domingo, 27 de enero de 2013

El relato silencioso

Editorial. Por Soledad Sganga

Hoy la palabra relato está en boca de todos, muchos de los cuales ni siquiera saben que significado darle. Se habla del relato oficialista, en referencia a lo expresado por los llamados medios o comunicadores oficialistas.

Del otro lado del relato oficialista, nos encontramos con los medios, comunicadores y actores políticos o no, autodenominados independientes.

Al comparar ambos relatos, si realmente existieran, se podría ver una diferencia cualitativa sustancial: su contenido.

El “relato oficialista” está basado en realidades, en hechos, en acciones, en políticas públicas puestas en marcha para profundizar un modelo que desde hace 10 años cuenta en su historia con un crecimiento económico sostenido, con una mejora en la distribución del ingreso, con la baja de los niveles de desempleo, pobreza e indigencia, con una soberanía política e independencia económica gracias a la reestructuración de la deuda, con medidas elogiadas no solo por los países de la región sino a nivel mundial.

Éste modelo, es tomado y analizado en la actualidad por países como Grecia, sumergido en una profunda crisis, agravada gracias a las recetas caducas y fallidas del FMI y de alguna economía central que las imponen, más allá de sus consecuencias, para salvaguardar sus propios intereses.

El “relato independiente” está vacío. Son solo quejas, y denuncias vacuas. Palabras cargadas de odio, mentiras y más mentiras. Sin embargo, y lamentablemente, quizás tengan más repercusión y más impacto, o tengan mayor visibilidad ya que su exposición se produce a través de los medios masivos de comunicación.

Éstos medios que se muestran como independientes, y en muchos casos como víctimas del “avasallamiento y autoritarismo del gobierno”, son los que instalan en la sociedad ideas y conceptos, sin un contenido sólido y muchas veces falsos. Por lo tanto, no son argumentados y son fácilmente refutables.

Tanto periodistas como “referentes” de la oposición, se fogonean las ideas de la inseguridad, dando como actual un crimen cometido hace años; ocultando los crímenes sucedidos desde hace un tiempo en la provincia de Santa Fé, repitiendo hasta el hartazgo la misma muerta, el mismo robo y la inflación y la suba de precios, sin contar como es realmente el proceso del control de precios y quiénes participan en la formación de los mismos.

Se regodean ante un fallo adverso, como fue el fallo del juez Thomas Griessa o el fallo de la justicia de Ghana respecto a la Fragata Libertad en relación a los fondos buitre, malinformando deliberadamente, que esos fallos no son adversos al gobierno sino que son adversos al país entero, más allá del gobierno de turno.

Ocultan detrás de ese relato, sus propios intereses. Predicen situaciones de caos, un rodrigazo, etc. Pero aún así teniendo de su lado, una de las herramientas más poderosas como son los medios de comunicación en la actualidad, el relato es silencioso.

El relato muere al pronunciarse la última palabra de la queja. Y muere porque a la queja no le sigue una posible solución, una idea, una propuesta alternativa o contraria, pero propuesta al fin.

“Queremos salir tranquilos a la calle”, se escuchó en la marcha del 8 de noviembre de 2012. Todos toman el slogan y lo repiten. Pero no hay una propuesta de cómo frenar la delincuencia. Eso sí, cuando la inseguridad toca a algún “amigo” se oculta o se le da poca difusión, como el caso de Santa Fé o el caso de CABA.

Hablan de stalinismo, de dictadura, de corrupción, del diario de Yrigoyen, de la inseguridad jurídica, etc. Ahora; si todo esto fuera cierto, no tendríamos una ley votada en el 2009 frenada en parte para su aplicación en beneficio del grupo más poderoso de medios gracias al beneplácito de los jueces “amigos del poder”, y ese poder no se encuentra en el gobierno precisamente. Lo único cierto es la real inseguridad jurídica, pero a diferencia de otros gobierno, no viene de jueces amigos del ejecutivo, sino de los jueces amigos de los poderes concentrados que todavía están enquistados y no fueron desarticulados.

Vemos desfilar por los canales y escuchamos por la radio o leemos en diarios, a los “referentes” políticos más importantes de la supuesta oposición, que por cierto es una oposición a todo. Ellos si van por todo. Sólo se escuchan críticas, nunca soluciones.

En el 2009 cuando se formó el grupo A, la oposición perdió la oportunidad de formarse como tal. Ni una sola propuesta, solo palos en la rueda, el 82% móvil de las jubilaciones, luego vetada por el ejecutivo porque hubiera fundido las arcas del Estado, dejar sin presupuesto al país por un año. Nunca un proyecto. No estuvieron en su momento ni lo están ahora a la altura de las circunstancias ni de la coyuntura política y social actual.

Ni una sola propuesta, ni una sola alternativa, ni una sola sugerencia, ni hablemos de acompañar desinteresadamente una medida o una ley claramente favorable.

Son conceptos que luego se ven repetidos por mucha gente, sin tomarse unos minutos para analizarlos. Eso quedó claro en los cacerolazos. “Que vuelva la Fragata, reclamaban. La Fragata volvió, sin someter al país a los intereses carroñeros y especulativos, tanto internos como externos. Pero cuando la Fragata volvió, hicieron otro cacerolazo, al menos yo sigo preguntándome la razón.

Me gustaría escuchar después de cada queja, una propuesta para cambiar esa realidad de la cual se quejan. Me gustaría saber la solución que proponen a todos y cada uno de los problemas que platean como reales. Porque mirar desde la vereda de enfrente, quejarse y cruzarse de brazos es fácil.

Y siguen desaprovechando oportunidades, así como en el 2009, hoy siguen teniendo en sus manos la visibilidad que le dan los medios, y aún así no lo hacen. Seguimos teniendo una oposición que está cegada por la ambición y por sus intereses individuales, ya creo que ni siquiera partidarios. El único objetivo que tienen es “derrocar” al kirchenerismo. Como dijo Macri en su momento: “Tirar a Kirchner por la ventana porque no lo aguantamos mas”

Ésa es la meta. No les alcanza la experiencia de la Alianza, que siguen intentado conformar nuevos acuerdos con partidos totalmente opuestos; esto lo vimos en la famosa caminata por la playa de Tumini, Donda y Prat Gay. Todo vale. Parece cierta la frase de Eduardo Buzzi, “nos une el espanto”

Quizás en este caso sea la desesperación, porque evidentemente no abunda el espanto por parte del socialismo de aliarse a un liberal como Prat Gay. Y lo mismo pasa con los intentos del PRO con la UCR.

Ellos son parte de un relato ruidoso por su repercusión pero silencioso en su contenido.




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