Por Gerardo Fernández
Cristina le cierra todos los caminos al jefe de gobierno Mauricio Macri que día a día se sumerge más en un callejón sin salida.
Para encontrar un sentido a la disputa por el subte entre el jefe de Gobierno porteño y la presidenta de la Nación hay que remontarse a la lectura errónea que realizó Mauricio Macri de la coyuntura cuando se produjo el siniestro de Once y creyó que era el momento apropiado para sacarse de encima los subtes.
Al haberlos aceptado en enero e incluso determinado el aumento del 127 %, Macri entró definitivamente en un callejón sin salida y Cristina, que es como esos boxeadores con gran sensibilidad para descubrir que el rival está sentido, leyó con agudeza la situación y avanzó decididamente para no darle respiro. Entonces, cuando hasta los juristas insospechados de kirchneristas decían que la posición de Macri era ilevantable, la presidenta envió un proyecto al parlamento para dejarlo en el mayor de los aislamientos y enfrentado a todo el país.
Un sólo error cometió la jefa de Estado en ese avance: el retiro de la federal de la custodia de los subtes el 28 de febrero, que le sirvió a Macri para dejar a la Ciudad sin servicio contando con la connivencia de Metrovías y la UTA. Esto condenó a los usuarios a un verdadero vía crucis del que nadie sale favorecido. Siempre que estas disputas dejan en el medio al trabajador que no puede movilizarse, los costos son elevadísimos para todas las partes. Pero al mediodía del 1 de marzo, desde la asamblea legislativa la presidenta repuso a la Policía Federal por 30 día más generando las condiciones para que los trenes volvieran a funcionar esa misma tarde.
Los anuncios de esta mañana, sumados a la contundencia con que fue apoyada la ley del traspaso de subtes y colectivos a la órbita de la Ciudad no hacen más que profundizar las crisis del jefe de Gobierno porteño que ni siquiera podrá ahora alegar que no tiene seguridad en el servicio.
Cristina se fortalece en un aspecto central, que es garantizar por 90 días más la presencia de la Federal mientras se vaya realizando el traspaso gradual de la custodia a la Policía Metropolitana yendo línea por línea. Desde este punto, la jugada de la presidenta es muy sobria porque le cierra todos los caminos y lo sumerge a Macri en un zugzwang político irreversible ya que cualquier movimiento que realice no hará más que perjudicarlo.
Empero, el jefe de Gobierno hubo de salir a contestarle con una batería argumental que a esta altura aparece vetusta. Lo mejor que podría hacer es asumir cuanto antes que esta pulseada la perdió y cambiar de pantalla porque las consecuencias pueden resultarle aún peores si sigue negándose a aceptar que la gestión implica, a veces, soportar tragos amargos.
Los grandes estadistas son los que logran reponerse a grandes derrotas. Macri ahora tiene que demostrarle al país que lo es y si se hace cargo de la situación podrá justificar sus sueños presidenciales. De lo contrario, el subte terminará siendo su cárcel.
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