La herencia del escritor, de cuya desaparición a manos de la dictadura militar se conmemoraron el 25 de marzo 35 años, permanece viva en las generaciones de cronistas que reconocen su influencia. En la Ex ESMA hubo un acto para recordarlo. En 2011, se condenó a sus asesinos en un fallo histórico.
Investigación exhaustiva, convicciones políticas claras y gran utilización del lenguaje. Rodolfo Walsh tenía 50 años y militaba en la organización Montoneros cuando el 25 de marzo de 1977 fue emboscado por un grupo armado de militares y civiles en una esquina del barrio de San Cristóbal, en la capital argentina.
“Aún hoy, dialogo y aprendo con sus libros”, dijo a la periodista Josefina Licitra, autora del libro “Los Otros. Historias del Conurbano Bonaerense”.
Ante el inminente secuestro, Walsh se resistió pero fue herido de bala, y su cuerpo llevado en un automóvil a la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros de detención ilegal y torturas de la última dictadura (1976-1983).
Minutos antes de ser raptado y desaparecido, Walsh despachó en varios buzones su llamada “Carta Abierta a la Junta Militar”, en la que denunció los crímenes cometidos por quienes un año antes habían derrocado al gobierno peronista de María Estela Martínez de Perón.
En un clima de censura y terror que dominaba al país, Walsh afirmó en su carta que había “quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos y decenas de miles de desterrados”, entre otras denuncias y atrocidades del accionar represivo.
“Para los que defienden la idea de un periodismo militante, el ejemplo de Walsh, que en un momento de su vida asumió un compromiso político, es obligatorio”, señaló Graciela Mochkofsky, autora, entre otros libros, de “Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder”.
Un hito ineludible en la obra de Walsh es “Operación Masacre”, que fue publicada en 1958 y que aborda por primera vez en el mundo el género de “novela testimonio” que, nueve años después, resurgiría con “A sangre fría”, de Truman Capote.
“Operación Masacre” es la investigación periodística del fusilamiento de un grupo de partidarios peronistas cometido en 1956 por fuerzas militares y policiales en un basural de la localidad de José León Suárez, en las afueras de Buenos Aires.
Licitra, que publica sus artículos en prestigiosos diarios y revistas de España y Latinoamérica, recordó que leyó aquel libro por primera vez en la escuela secundaria, pero señaló: “Creo que recién pude encontrarme y conmoverme con Operación Masacre en la adultez”.
Un año después de aquella publicación, cuyo estilo abordó otra vez en “¿Quién mató a Rosendo?” y “Caso Satanowsky”, Walsh viajó a Cuba para trabajar en la agencia de noticias Prensa Latina junto a colegas como el colombiano Gabriel García Márquez y el uruguayo Juan Carlos Onetti, entre otros.
Mochkofsky consideró que la figura de Walsh “sigue vigente” porque aún “enseña que se puede hacer periodismo desde la defensa de una causa política sin abandonar por ello los ideales de verdad, de rigor factual y de honestidad intelectual frente a la realidad”.
“Con el periodismo argentino polarizado entre oficialistas y opositores, es más relevante que nunca la valorización de un periodismo de hechos, independiente y honesto”, agregó.
Licitra, en tanto, opinó que los libros de Walsh “tienen belleza, información y una mirada que es el resultado no sólo de un procedimiento intelectual, sino principalmente de una operación orgánica: Walsh escribió con su cuerpo”, resaltó.
Escuelas, bibliotecas y calles llevan el nombre del escritor argentino. Su figura se erige en dos monumentos, mientras que más de una decena de libros abordan su obra literaria y militancia política.
¿Como hubiera sido su crónica del pasado 26 de octubre, cuando un tribunal argentino condenó a 12 represores de la última dictadura militar a penas de prisión perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ex ESMA, en un fallo que incluyó entre las víctimas de los delitos a las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet?
RODOLFO WALSH, así, con mayúsculas. Un ejemplo de militante y de periodista. ¡¡¡PRESENTE!!!
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