Por Demián Verduga
En los sondeos realizados a una semana de la PASO nacional, aparece un escenario casi idéntico al de la elección presidencial de 2007, aunque con distintos protagonistas. Las cifras de Scioli se acercan al porcentaje logrado por CFK en aquel momento. Mientras tanto, en el principal distrito del país también se impone el FPV con holgura.
En el análisis político sobre cualquier proceso es casi inevitable buscar puntos de contacto, coincidencias y diferencias con hitos similares que hayan ocurrido antes. Los procesos electorales no escapan a esta lógica. Por ejemplo: las elecciones de medio término de 2013 tuvieron mucho en común con las que se celebraron cuatro años antes, en 2009. En ambas el Frente para la Victoria retrocedió fuertemente en su caudal electoral; en ambas perdió en la provincia de Buenos Aires.
Claro que el triunfo de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde fue por un margen mayor al que había logrado Francisco De Narcováez cuatro años antes sobre Néstor Kirchner. Lo comparable son las tendencias, más que los números específicos. Además, para cerrar este contrapunto, la ironía del destino produjo que lo ocurrido con las carreras políticas de estos dos dirigentes –Massa y De Narcováez– también se pareciera: los dos creyeron que estaban listos para saltar a la Casa Rosada y la realidad los fue acomodando en expectativas un tanto más modestas.
A la hora de buscar en el pasado reciente un punto de comparación con el proceso electoral que está transcurriendo este año, que tendrá su primera escala nacional dentro de siete días, hay que dirigir la mirada ocho años atrás: a las presidenciales de 2007, más que a las de 2011 en las que la presidenta Cristina Fernández se impuso por el aplastante 54 por ciento.
Mirando las encuestas y los resultados parciales que arrojaron las diez contiendas provinciales que hubo hasta ahora, el año 2007 es el momento con más coincidencias que suelen reiterar, por lo bajo, encuestadores y dirigentes del oficialismo. Esto no implica que también haya algunas diferencias sustanciales que se señalarán aquí. Viene bien, entonces, a sólo siete días de las PASO, hacer un sobrevuelo por aquella contienda.
Los armados políticos
Lo primero para señalar es que, en la campaña de la elección presidencial que ganó por primera vez a una mujer, Cristina, el clima de incertidumbre y de alta competitividad estuvo presente hasta el día mismo de la elección. Nadie descartaba la posibilidad de un balotaje. Cabe recordar que en aquel momento todavía no existían las PASO. Los desafíos de piso y techo del Frente para la Victoria eran similares a los actuales. Se partía de la base de que el oficialismo tenía garantizado alrededor de un 38% de las preferencias y de que podía crecer hasta el 45. La realidad, después, hizo que las expectativas estuvieran más cerca del techo que del piso, pero ese era el rango de las especulaciones.
En el caso del panorama opositor, a diferencia de 2011 las fuerzas tenían un posicionamiento un poco más sólido y con chances reales de dar pelea. Al igual que ahora, había dos grandes vertientes del espectro no oficialista. Una la encabezaba Elisa Carrió, que en ese año tuvo la mejor elección de su historia, y la otra, Roberto Lavagna. El ex ministro de Economía de Néstor Kirchner se había alejado del gobierno y se había transformado en la locomotora de la Unión Cívica Radial que, al igual que ahora, tenía el bendito problema de no encontrar un candidato nacional potente dentro de sus propias filas.
A la hora de ver los números, más adelante, se notará que las cifras de las últimas encuestas que circularon indican que el nivel de adhesión logrado por Lilita en aquella elección se parece bastante al respaldo que cosecha hoy la fórmula de Mugrizio Macri y Gabriela Michetti y que lo mismo sucede con Sergio Massa y el caudal de voto conseguido por Lavanga hace ocho años.
También hay que destacar las diferencias en los armados políticos. El FPV había construido una fórmula que plasmaba la "transversalidad", incorporando al radical Julio Cobos, que venía de gobernar Mendoza. Hoy, en cambio, el binomio es más bien la expresión de la diversidad y las grandes corrientes que habitan dentro del propio oficialismo.
En el caso opositor, el dato central de hoy es la existencia del frente Cambiemos, que reúne al PRO, al radicalismo y a la Coalición Cínica. Hace ocho años, Carrió compitió contra la estructura radical que estaba aliada al ex ministro de Economía de Kirchner. Este dato no es menor. El acuerdo UCR-PRO-CC ha permitido aglutinar con más consistencia a los sectores sociales que en otros tiempos votaban sistemáticamente a los boinas blancas, básicamente las clases medias urbanas de la región central del país.
Los números
Para comparar directamente las cifras, hay que poner sobre la mesa los resultados de 2007 y los de algunas encuestas que circularon en las últimas semanas, como la última publicada por Aresco (Aurelio) hace unas dos semanas.
En las elecciones que se realizaron el domingo 28 de octubre de 2007, Cristina, como se dijo más arriba, estuvo más cerca del "techo" que del "piso", dentro del rango que se evaluaba que tendría el FPV. La actual jefa de Estado sacó el 44,86% de los sufragios. Si comparamos este número con la última encuesta de Aresco, con proyección de indecisos, Daniel Scioli oscilaría el 41,7% de intención de voto. El margen de error -que siempre existe- lo podría ubicar debajo de los 40. Romper esa marca es el gran desafío para el oficialismo por el efecto simbólico que tendría.
En los números de la oposición, según la encuestadora, la fórmula Macri-Michetti, también proyectando indecisos, tiene 24 puntos de intención de voto. Hace ocho años, Carrió sacó 22,98% a nivel nacional.
