Por Kike Dordal - Cazadores de Zonceras
Mientras acompañaba a mi hijo menor a ver Iron Man 2 en la pantalla de un poderoso canal de cable y habiendo visto la 3 hace poco tiempo en la pantalla grande, resonó cuasi emulando una alarma de incendios, la recurrente frase acuñada por su protagonista, Tony (Antonio) Starc, eje de la saga, “Yo privaticé la paz mundial”. Nos inyectan “zonceras”, desde purretes y en dosis para adultos.
La recorrida en el tiempo iniciada en ese acto y que atravesó todas las series y aventuras consumidas por nuestra generaciones de niños, desembocaban en sentencias que, sin ninguna duda, entrana engrosar el catálogo, ya escrito por Arturo Jauretche, como también, varios tomos más, respondiendo a la propuesta del Manual de zonceras Argentinas y sus páginas en blanco al final. Para muestra solo hacen falta botones.
En la película, Vengadores, en uno de los diálogos entre un representante del “Estado” y un superhéroe se escucha, “Nosotros tenemos un ejército”, ofrece el “estatal”, a lo que el superhombre responde, “nosotros tenemos a Hulk”. En la quinta versión de “Rápido y Furiosio”, estrenada en Buenos Aires en 2012, en el inicio, la elocuente exposición de un capo narco sobre la lealtad en la favelas, si prestan atención, los deja helados. Si recorremos la mayoría de las series norteamericanas, es redundante, pero también son mayoría, estas concepciones son constantes, esta forma de idear y recrear el mundo están presentes con mucha fuerza y desde las producciones para los más pequeños y en altas dosis, a los que el propio modelo “protege” de la contaminación política y se horrorizarían si escucharan a un niño entonar la marcha peronista, hablarían de “lavado de cerebro”, como lo hicieron en la escuela primaria del primer peronismo, mientras, en contrapartida ofrecían “Mujercitas”, por lo menos, paradójico.
Estados débiles, corruptos, contaminados de intereses personales se oponen a hombres exitosos, excéntricos, filántropos, poderosos, genios y por supuesto, playboys dueños del mundo y del corazón de todas las féminas. Frente a este esquema, el principal problema que atormenta al mundo es “la Paz”; y no es que hacen referencia a la tierra de los hermanos Aymara, claro que no. Hablan de inseguridad, de crimen organizado, de narcotráfico, de las más obscuras perversiones, de eso hablan. Nunca del bienestar común, del trabajo colectivo, de la igualdad de derechos, del acceso a los bienes, de la diversidad cultural: De eso no se habla. En este marco crecimos, este mundo, desde lo sensorial, llevamos dentro. Estas soluciones nos traen, desde el inconsciente la sensación de tranquilidad, sin incertidumbre. Nueva paradoja.
Frente a esta visión, analicemos nuestras campañas electorales y la concepción de mundo de nuestros principales dirigentes políticos. Propios y ajenos. Hombres con cualidades como la juventud, la buena presencia, la salud, la aparente humildad, éxito, el desapego por lo individual -la pregunta inmediata es ¿cómo han llegado a esa posición con tanto desapego e interés?- la intención de cambio, entre otras cualidades.
Estos perfiles, presentes no sólo en los candidatos nacionales, sino también de otras naciones de nuestra América, Peña Nieto como paradigma, Enrique Capriles, Piñera, incluso el enorme Correa podría responder a esta estética sino fuera por su pensamiento preclaro y su compromiso popular. Podría arriesgarse que los “creativos” que diseñan estas campañas han llegado a la conclusión que las masas electorales perciben con buen tino estos atributos. Y la verdad, no se equivocan, sobre todo en países con ciudades como la Argentina, profundamente transculturadas, europeizadas y, volviendo a citar a nuestro prócer de la historia, “colonizadas pedagógicamente”.
Estas campañas no operan desde la lógica ni desde la razón, ni mucho menos desde el pensamiento. Trabajan íntimamente con nuestras percepciones, profundamente contaminadas por estas inyecciones de “modelo de vida” que recibimos desde gurises, en dosis para adultos, constantes y a lo largo del tiempo. Esa fibra nos tocan, en nuestro sistema nervioso, pero no en el cerebro. Bajo esta percepción, jamás un pueblo hubiese elegido ser conducido por un “Chavez” o un “Evo”, antípodas de la estética y el pensamiento de occidente.
Tomarse un minuto más, para conducir con el pensamiento nuestras percepciones y con ello nuestras sensaciones y de ese modo nuestras decisiones, en particular las políticas surgirán del pensar,de la mente y no del culo. (SIC).
