La Municipalidad de la ciudad de Córdoba decidió cerrar preventivamente el bar Cayó Makenssy luego que no le permitieran a Rosario, de 18 años, ingresar al local.
La Municipalidad de Córdoba clausuró el boliche que impidió la entrada a una chica de 18 años que se moviliza en silla de ruedas. El encargado le dijo a Rosario que la silla "estorbaba" y no la dejó pasar con sus amigas. Fue su mamá, Valentina Masjoan, la que hizo público el caso a través de Facebook. "La silla de ruedas soy yo", explicó la joven.
Ayer, también por la red social, afirma que nunca fue su intención "escrachar a un boliche sino mostrar una realidad social que se vive a diario. Esperemos que esta situación nos sirva para crecer como sociedad. Y ojalá que lo sucedido nos ayude para que estas cosas no ocurran más".
El restó pub Cayó Makenssy de Nueva Córdoba le pidió disculpas también por Facebook a la chica. La Municipalidad actuó de oficio y ordenó la clausura preventiva. Ni la familia de Rosario ni ella hicieron la denuncia. La joven, quien estudia Comunicación Social, le escribió una carta al encargado del boliche y, a partir de ese hecho, la historia se multiplicó.
"Hola Lucas soy Rosario, 'la chica en silla de ruedas' que no dejaste pasar a tu boliche. La verdad no sé qué crees que pasó esa noche y tampoco entiendo mucho tu postura sobre el tema. Yo por mi lado no planeo generar una disputa con esto ni mucho menos, porque si así lo quisiera te hubiera denunciado, hubiera ido a los medios o simplemente hubiera publicado en todos lados que 'Cayo Makenssy no dejó pasar a una chica en silla de ruedas'. Y no lo hice. Ni tampoco dejé que nadie lo hiciera (aunque muuuuuchisimas personas quisieron hacerlo). Lucia publicó eso por su propia bronca y ni siquiera puso mi nombre", dice el texto.
"NUNCA EN MI VIDA SUFRÍ DISCRIMINACIÓN. Nunca NO me dejaron pasar a algún lugar. (Y no te hablo de los mismos boliches. Fui a muchísimos lugares) -añade-. Esa noche en ningún momento me habían dicho que yo no iba a entrar. Me dejaron esperando en la puerta diciéndome 'ya va, ya va', ignorándome. Y mis amigas no fueron con la excusa 'dejanos pasar tenemos una chica en silla de ruedas'. Mis amigas fueron a avisar que yo estaba ahí, para que puedan abrir la otra puerta, YA QUE LA ENTRADA PRINCIPAL NO ES ACCESIBLE PARA TODO EL MUNDO".
Rosario agrega que "la verdad que no te tengo que dar explicaciones de nada. Porque tampoco sirven. Cuando yo escuché que vos le decías a una de mis amigas que yo no iba a pasar porque 'la silla de ruedas estorbaba a la gente, ocupaba mucho espacio y las personas se me caían encima', no perdí ni dos segundos y me fui'. Yo no iba a rogar a nadie que me dejara entrar".
"En serio, yo nunca pensé que el problema de 'una silla de ruedas' le podía molestar a alguien más que a mí misma. Paso a contarte que no me importa si ocupa espacio o no. La silla de ruedas soy yo. Por más que quiera, no me la puedo sacar", insiste.
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