Aunque el experimento de juntar lo que por esencia debe ir separado ya fracasó en 2001, el precandidato presidencial de la UCR quiere ensayar alquimias que unan a vastos sectores opositores, sin importar historiales ni programas de gobierno
El radicalismo viene de sufrir dos duros golpes consecutivos: el domingo 13, en Catamarca, perdió por cuatro puntos una de las pocas gobernaciones que le quedaban en pie y en donde comandaba desde hacía 20 años. Y el domingo 20, en Chubut, sacó apenas el 11 por ciento de los votos en un territorio que gobernó entre 1991 y 1999, con Carlos Maestro (actual secretario de relaciones institucionales de la UCR) y de ese año a 2003, con José Luis Lizurume, quien este año encabezó la lista de candidatos a diputados provinciales del partido.
Ante esos traspiés electorales, el precandidato a presidente del radicalismo y titular en uso de licencia del partido, Ernesto Sanz, salió a decir, con palpable desesperación: “Sumemos todo lo que haya que sumar, hablemos con quienes tengamos que hablar, porque cambiar a este Gobierno es ya una urgencia nacional”.
Lo cierto es que sus declaraciones no solo trasuntan la desorientación y la impotencia que priman en algunos sectores de la oposición, sino que también encajan a la perfección con la línea bajada por el grupo Clarín.
Ante esos traspiés electorales, el precandidato a presidente del radicalismo y titular en uso de licencia del partido, Ernesto Sanz, salió a decir, con palpable desesperación: “Sumemos todo lo que haya que sumar, hablemos con quienes tengamos que hablar, porque cambiar a este Gobierno es ya una urgencia nacional”.
Lo cierto es que sus declaraciones no solo trasuntan la desorientación y la impotencia que priman en algunos sectores de la oposición, sino que también encajan a la perfección con la línea bajada por el grupo Clarín.
En esa misma dirección marcada por Héctor Magnetto ya se está moviendo otro de los candidatos del grupo: Ednarco Duhalde.
Y a la estrategia se le sumó días atrás un “soporte intelectual”: la pluma del imbécil Luis Majul, quien en la columna “Cómo ganarle a Cristina”, publicada en La Nación, convocaba a acuerdos amplios al advertir que “si los dirigentes de la oposición no hacen algo ahora mismo, mañana podría ser muy tarde”.
Mezclar el agua y el aceite, omitiendo pasados para negar historiales y prontuarios y resignando la posibilidad de consensuar futuros a través de acuerdos sobre plataformas y programas de gobierno, es un experimento riesgoso que Argentina ya vivenció en 2001. ¿De nuevo se probará la alquimia de armar alianzas a cualquier costa?
Mezclar el agua y el aceite, omitiendo pasados para negar historiales y prontuarios y resignando la posibilidad de consensuar futuros a través de acuerdos sobre plataformas y programas de gobierno, es un experimento riesgoso que Argentina ya vivenció en 2001. ¿De nuevo se probará la alquimia de armar alianzas a cualquier costa?
Definitivamente ¡¡¡están nervioshooos!!!