Mientras acompañaba a mi hijo menor a ver Iron Man 2 en la pantalla de un poderoso canal de cable y habiendo visto la 3 hace poco tiempo en la pantalla grande, resonó cuasi emulando una alarma de incendios, la recurrente frase acuñada por su protagonista, Tony (Antonio) Starc, eje de la saga, “Yo privaticé la paz mundial”. Nos inyectan “zonceras”, desde purretes y en dosis para adultos.
La recorrida en el tiempo iniciada en ese acto y que atravesó todas las series y aventuras consumidas por nuestra generaciones de niños, desembocaban en sentencias que, sin ninguna duda, entrana engrosar el catálogo, ya escrito por Arturo Jauretche, como también, varios tomos más, respondiendo a la propuesta del Manual de zonceras Argentinas y sus páginas en blanco al final. Para muestra solo hacen falta botones.
En la película, Vengadores, en uno de los diálogos entre un representante del “Estado” y un superhéroe se escucha, “Nosotros tenemos un ejército”, ofrece el “estatal”, a lo que el superhombre responde, “nosotros tenemos a Hulk”. En la quinta versión de “Rápido y Furiosio”, estrenada en Buenos Aires en 2012, en el inicio, la elocuente exposición de un capo narco sobre la lealtad en la favelas, si prestan atención, los deja helados. Si recorremos la mayoría de las series norteamericanas, es redundante, pero también son mayoría, estas concepciones son constantes, esta forma de idear y recrear el mundo están presentes con mucha fuerza y desde las producciones para los más pequeños y en altas dosis, a los que el propio modelo “protege” de la contaminación política y se horrorizarían si escucharan a un niño entonar la marcha peronista, hablarían de “lavado de cerebro”, como lo hicieron en la escuela primaria del primer peronismo, mientras, en contrapartida ofrecían “Mujercitas”, por lo menos, paradójico.
Estados débiles, corruptos, contaminados de intereses personales se oponen a hombres exitosos, excéntricos, filántropos, poderosos, genios y por supuesto, playboys dueños del mundo y del corazón de todas las féminas. Frente a este esquema, el principal problema que atormenta al mundo es “la Paz”; y no es que hacen referencia a la tierra de los hermanos Aymara, claro que no. Hablan de inseguridad, de crimen organizado, de narcotráfico, de las más obscuras perversiones, de eso hablan. Nunca del bienestar común, del trabajo colectivo, de la igualdad de derechos, del acceso a los bienes, de la diversidad cultural: De eso no se habla. En este marco crecimos, este mundo, desde lo sensorial, llevamos dentro. Estas soluciones nos traen, desde el inconsciente la sensación de tranquilidad, sin incertidumbre. Nueva paradoja.
Frente a esta visión, analicemos nuestras campañas electorales y la concepción de mundo de nuestros principales dirigentes políticos. Propios y ajenos. Hombres con cualidades como la juventud, la buena presencia, la salud, la aparente humildad, éxito, el desapego por lo individual -la pregunta inmediata es ¿cómo han llegado a esa posición con tanto desapego e interés?- la intención de cambio, entre otras cualidades.
Estos perfiles, presentes no sólo en los candidatos nacionales, sino también de otras naciones de nuestra América, Peña Nieto como paradigma, Enrique Capriles, Piñera, incluso el enorme Correa podría responder a esta estética sino fuera por su pensamiento preclaro y su compromiso popular. Podría arriesgarse que los “creativos” que diseñan estas campañas han llegado a la conclusión que las masas electorales perciben con buen tino estos atributos. Y la verdad, no se equivocan, sobre todo en países con ciudades como la Argentina, profundamente transculturadas, europeizadas y, volviendo a citar a nuestro prócer de la historia, “colonizadas pedagógicamente”.
Estas campañas no operan desde la lógica ni desde la razón, ni mucho menos desde el pensamiento. Trabajan íntimamente con nuestras percepciones, profundamente contaminadas por estas inyecciones de “modelo de vida” que recibimos desde gurises, en dosis para adultos, constantes y a lo largo del tiempo. Esa fibra nos tocan, en nuestro sistema nervioso, pero no en el cerebro. Bajo esta percepción, jamás un pueblo hubiese elegido ser conducido por un “Chavez” o un “Evo”, antípodas de la estética y el pensamiento de occidente.
Tomarse un minuto más, para conducir con el pensamiento nuestras percepciones y con ello nuestras sensaciones y de ese modo nuestras decisiones, en particular las políticas surgirán del pensar,de la mente y no del culo. (SIC).
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