Por Sergio Villone
La utilización de una prosa bélica en lo que no es una guerra, pero que remite a una visión colonialista ya caída en desgracia hace siglos. Con esos utensilios retóricos presenta como posibilidad aquello que es vedado por no suceder.
Lo del gobierno de la Derecha Internacional, vaya y pase. Ya sin causarles ningún rubor de igualar gobierno, estado e intereses de una empresa y que la defensa de los mismos sea equiparable a la defensa de parte de su territorio y el uso de un lenguaje propio de un grupo de personajes que cree que todavía presiona al virreinato de Río de la Plata, bueno, vaya y pase. ¿Qué se puede esperar del PP? Inclusive de la sociedad española, que se entregó mansamaente para que la recortaran, azotaran, ajustaran, cual masoquista impaciente.
Pero lo de ciertos medios, perdón, empresas periodísticas "españolas" (algunas, con intereses en medios en nuestro país) ya rebalsa cualquier comportamiento enternecedor a estas alturas que provocan a veces los monopolios locales.
Miren el titular de El Mundo, en la primera de las dos imágenes que acompañan esta nota. Está bien que tranquilamente Clarín podría haberlo escrito y/o que ya lo ha hecho en su pasado reciente (¿se acuerdan de aquel "Por problemas de la economía, la crisis internacional no afectará a la Argentina"? Maravilloso). Pero este titular encierra todos aquellos procedimientos que tiene a su disposición un editor para trastocar la realidad de tal forma que ésta -indómita, rebelde- pueda entrar en lo que su línea editorial y sus intereses comerciales, políticos, financieros, culturales, ideológicos reclaman.
Además, la utilización de una prosa bélica en lo que no es una guerra, pero que remite a una visión colonialista de una vieja guardia ya caída en desgracia hace siglos. Con esos utensilios retóricos presenta como posibilidad aquello que es vedado por no suceder. Es que nada de ilegal hay, por lo tanto ningún incumplimiento.
Pero también hay marcas de un lamento por épocas de esplendor que no volverán en el corto plazo, período que tiene reservado para España sinsabores mayores que los previsibles recortes del Rajoy que supieron elegir.
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