Los defensores de Magnetto, Herrera de Noble y Mitre apelaron a los mismos argumentos de la dictadura. La estrategia de los abogados apunta a delimitar el debate a la cuestión económica por las acciones de la papelera.
El pasado jueves 13 fue un día extenuante para Lidia Papaleo. Llegó al juzgado federal a cargo de Julián Ercolini alrededor de las 10:30 y se retiró cerca de las 18. En el medio tuvo que soportar todo tipo de chicanas y preguntas insidiosas por parte de los abogados Hugo Mario Wortman Jofre, defensor de Héctor Magnetto, Alejandro Pérez Chada, representante legal de Bartolomé Mitre, y Pablo Miguel Jacoby, letrado de la dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble.
La viuda de David Graiver ratificó todos sus dichos y recordó el acoso mediático que los Graiver y ella tuvieron que padecer antes de firmar presionados el traspaso de la mayoría accionaria de Papel Prensa, a manos de los tres diarios, en noviembre de 1976, en las oficinas del diario de Julio César Saguier.
Por el tono y el contenido de las preguntas de los letrados progresistas que defienden los intereses de los empresarios que fueron socios y voceros de la dictadura genocida, todo indica que la estrategia de los entenados de Magnetto sería delimitar su sistema argumentativo en torno a la cuestión económica.
En el marco de esa carrera desesperada por evitar la indagatoria y el potencial procesamiento que podría sobrevenir, intentaron presentar y exhibir en la audiencia sin éxito una fotocopia no certificada de un recibo de FAPEL por la suma de 149 mil dólares, fechado el 25 de enero de 1977. Lo que produjo el inmediato rechazo de parte de los querellantes, representados por Luis Hipólito Alen, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación; y Héctor Jorge Rodríguez, patrocinante de Papaleo.
De igual forma se manifestó el fiscal Eduardo Taiano, hecho que provocó la queja de los representantes de quienes están denunciados por el Estado por haber incurrido en delitos de lesa humanidad en la apropiación ilegal de la empresa productora del insumo básico de papel para diarios.
Mientras Lidia Papaleo intentaba explicarle al juez el sismo familiar y personal que le causó la repentina muerte nunca esclarecida de su marido, "Dudi" Graiver, en agosto de 1976, durante un vuelo privado de Nueva York al Distrito Federal, en México; los defensores de Magnetto, Mitre y Herrera de Noble, insistían con el vínculo financiero que mantuvo en vida Graiver con la guerrilla de extracción peronista Montoneros.
Mientras Lidia Papaleo intentaba explicarle al juez el sismo familiar y personal que le causó la repentina muerte nunca esclarecida de su marido, "Dudi" Graiver, en agosto de 1976, durante un vuelo privado de Nueva York al Distrito Federal, en México; los defensores de Magnetto, Mitre y Herrera de Noble, insistían con el vínculo financiero que mantuvo en vida Graiver con la guerrilla de extracción peronista Montoneros.
Un hecho notable porque pareciera la misma argumentación política e ideológica que usó la dictadura a través del represor Ramón Camps y su ladero Miguel Etchecolatz.
Esa acusación fue unas de las excusas que había elegido el terrorismo de Estado para secuestrar a Lidia el 14 de marzo de 1977, apenas cuatro meses después de que firmara el traspaso de acciones de Papel Prensa a favor del actual monopolio mediático Clarín.
De esa forma los dictadores y sus socios civiles hallaron un argumento para despojar de la ciudadanía a los Graiver, torturarlos, quitarles todos sus bienes materiales, y junto con Lidia colocarlos en el ámbito de un Consejo de Guerra, que cumplió paso a paso con el papeleo burocrático de aquel Ejército de criminales.
Pese al acoso inquisidor de los defensores de los imputados, Lidia Papaleo, la víctima de esta historia, que estuvo seis años presa en manos de los dictadores, reiteró ante el juez el misterioso accidente automovilístico que sufrió Jorge Rubinstein –ex mano derecha de Graiver– pocos meses antes de ser secuestrado y torturado por la patota de nazis del centro clandestino de detención Puesto Vasco.
Rubinstein murió en los camastros de tortura el 4 de abril de 1977. Camps falsificó la autopsia. Clarín y La Nación taparon ese brutal homicidio que llevaba impreso la indudable matriz antisemita de ejecutores y favorecidos.
En este sentido, Papaleo subrayó ante Ercolini el diálogo que mantuvo con Pedro Martínez Segovia –un personaje que respondía a los intereses del ideólogo del despojo, el recientemente fallecido José Alfredo Martínez de Hoz–, quien le dijo que tenía que vender Papel Prensa y que la orden que él tenía era que la compañía tenía que pasar a manos de empresarios argentinos, "no judíos".
Lidia señaló que esa reunión con Martínez Segovia se produjo entre el 20 de septiembre y octubre de 1976, antes del traspaso a favor de Clarín, La Razón y La Nazión, el 2 de noviembre.
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