La tercera pata opositora hoy es el tigrense Sergio Massa, que tendría cerca del 16,8% de las adhesiones. Al mirar el espejo de 2007, el tercer puesto lo ocupó Lavagna, que sacó 16,89 puntos, aunque en este caso la performance del tigrense podría mejorar al sumar la intención de voto del cordobés José Manuel De la Chota.
Los elementos distintivos del presente, se dijo, son los frentes. Por eso, aunque Macri tenga un porcentaje similar al que obtuvo Lilita hace ocho años, al sumarle las adhesiones que tienen la propia Carrió y el precandidato radical Ernesto Sanz, esa coalición o se aproxima al tercio. Habrá que ver si logra contener todo el caudal hasta octubre.
Una diferencia de entre 6 y 9 puntos
A partir de las críticas disparadas por la diferencia que hubo entre los sondeos de opinión previos al balotaje porteño y el resultado final, los encuestadores están reacios a la publicación de sus mediciones. Prefieren centrarse en el análisis y en arrojar números más relativos.
"Yo no veo grandes movimientos en el último mes. Al medir por frente político, el kirchnerismo está entre seis y nueve puntos por encima de Cambiemos", remarcó Bacman, titular del Centro de Estudios para la Opinión Pública (CEOP) y agregó que "su punto de corte está cerca del 40% y el del frente radical-macrista alrededor del 30 por ciento. El impacto simbólico político de las PASO dependerá en gran medida de si el FPV logra perforar los 40 puntos".
Por su parte, el consultor Hugo Haime tuvo una percepción diferente y sostuvo que "la última semana la diferencia se achico", entre Cambiemos y el FPV. "En su momento hubo una distancia de 10 puntos y ahora volvió a ser de 6 o 7". A la hora de explicar el por qué, el encuestador remarcó "la disparada del dólar ilegal y algunos conflictos gremiales", como el de la línea 60 de colectivos. "Pero hay que ver qué pasa esta última semana, que siempre es decisiva porque mucha gente se define sobre el final", aclaró.
Aníbal sigue al frente en la foto bonaerense
La tensión, el suspenso y las acusaciones cruzadas reflejan que la puja bonaerense por la candidatura a gobernador del Frente para la Victoria ya se convirtió en una de las grandes incógnitas para la jornada del 9 de agosto. Según la información que circula en el FOPV, las mediciones más recientes reflejan que la dupla Aníbal Fernández-Martín Sabbatella sigue liderando la intención de voto en el principal distrito electoral del país, aunque el nivel de conocimiento del titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, aumentó varios puntos desde que este binomio lanzó su campaña.
Algunas encuestas reflejan que se recortó la diferencia en cuanto a conocimiento pero al poner el foco sobre la intención de voto la dupla que conforman el jefe de Gabinete y el titular de la AFSCA sigue al frente por varios puntos. El último sondeo de la consultora Aresco fija la diferencia a favor de Fernández en 8 puntos. Otros estudios ratifican la primacía de Fernández-Sabbatella pero con distintas brechas. Por ejemplo, la encuesta del CEOP da ganador al FpV en territorio bonaerense con el 44,1% de los votos. En la pulseada interna también ubica ganadora a la fórmula Fernández-Sabbattella, con el 30,1% de los votos. A Cambiemos (Vidal-Salvador) la ubica con el 26,9% y a UNA (Solá-Arroyo) con 12,8 por ciento.
Giacobbe y asociados también ubicó primeros a Fernández-Sabbatella (FPV), con el 19% de los votos seguidos de cerca por el binomio María Eugenia Vidal- Daniel Salvador (Cambiemos), con el 18,4%. La otra fórmula del FPV: Domínguez-Espinoza reunía hace una semana el 11,8 por ciento. Así, el FPV tendría un caudal superior al 30 por ciento.
Consultado por la actualidad de la pelea por la segunda candidatura más importante del FPV a nivel nacional (la postulación a gobernador bonaerense), el sociólogo y analista Artemio López coincidió con que la competencia entre Fernández y Domínguez se hizo más pareja. Por lo menos en cuanto a imagen pública y conocimiento. Experimentado polemista en televisión y a través de su blog Ramble Tamble, López aseguró que el duelo de los dos precandidatos comenzó en una fase "muy asimétrica", dado el desigual nivel de conocimiento que mostraban ambas fórmulas (Fernández-Sabbatella y Domínguez-Espinoza). "Desde un primer momento Fernández-Sabbatella arrancó con un muy alto nivel de conocimiento. Sin embargo, la fórmula Domínguez-Espinoza, con el tiempo, se pudo ir adecuando a los niveles de conocimiento necesarios para ser competitivos en la provincia de Buenos Aires. Por todo eso, yo creo que la interna está en pleno desarrollo y que la semana que queda es decisiva", se explayó López.
Hace diez días, en una de las últimas mediciones de Aresco sobre contexto político y preferencias electorales en la provincia de Buenos Aires, Fernández aventajaba a Domínguez por 26,6% contra 17,7%, lo que traslucía una diferencia de 8,9% entre las dos fórmulas del kirchnerismo y peronismo oficialista. El último sondeo de la misma consultora arroja un resultado casi idéntico. Otra de las incógnitas que se mantiene, y que probablemente persista hasta conocerse el resultado del 9 de agosto, es si la división del electorado bonaerense del FPV será funcional a la candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal, que sin adversarios internos apunta a aglutinar los votos de la coalición opositora.
NdR: la deformación de apellidos y nombres de fuezas políticas es responsabilidad de la redacción de Currín y no del autor de la nota. Fuente: InfoNews
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