En un documento de casi 100 páginas explicaron la ingeniería financiera para derivar los ingresos desde la Argentina hacia España, la política de desinversión sistemática y la creación de un pasivo ambiental desatendido.
En lo que fue su último día hábil al frente de la intervención de YPF, el ministro de Planificación Julio de Vido y el viceministro de Economía, Axel Kicillof, brindaron ayer una conferencia de prensa para presentar el Informe Enrique Mosconi, un documento público que detalla la estrategia de “vaciamiento” implementada por la gestión de Repsol en la petrolera nacional, y que llevó al actual déficit energético.
De este modo, el documento en cuestión refuerza los argumentos esgrimidos por la presidenta Cristina Fernández el 16 de abril pasado, al momento de anunciar la expropiación del 51% del paquete accionario en manos del Grupo Repsol.
En su primera parte, el informe detalla una sofisticada ingeniería financiera implementada por Repsol para hacer frente a las deudas contraídas para comprar YPF, y que llevaron a una transferencia de activos nacionales hacia empresas filiales del grupo español. “Repsol no sólo aprovechó su posición en YPF para quedarse con activos estratégicos sino que, además, los fondos que ingresaron producto de estas ventas también terminaron en manos del grupo”, detalla el informe.
La transferencia de activos por un valor aproximado de U$S 3000 millones, si bien ingresaron a la contabilidad de YPF, luego fueron girados a Repsol como dividendos extraordinarios.
En su conjunto a nivel mundial, el Grupo Repsol distribuyó dividendos por U$S 13.370 millones en el período 1999-2011, es decir, una suma prácticamente equivalente a lo girado desde la filial argentina. “YPF era una vaca lechera a la que iban a ordeñar hasta la muerte para girar dividendos al exterior”, señaló Kicillof, al respaldar los datos contenidos en el informe.
Asimismo, el documento precisa el contenido de una serie de archivos mantenidos como “información confidencial” por Repsol, y que dan cuenta que la compañía desarrollaba un plan de negocios destinado a mantener la oferta local de combustible por debajo de la demanda real con el objetivo de obtener así una rentabilidad diferencial, ante la imposibilidad de equiparar los precios locales de los combustibles con los vigentes en el mercado internacional.
“Es decir que Repsol, al no poder aumentar los precios locales del crudo en la Argentina, encaró una clara estrategia de salida del país y una política depredatoria, tanto en términos de producción de hidrocarburos, como de desinversión”, explica el documento. A pesar de ello, las ganancias de YPF en manos de Repsol eran abultadas, el problema es que Repsol, lejos de reinvertirlas en el país, las utilizaba para otras oportunidades de negocios imperantes en el mercado mundial, desatendiendo “las actividades de exploración y producción locales”.
En otras palabras, gracias a los beneficios que extraía de YPF, Repsol financió su expansión a nivel mundial, intensificando sus operaciones en el norte de África, el Caribe, Norteamérica, Rusia, Asia Central y Brasil, por ejemplo.
“De esta manera, el proceso de desinversión de Repsol en YPF no fue la consecuencia de una rentabilidad insuficiente obtenida por el grupo en YPF, sino más bien de la continua comparación de esa rentabilidad con el valor teórico que podrían haber alcanzado de concretarse una suba en los precios internos, suba que era al mismo tiempo propiciada por la propia política de Repsol en YPF, a través de la reducción de la oferta de petróleo y gas para abastecer un mercado interno en franca expansión”.
“La desinversión de Repsol era absoluta y por suerte, a partir de la decisión impulsada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aumentamos un 4,2% la producción de petróleo y un 10,2% la de gas”, señaló De Vido, durante su exposición en el microcine del Ministerio de Economía.
Por su parte, el gobernador de la provincia de Santa Cruz, Daniel Peralta, calificó como “lapidario” el informe de la intervención sobre la gestión de Repsol en YPF, quien destacó la mejora que significó la expropiación en lo que refiere a la producción de hidrocarburos. “Se han puesto tres equipos en funcionamiento que estaban paralizados por falta de inversión y de decisión política” de parte de la petrolera, señaló el ministro patagónico.
Por suerte para la mayoría y para mal de algunos pocos, se terminó la época del "Estado bobo". Y a esos pocos les duele.
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