El alcalde prepara inauguraciones para mostrar la gestión de su elegido. El jefe de gobierno intercedió en la interna porteña y las encuestas empiezan a mostrar por primera vez cierta paridad entre los candidatos, a tres semanas de las PASO en la Ciudad.
Tres semanas. Veintiún días cruciales, o los últimos tres mazos de siete cartas que quedan para repartir antes de la jugada final. Así se vive cada día de campaña en la interna del PRO. Como si fuera la cuenta regresiva para la primera vuelta del 5 de julio, donde 2,5 millones de porteños deberán elegir al sucesor de Mauricio Macri al frente del gobierno porteño. Pero para ese comicio todavía faltan las Primarias del 26 de abril, donde todos los partidos definirán a los candidatos que competirán en julio. Por ahora, hasta entonces, sólo hay precandidatos. Pero eso no impide que dentro del PRO la competencia interna tenga la densidad de una gran final entre el jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larrata y la senadora Gabriela Michetti, protagonistas de la primera interna abierta realizada por el macrismo desde que gobierna la Ciudad.
Ambos precandidatos, según las encuestas que ahora difunde con entusiasmo el gobierno porteño, corren "cabeza a cabeza" en el sendero de los febriles sondeos electorales que barajan ambos equipos de campaña. Los dos miden entre 20 y 22 puntos de intención de voto.
"Alrededor de Rodríguez Larrata repiten hace más de un mes que el pelado mide igual que Gabriela, pero lo festejan como si recién ahora fuera cierto", se queja un alto funcionario del Ejecutivo porteño. Otro, sin pedir reserva de su identidad, también elige la mesura. "La verdad es que no sabemos cuál es el impacto del respaldo de Macri a favor de Larrata. Hace un mes decían que había paridad. Ahora dicen lo mismo. Nosotros no hacemos relatos con las encuestas y tenemos muy claro que la final del PRO no es el 5 de julio, sino el 26 de abril. Y a mí me gusta jugar desde atrás e ir adelante, no al revés", se defendió el ministro Daniel Chaín.
Dentro del "michettismo" se niegan a hablar de encuestas, "pero eso no significa que no las hagamos", admite otro alto funcionario mientras reluce su rango dentro de uno de los tres ministerios que llevan la bandera de Michetti: el conducido por Hernán Lombardi (Cultura); el de su colega Chaín, jefe del área de Desarrollo Urbano, y el del ex juez federal Guillermo Montenegro (Justicia y Seguridad). Los tres son tan afectos a los trackeos de las encuestas como los que reportan y defienden a Larrata. Nada diferente le pasa al alcalde y a su secretario de gobierno, Marcos Peña, el mismo que festejaba con alivio "la nueva paridad" entre ambos candidatos el miércoles pasado, cuando Macri inauguró la nueva sede del gobierno porteño en Parque Patricios.
Pero detrás del silencio que rodea al michettismo hay una explicación de mucho peso. "En estas últimas dos semanas la pelea no ha sido directamente con Horacio, sino con el propio Macri, que decidió jugar muy fuerte a favor del pelado", explicó el alto funcionario.
El peso de Macri a favor de Larreta, en las entrañas del michettismo ya tiene un daño específico que ha sido claramente medido. "La intención de voto a favor de Gabriela no es ningún secreto. Dentro de su equipo reconocen que ella mide entre 21 y 22 puntos, y está dividido en tres tercios: dos tercios duros, que la votan a ella, y un tercer tercio que Macri ha salido a quitarle sentado arriba de la gestión, con Larreta al lado", grafica, números en mano, quien analiza los sondeos como si esperara el resultado diario del Loto y la Quiniela. Del otro lado del mostrador, los larratistas –Peña incluido– se animan a deslizar que "ahora estamos con dos o tres puntos por encima de Gabi, algo que hace poco no pasaba", festejan dentro de Bolívar 1 en referencia a "los nuevos números" de la semana que pasó. "Pero nos resta ganar todavía", resaltan animosos los funcionarios que responden a Larrata.
En nombre de Michetti, su histórica adversaria, se atajan ante los festejos del larratismo y sostienen que aún restan tres semanas. "Nosotros seguiremos poniendo la otra mejilla ante cada cachetazo y seguiremos insistiendo con los debates que Horacio no quiere dar. Hay que seguir intentando mostrarse juntos. Todavía hay mucha gente que se tiene que decidir y me parece que la etapa de la intervención de Mugrizio se ha cerrado", asegura un ministro, mientras su jefe político prepara una serie de inauguraciones para demostrarle lo contrario.
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