Como carece de argumentos sólidos que le permitan sostener sus descabelladas "tesis", Luis Majul utiliza hechos personales de Cristina para desplegar un psicologismo de baja estofa que haría sonrojar de vergüenza ajena a Freud y a sus seguidores.
Majul no tiene remedio: sigue con el tópico de la vida personal de Cristina Fernández de Kirchner para abordar problemas políticos en sus artículos editoriales, sobre todo en El Cronista, el pasquín de Francisco de Narváez.
Como carece de argumentos sólidos que le permitan argumentar sus "tesis", cree darles solidez al pretender sostenerlas sobre anécdotas cotidianas de la Presidenta que él cree conocer y da por probadas y verdaderas.
En su columna de ayer, titulada "El nuevo dilema de Cristina", comienza preguntándose y Cristina Fernández, "la mujer completa, -dice, como si pudiera haberlas incompletas- ¿debería tan solo esperar hasta octubre y permanecer en calma?"
Entre sus muchos problemas, afirma el pelotudo de Majul, Cristina tiene "la permanente tirada de la pollera del núcleo duro de empleados jerarquizados que dependen de ella para sobrevivir. Son casi todos", sotiene; entre quienes incluye a ministros, secretarios, La Cámpora, etc.
Según Majul, acostumbrado a hacer hasta lo imposible para lograr la aprobación de sus patrones mediáticos y multimediáticos, no se trata de política sino de conservar el conchabo. Mide a los demás como sabe que debe medirse a sí mismo.
Luego habla de un "segundo problema" que, según su parecer, sería "más profundo y más político", agravado porque "ya no está su compañero de toda la vida para discutirlo". Aquí, tal vez, está la raíz de la subtesis majuliana: la de la mujer "completa" e "incompleta", suerte de misoginia que tiende a considerar "incompleta" a una mujer que ha perdido a su marido.
"Se trata del día después de ganar las presidenciales del próximo octubre sin la expectativa y el poder que significa saber que puede ser reelecta una vez más", aventura Majul. Este es "el segundo problema" de Cristina, cuando aún no ha formalizado su candidatura presidencial y mucho menos ha llegado octubre.
Lo positivo, para la mayoría de los argentinos, es que da por hecho que, para Cristina, habrá "un día después de ganar las presidenciales de octubre".
Pero ese "Día Después" (así, con mayúsculas lo pone Luis) tiene sus cuitas: dudas sobre que Cristina sea un cuadro político al indicar que es lo que "su entorno quiere ver"; la edad de Cristina ("tiene ahora casi la misma edad que tenía Néstor Kirchner cuando le planteó la idea de su candidatura presidencial", nos desasna); el ser "más vulnerable y más sensible a las cuestiones emocionales" (claro: se trata de una mujer); las sucesivas etapas del duelo: "negación y aislamiento, ira, negociación, depresión y aceptación"; todo lo cual se suma a que "tiene pocos amigos de la vida" y encima "no hace terapia psicoanalítica y a veces su cabeza y su alma son impenetrables".
Sí, como se leyó: los argumentos "más sólidos" de Majul contra la reelección de Cristina se resumen en que la Presidenta "tiene pocos amigos de la vida" y encima "no hace terapia psicoanalítica y a veces su cabeza y su alma son impenetrables".
En fin: psicología barata y periodismo de verdulería.
En su columna de ayer, titulada "El nuevo dilema de Cristina", comienza preguntándose y Cristina Fernández, "la mujer completa, -dice, como si pudiera haberlas incompletas- ¿debería tan solo esperar hasta octubre y permanecer en calma?"
Entre sus muchos problemas, afirma el pelotudo de Majul, Cristina tiene "la permanente tirada de la pollera del núcleo duro de empleados jerarquizados que dependen de ella para sobrevivir. Son casi todos", sotiene; entre quienes incluye a ministros, secretarios, La Cámpora, etc.
Según Majul, acostumbrado a hacer hasta lo imposible para lograr la aprobación de sus patrones mediáticos y multimediáticos, no se trata de política sino de conservar el conchabo. Mide a los demás como sabe que debe medirse a sí mismo.
Luego habla de un "segundo problema" que, según su parecer, sería "más profundo y más político", agravado porque "ya no está su compañero de toda la vida para discutirlo". Aquí, tal vez, está la raíz de la subtesis majuliana: la de la mujer "completa" e "incompleta", suerte de misoginia que tiende a considerar "incompleta" a una mujer que ha perdido a su marido.
"Se trata del día después de ganar las presidenciales del próximo octubre sin la expectativa y el poder que significa saber que puede ser reelecta una vez más", aventura Majul. Este es "el segundo problema" de Cristina, cuando aún no ha formalizado su candidatura presidencial y mucho menos ha llegado octubre.
Lo positivo, para la mayoría de los argentinos, es que da por hecho que, para Cristina, habrá "un día después de ganar las presidenciales de octubre".
Pero ese "Día Después" (así, con mayúsculas lo pone Luis) tiene sus cuitas: dudas sobre que Cristina sea un cuadro político al indicar que es lo que "su entorno quiere ver"; la edad de Cristina ("tiene ahora casi la misma edad que tenía Néstor Kirchner cuando le planteó la idea de su candidatura presidencial", nos desasna); el ser "más vulnerable y más sensible a las cuestiones emocionales" (claro: se trata de una mujer); las sucesivas etapas del duelo: "negación y aislamiento, ira, negociación, depresión y aceptación"; todo lo cual se suma a que "tiene pocos amigos de la vida" y encima "no hace terapia psicoanalítica y a veces su cabeza y su alma son impenetrables".
Sí, como se leyó: los argumentos "más sólidos" de Majul contra la reelección de Cristina se resumen en que la Presidenta "tiene pocos amigos de la vida" y encima "no hace terapia psicoanalítica y a veces su cabeza y su alma son impenetrables".
En fin: psicología barata y periodismo de verdulería.
Majul: te envidiamos. Nos gustaría ser como vos para suicidarnos en defensa propia.
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