dieron ninguna explicación. Recién después de cuatro o cinco horas, el capitán nos dijo que nos trasladaban a Murmansk", agregó.
No obstante lo vivido, Hernán insistió en que seguirá "luchando" y dijo que espera que "las acciones pacíficas de Greenpeace permitan lograr el objetivo de convertir el Ártico en un santuario como la Antártida", al considerar que "el cambio climático está ahí, a la vuelta de la esquina".
Por su parte Speziale manifestó que fue al Artico "por voluntad propia, nadie me dijo andá y hacé esto, yo sola tomé la decisión y no me arrepiento".
"Voy a seguir trabajando y estudiando, haciendo lo que sé hacer y voy a seguir peleando por lo que creo, por lo que me parece justo", sostuvo la joven, de 21 años, quien, además, agradeció las gestiones del "consul argentino en Rusia, Jorge Zobenica, que todo el tiempo nos acompañó".
Asimismo, consideró que "éste es un caso político, es una voluntad de someter la protesta, no solo por el cambio climático, sino por la protesta en general", pero aclaró que "nosotros no defendemos banderas políticas, sino lo que creemos que es justo: la protección del medio ambiente y evitar el cambio climático".
Los dos activistas junto a otros 28 tripulantes del "Arctic Sunrise" pasaron desde el 19 de septiembre dos meses recluidos con prisión preventiva en las ciudades rusas de Múrmansk y San Petersburgo, tras ser acusados de piratería por tratar de abordar una plataforma petrolífera en el Ártico.
Luego de esos dos meses de detención, el Comité de Instrucción ruso modificó la acusación por otra más leve de vandalismo, tras lo cual los tripulantes del "Arctic Sunrise" pudieron salir en libertad bajo fianza.
Finalmente, este mes, el presidente ruso Vladimir Putin les concedió la amnistía general que puso a fin a la persecución judicial.
Los dos argentinos junto a otros 28 activistas fueron detenidos en septiembre pasado en Rusia por intentar subirse a la plataforma petrolera de la empresa Gazprom y luego de dos meses fueron beneficiados con una amnistía.
Ayer a la mañana, en Ezeiza, fueron recibidos por el padre de Camila, Néstor Speziale; su madre, Paula Boscaroli; y los hermanitos Abril de 5 años, Juan Martín de 4, Tomás de 18, y Valentina de 13, entre un mar de camisetas verdes y blancas con las inscripciones de Greenpeace y una nube de fotógrafos y camarógrafos de medios nacionales e internacionales.
"Se terminó la pesadilla, ahora solamente quiero pensar en volver a Mar del Plata para reencontrarme con mi familia y amigos", dijo a Télam Pérez Orsi.
El activista, de 40 años, que viajó desde Rusia acompañado por su esposa, Margarita Malig, y su hija Julia, de un año, remarcó que "fue una experiencia muy dura, lo más terrible fue la incertidumbre de no saber exactamente qué pasaba y qué nos iba a pasar".
"Aun cuando veíamos que la situación se flexibilizaba y que parecía que cambiaba para bien, no estábamos tranquilos porque éramos conscientes de que iban a tratar de marcar un ejemplo para disuadir de futuras protestas, por lo que el temor estaba siempre", manifestó.
Si bien señaló que lo sorprendió la amnistía "por cómo se iban dando las cosas", consideró que la medida "no es suficiente y estamos convencidos de que tenemos que seguir la pelea. La batalla no ha terminado. Nuestros abogados tienen instrucciones para que continúen las gestiones necesarias con el fin de que obtengamos la inocencia absoluta".
Pérez Orsi recordó que en el momento de la detención estaba en contacto con su mujer por internet porque "era el primer cumpleaños de Julia, y escuché el sonido de un helicóptero y cuando salí a cubierta vi gente armada, con la cara cubierta, vestida para combate, sin ningún tipo de identificación".
"Nos llevaron a todos al comedor del barco y allí nos encerraron, nos sacaron los teléfonos, las computadoras y no nos dieron ninguna explicación. Recién después de cuatro o cinco horas, el capitán nos dijo que nos trasladaban a Murmansk", agregó.
No obstante lo vivido, Hernán insistió en que seguirá "luchando" y dijo que espera que "las acciones pacíficas de Greenpeace permitan lograr el objetivo de convertir el Ártico en un santuario como la Antártida", al considerar que "el cambio climático está ahí, a la vuelta de la esquina".
Por su parte Speziale manifestó que fue al Artico "por voluntad propia, nadie me dijo andá y hacé esto, yo sola tomé la decisión y no me arrepiento".
"Voy a seguir trabajando y estudiando, haciendo lo que sé hacer y voy a seguir peleando por lo que creo, por lo que me parece justo", sostuvo la joven, de 21 años, quien, además, agradeció las gestiones del "consul argentino en Rusia, Jorge Zobenica, que todo el tiempo nos acompañó".
Asimismo, consideró que "éste es un caso político, es una voluntad de someter la protesta, no solo por el cambio climático, sino por la protesta en general", pero aclaró que "nosotros no defendemos banderas políticas, sino lo que creemos que es justo: la protección del medio ambiente y evitar el cambio climático".
Los dos activistas junto a otros 28 tripulantes del "Arctic Sunrise" pasaron desde el 19 de septiembre dos meses recluidos con prisión preventiva en las ciudades rusas de Múrmansk y San Petersburgo, tras ser acusados de piratería por tratar de abordar una plataforma petrolífera en el Ártico.
Luego de esos dos meses de detención, el Comité de Instrucción ruso modificó la acusación por otra más leve de vandalismo, tras lo cual los tripulantes del "Arctic Sunrise" pudieron salir en libertad bajo fianza.
Finalmente, este mes, el presidente ruso Vladimir Putin les concedió la amnistía general que puso a fin a la persecución judicial.
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