El tribunal riojano que condenó a prisión perpetua a los represores responsables del asesinato de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville durante la última dictadura cívico-militar, afirmó que hubo "complicidad" de la Iglesia Católica en los crímenes.
Los sacerdotes Longueville y Murias, asesinados durante la dictadura |
Los jueces José Camilo Nicolás Quiroga Uriburu, Carlos Julio Lascano, Jaime Díaz Gavier y Karina Rosario Perilli condenaron en diciembre pasado al ex jefe del III Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, al vicecomodoro Luis Fernando Estrella y al ex comisario riojano Domingo Benito Vera, por privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados y homicidio calificado.
Pero el tribunal también advirtió no sólo sobre la "indiferencia" sino también la connivencia de la jerarquía eclesiástica con el aparato represivo.
Los hechos juzgados ocurrieron el 18 de julio de 1976, cuando un grupo de hombres que se presentó con credenciales de la Policía Federal se llevó a Murias y al francés Longueville en la casa parroquial de la Iglesia El Salvador bajo la excusa de pedirles declaraciones para la liberación de unos presos. Dos días después, sus cuerpos aparecieron con los ojos vendados y marcas de tortura cerca de las vías del tren.
El obispo Enrique Angelelli fue asesinado en un falso accidente quince días después, mientras llevaba documentación sobre la persecución a los curas. Algunos de esos archivos fueron rescatados y utilizados como prueba en el reciente juicio oral.
"Aún hoy persiste una actitud reticente de autoridades eclesiales e incluso miembros del clero al esclarecimiento de los crímenes que ahora juzgamos", aseguraron los jueces.
Asimismo, recordaron que las autoridades de la Iglesia ignoraban las denuncias sobre persecuciones que les presentaban los miembros de la pastoral riojana nucleados en torno del obispo Angelelli.
"El asesinato de Murias y Longueville debe interpretarse y comprenderse precisamente en el contexto de un plan sistemático de eliminación de opositores políticos (...) Murias y Longueville formaban parte de un grupo de la Iglesia considerado 'enemigo' y 'blanco'", expresa la sentencia.
Por más que se trate de algo que ya todos sabíamos, la Iglesia argentina -y nos referimos a la jerarquía eclesiástica- no deja de generarnos asco y vergüenza ajena.
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