Se sabe que la intelectual que escribe para La Nazión está en las antípodas del kirchnerismo. En ésta ocasión le dedicó unas líneas a la simbología del peronismo.
Sarlo tiene estatura de intelectual. Sus textos son leídos en muchas universidades, sobre todo, aquellos que fueron producidos en los setenta. Sin embargo hoy dispara desde la columna del diario más identificado con los sectores de poder en Argentina y está unida a él, quizás, por su antiperonismo.
En la columna publicada ayer en el mencionado pasquín reaccionario, Beatriz "cara de estar siempre oliendo mierda" Sarlo aborda la temática de la simbología del peronismo y ensaya una breve teoría sobre cómo se inserta Kirchner dentro de ella.
Por supuesto, la simbología peronista, incluída la de Néstor, está apoyada para Sarlo, en un rasgo que no parece simpatizarle del movimiento: su "personalismo". Al mismo tiempo, destaca que el socialismo fue y es "antipersonalista" y que por eso no tiene figuras que resaltar.
"Darle a Kirchner un lugar en la historia reciente parece inevitable. En primer lugar, por su acción política, independientemente de cómo se considere el período que va de 2003 a 2010. En segundo lugar, porque las tradiciones (que no son lo mismo que los libros de historia) se arman con hombres a los que se atribuye dimensiones excepcionales para el bien o para el mal. Eso fue Rosas para la tradición liberal; lo fue Yrigoyen para el radicalismo (aunque la baja potencia mítica de ese partido no recoja triunfos simbólicos en las últimas décadas); lo fueron Perón y Eva para el movimiento justicialista. De esta pasión constructora de culturas políticas no participa el socialismo con intensidad: su laicismo es radicalmente antipersonalista.
Sería absurdo pretender que fueran los historiadores quienes dieran la señal de que ha llegado la oportunidad de construir un mito cultural y político, porque ya han tenido tiempo de consultar todos los documentos y de hacer un balance ecuánime. Los mitos nunca son ecuánimes; son relatos que resuelven imaginariamente contradicciones y conflictos. Hoy, el kirchnerismo hace inversiones en el campo simbólico. Habrá que ver cuáles son las estrategias que pone en juego. Subrayemos, en primer lugar, lo obvio: cuando se construye, después de su muerte, la imagen póstuma de un hombre, las operaciones son invariablemente personalistas. Por otra parte, el peronismo ha sido siempre intensamente personalista".
Al tratarse de un abordaje realizado sobre el plano simbólico desde una visión académica, Sarlo intenta evitar las descalificaciones, pero a veces no puede con su genio.
"Un cuerpo vivo, el de Cristina, tomó el lugar de las imágenes. Por supuesto, seguirá habiendo centenares de imágenes de Néstor, películas, videos, series de televisión, etc. Hay plata del Estado para hacerlo. Pero en términos políticos, el cuerpo presidencial es único. ¿Dónde pervive Néstor, el fundador, el hacedor, el Gran Muerto? Transmutado en 'Él', Néstor crece en el discurso, en el que se lo menciona como la fuerza de lo que vendrá: 'Él' tiene la capacidad que no tiene ninguna imagen, porque está presente de manera invisible. Es convocable (como los espíritus). Cuando alguien es designado 'Él', salta de categoría. De algún modo, ninguna representación alcanza para abarcarlo en su grandeza".
Asi se refiere Sarlo a Kirchner, como un "Gran Muerto" que hoy sirve a al simbología peronista y, si citamos algunas de sus notas anteriores, para su construcción hegemónica. Sarlo sabe bien que el plano simbólico, según el marco teórico al que supo adscribir, viene a legitimar estructuras de organización económico-social: por lo que así parece reconocer en forma tácita, un talento intrínseco en el peronismo y hoy el kirchnerismo para construir hegemonia.
Probablemente, a Néstor Kirchner lo honre ser un "Gran Muerto". No sabemos si a Beatriz Sarlo la honra ser una gran hija de un tren de carga lleno de putas.
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