A pesar del discurso macrista, el déficit de viviendas porteño no fue atacado de manera eficiente. El documento demuestra que la mayoría de los indicadores presentan mejoras en todo el país, con excepción del territorio PRO.
Mientras la situación habitacional de la Ciudad de Buenos Aires se estanca, debido a la creciente precariedad de las construcciones en los barrios más postergados de la Capital, en el resto del país “la mayoría de los indicadores presentan, en mayor o menor medida, mejoras, al menos en términos relativos”.
La conclusión no es un panorama relevado por el gobierno nacional, sino la parte principal de un informe elaborado en mayo pasado por la Dirección de Estadística y Censos del gobierno porteño, donde el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda de la gestión PRO advierte que entre los años 2001 y 2010 el porcentaje de viviendas deficitarias se mantuvo “prácticamente estable, mientras que en el país, en su conjunto”, esa cifra “baja más de cuatro puntos, aunque implica un descenso casi nulo en términos absolutos”.
Detrás de ese “sí, pero no”, los números comparados por el organismo estadístico a partir de los datos del censo realizado en 2010, revelan que en todo el territorio porteño hay 1.150.134 hogares, repartidos en 818.341 departamentos, 280.314 casas, 20.348 piezas de hoteles o pensiones y 31.141 “ranchos, casillas, viviendas móviles, piezas en inquilinato o locales no construidos para habitación”.
Bajo ese universo tan dispar de techos y formas de subsistencia, el censo 2010 reveló que dentro de los 202 kilómetros cuadrados de la Ciudad viven 2.891.082 personas, o 1.150.134 hogares o “conjuntos de personas que viven bajo un mismo techo y comparten los gastos de administración”. Ese total sumó 125.903 nuevos núcleos en relación al 1.024.231 conjuntos registrados en el Censo 2001.
En la actualidad, el 4,3% de todos los hogares porteños sobrevive en viviendas deficitarias. Ese porcentaje tiene una cifra real: se trata de 49.969 hogares con problemas de estructura y aislamiento, un continente que creció un 0,1 punto porcentual en relación a los 42.686 censados en 2001.
En nueve años, la variación creció del 4,2% en 2001 al 4,3% en 2010, sin embargo, la comparación a nivel nacional permite ver otras dimensiones a partir de esas pequeñas diferencias: en 2001, en todo el país, había 2.181.002 hogares con viviendas deficitarias. En 2010, ese total fue de 2.115.778. La disminución, en nueve años, significó una merma del 21,7% de techos precarios en 2001, al 17,4% en 2010. La reducción a nivel nacional que fue descubierta por la minuciosa lectura del área porteña de estadísticas es de 4,3 puntos porcentuales, una disminución que ocurrió en el mismo lapso en que esa falencia creció dentro de la Ciudad de Buenos Aires.
Respecto de las fallas de estructura, establecidas en cuatro niveles de calificación de las construcciones, el documento también establece que entre los años 2001 y 2010, los hogares porteños que no tienen ingreso de agua potable de red con caño a su casa, creció un 0,6 por ciento. Una cifra que “en términos absolutos representa casi 10 mil casos”, con una tendencia “inversa a la que se observa en la evolución del total del país, que muestra una leve mejora de la incidencia de hogares que carecen de, al menos, uno de estos servicios”.
Dentro de esos nuevos contornos demográficos también se puede rastrear la actualización de un clásico del macrismo: los contrastes entre el norte y el sur porteños. “La diferencia entre comunas también es notoria en el caso de la provisión y procedencia del agua -dice el informe de resultados 503-. Todas las comunas ubicadas en el norte de la Ciudad superan el 99% de hogares con acceso al servicio por cañería dentro de la vivienda y proveniente de red pública, mientras que las ubicadas al este y sur de la Ciudad registran porcentajes inferiores a la media”, con casos “claramente desfavorables” en la Comuna 1, que concentra los barrios porteños de San Nicolás, Montserrat, Constitución, San Telmo, Retiro y Puerto Madero, además de las villas 31, 31 Bis y Rodrigo Bueno.
Allí, en ese conglomerado que combina dos de los barrios más caros de la Ciudad de Buenos Aires, con dos de sus villas más representativas, el 91,5% de los hogares tiene “provisión de agua por cañería dentro de la vivienda y proveniente de la red pública”. En los casos de Villa Riachuelo, Lugano y Soldati, la cifra asciende al 94,6%, mientras que en La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya roza el 94,8 por ciento. Todos estos barrios, al igual que San Cristóbal y Balvanera, están sin embargo por debajo de la media porteña de acceso al agua, que llega al 97,5% de los hogares.
Sin embargo, el informe no fue conocido por todas estas nuevas características de la deuda habitacional porteña, sino porque, como ocurre desde hace una década, cada vez son más los porteños que viven en condiciones precarias, con una población de 150 mil personas viviendo en pensiones, inquilinatos o directamente en la calle, un dato que contrasta con el discurso del gobierno PRO, que este año redobló su apuesta comunicacional para demostrar que hay menos personas en situación de calle.
Por el contrario, el documento estadístico de la Ciudad revela que cada vez hay más náufragos habitacionales, dentro de una metrópoli donde el norte registra casi un 100% de “hogares con condiciones residenciales adecuadas”, frente a una zona sur con viviendas cada vez más vulnerables y precarias. Se trata de los mismos barrios donde el hacinamiento generó mayor concentración de hogares por vivienda precaria, y desde donde salieron decenas de miles de inquilinos hace un año y medio, para protagonizar la toma del Parque Indoamericano, el crujido más sonoro de la crisis habitacional que, a pesar de las estadísticas, muy pocos se animan a escuchar.
El informe demostró que, tal como sucede en otras áreas, el déficit habitacional también es mucho más pronunciado en la zona sur de la Ciudad, más descuidada por la gestión del gobierno macrista, que en el norte porteño, donde están los barrios más pudientes.
Pero no todas son malas para la gestión de Mugrizio Macri. No podemos dejar de reconocer que, al mismo tiempo, la Ciudad es el único distrito que aumentó considerablemente la cantidad de bicisendas.
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