LOS DÍAS PASAN, EL DOLOR NO CESA Y LAS CIRCUNSTANCIAS DEL TRÁGICO ACCIDENTE DEL AVIÓN QUE TRANSPORTABA AL PLANTEL DE CHAPECOENSE COMIENZAN A DILUSIDARSE. CON EL PLAN DE VUELO (EL DOCUMENTO QUE SE DEBE PRESENTAR ANTES DEL DESPEGUE) DEL LAMIA QUE SE ESTRELLÓ EN EL CERRO EL GORDO PUEDE DEMOSTRARSE QUE EL PILOTO NO CUMPLIÓ VARIOS REQUISITOS Y QUE, LUEGO DE UNA DISCUSIÓN CON UNA FUNCIONARIA DEL AEROPUERTO, EL AVIÓN NO DEBIÓ HABER DESPEGADO.
Allí se observa en el ítem "Destination" que Miguel Quiroga, quien completa el formulario por parte de la empresa, ubica la sigla "SKRG" que es en terminología aeronáutica la que corresponde al aeropuerto José María Córdoba de la ciudad de Medellín. En el mismo plan de vuelo presenta como alternativa a "SKBO" es decir el aeropuerto El Dorado, de la ciudad de Bogotá, no mencionando además una segunda alternativa como pide dicho trámite. Entre ambas terminales existe una distancia unas 175 millas náuticas, algo más de 300 km de distancia, ubicándose Bogotá al sureste de Medellín.
Simplemente con observar este Plan de Vuelo, se advierte que el combustible a emplear está al límite operativo de la aeronave RJ85, que el fabricante estipula cerca de los 3 mil kilómetros de autonomía, hablando siempre en condiciones normales de meteorología y de tránsito con el siguiente agravante: las normas aeronáuticas sostienen que además del destino y la alternativa se debe contar con combustible suficiente para 30 minutos adicionales aparte del segundo aeropuerto.
La discusión previa al vuelo
Otro documento al que fue posible acceder, es el descargo interno que realiza Celia Castedo Monasterio. Esta funcionaria del aeropuerto Viru Viru de Bolivia, lugar de origen dela travesía al observar el plan de vuelo, discute con el despachante de la empresa LaMia marcándole al menos 5 observaciones, los cuales no menciona como errores en la realización del plan, sino con respecto a la seguridad de vuelo.
Castedo Monasterio menciona que pelea con el despachante de LAMIA, Alex Quispe, pidiéndole en primer término que coloque un segundo aeropuerto de alternativa, también le recrimina que el tiempo de vuelo es igual al de la autonomía del avión, a lo que el responsable de la empresa le responde "eso nomás es así, me ha dicho el capitán, me han pasado estos datos para el plan de vuelo". Además Quispe en otro tramo de la discusión le dice que "esa autonomía me han pasado, nos alcanza bien, lo hacemos en menos tiempo, no se preocupe".
Finalmente la funcionaria aeronáutica se queja en su descargo que el despachante de LaMia, al que cataloga como "terco" emprende el vuelo no tomando en serio las observaciones.
Por estas horas, varios funcionarios de la Dirección General de Aviación Civil de Bolivia fueron desplazados de sus cargos, con la correspondiente auditoría interna.
Con 71 víctimas fatales, es necesario que nos preguntemos cómo en una situación tan simple y explícita como la del vuelo de LaMia, la aeronave despegó sin que nadie lo impidiera. En la costumbre aeronáutica, está el modus operandi, que son los despachantes y el comandante quienes están facultados para decidir emprender una travesía. Si en algo se empecina la aviación es en la redundancia de controles, y los múltiples recaudos en tecnología para eliminar lo máximo posible un accidente. Debería pues revertirse en este caso ya que pese a la advertencia de la funcionaria de aviación civil de Bolivia, el avión puso proa a Medellín.
Esta tragedia tuvo una resonancia mundial que obliga al mundo aeronáutico a profundizar sobre estas cuestiones. Si hubiese existido la orden que impidiera al comandante del RJ85 que despegara de Bolivia, por la simple razón que no le iba a alcanzar el combustible, nadie lamentaría ninguna víctima y se hubiese cumplido el sueño de jugadores e hinchas de jugar la final de la copa sudamericana.
Este es apenas un capítulo inicial de la larga investigación que nos espera por delante. Resta que se desgraven las cajas negras y cientos de pericias. Lo lamentable es que hoy con apenas un documento nos da un indicio tan explícito y contundente que preocupa por su trágica elocuencia.
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