Es la conclusión a la que llegaron cinco de los seis criminalistas que analizaron la mecánica de la muerte del fiscal, postura que dejarán asentada en el informe final que hoy entregarán a la fiscal Viviana Fein.
De hecho, en el informe en ningún momento se menciona la palabra “suicidio” pese a que esa sea la hipótesis que surge más claramente de sus pericias.
Por el contrario, en un despacho por separado, el ex jefe de la Policía Bonaerense, Daniel Salcedo, designado como perito por la ex mujer de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, fijará una postura diferenciada acorde con la hipótesis de un homicidio.
Según sus conclusiones, el putañero fiscal de la causa AMIA estaba con una rodilla apoyada en el suelo y con la mano de una tercera persona sobre la suya “colaborando” para gatillar el arma de la cual salió el disparo que le produjo la muerte.
El informe, cuya entrega iba a realizarse ayer pero se suspendió por el paro, será presentado hoy a la fiscal Viviana Fein, luego de que los criminalistas se reúnan a partir de las 8 para terminar de pulir y firmar el escrito en la sede de Azopardo de la Policía Federal (PFA).
En ese lugar funciona la División Homicidios de la PFA, cuyo expertos actuaron en representación de la Fiscalía que investiga cómo murió el ex titular de la UFI-AMIA cuyo cuerpo fue encontrado el 18 de enero por la noche en el baño de su departamento en el piso 13 de Puerto Madero.
Los criminalistas trabajaron sobre seis preguntas concatenadas que les hizo la fiscal Fein, la primera de las cuales era determinar cómo se encontraba el cuerpo de Nisman al momento en el que se produjo el disparo.
Las posturas fueron dos: tanto los peritos policiales como el experto que representó a la defensa de Diego Lagormarsino -imputado por ser el dueño del arma-, Luis Olavarría, sostuvieron que Nisman estaba parado frente al espejo y sujetó el arma con las dos manos para afirmar el disparo, que ingreso por el parietal derecho.
“No existe ningún elemento que permita siquiera la posibilidad de pensar que había otra persona en el baño cuando se produjo el disparo”, explicó uno de los especialistas que participó de los debates.
“Cuando se produce la caída del cuerpo, la puerta estaba cerrada”, añadió otro de los peritos, ratificando el primer dictamen forense de que el cuerpo estaba recostado sobre la puerta, lo que obligó a filmar la escena por una pequeña abertura antes de abrirla.
La mayoría admite también que la pistola Bersa calibre 22 fue encontrada en una posición “no típica”, debajo del cuerpo, pero tampoco forzada, ya que pudo haberse deslizado dado que Nisman tuvo una breve agonía y registró rigor cadavérico en el lateral derecho.
Para Salcedo, en cambio, cuando se produjo el disparo Nisman tenía la rodilla derecha en el suelo y, según el primer informe, la mano de un tercero le sujetaba su propia mano derecha; algo que fue leído, en principio, como una virtual imputación al informático Diego Lagomarsino, puesto en la mira de la querella desde que confesó que le había suministrado el arma homicida.
El otro punto de gran debate fue por dónde brotó la sangre de Nisman que generó la mancha principal en el baño y que para la querella fue del orificio de entrada de la bala, mientras que para los policías y para Olavarría fue por la boca, a pesar de que en la autopsia no se halló sangre en la tráquea.
Según el grupo mayoritario, la gran salpicadura de sangre ubicada al lado de la bacha confirmaría que Nisman se hallaba de pie, justo al revés de las conclusiones de Salcedo.
Con los resultados de ambas juntas -la médica y la criminalística- en su poder, y los resultados de las pericias a los aparatos electrónicos del fiscal muerto, Fein podría avanzar hacia una carátula definitiva al caso.
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