"La oposición, a cinco semanas de las elecciones presidenciales definitivas, continúa perseverando en su división y sus desencuentros", se quejaba en su columna de ayer en Clarín, Eduardo van der Kooy.
La prensa monopólica está enojada y no justamente con el gobierno; con el que no se enoja sino al que se opone férrea y cotidianamente. Justamente por esa razón, recién ahora, al parecer, le cae la ficha de que sus candidatos no van ni para atrás ni para adelante; o más bien para atrás.
De hecho, está enojada con sus propias criaturas: todos los candidatos opositores, que no dan pie con bola. Así lo puso de manifiesto la semana pasada el exagerado Carlos Pagni, cuando se quejó de que “el jefe” de la oposición fuese Schoklender y ahora hace lo propio el editor del pasquín envuelve huevos, Eduardo van der Kooy, quien no se guarda ningún epíteto para con los hombres y mujeres de la oposición.
Ya desde el título de su columna lo dice todo: “La oposición se agota entre gestos de desesperación y de impotencia”. Pero abunda: “La oposición, a cinco semanas de las elecciones presidenciales definitivas, continúa perseverando en su división y sus desencuentros. Nada hace suponer que pueda producirse un cambio, en un sentido opuesto, en el camino hasta la votación del penúltimo domingo de octubre”.
Ocurre que, según Van der Kooy, “Felipe Solá no es más opositor. Se ha declarado independiente. Mauricio Macri, uno de sus socios de la victoria del 2009, dijo que el salto del diputado peronista le da pena. Eduardo Duhalde casi no cruza palabra con su compañero de fórmula, Mario Das Neves. Francisco De Narváez compartió un café con Alberto Rodríguez Saá, el presidenciable puntano. Ricardo Alfonsín admite que no dispone de muchos recursos para lo que resta de campaña. La Coalición Cívica de Elisa Carrió está en hervor, aunque intente disimularlo. Hermes Binner responde con palabras de algodón los desafíos que Cristina Fernández y el kirchnerismo le plantean con recurrencia en Santa Fe”.
Así, obviamente, no se puede. Este parece ser el dilema que ni Van der Kooy ni el resto de los ideólogos opositores puede resolver. Ellos quieren ganarle a Cristina en octubre, pero la verdad es que no tienen con qué. No sólo no existe un programa superador del kirchenerismo; lo peor es que los candidatos del arco opositor se hunden día a día en su impotencia e incapacidad, demostrando que ninguno de ellos ofrece una salida para los intereses monopólicos. Esto los enoja. Y mucho.
De hecho, está enojada con sus propias criaturas: todos los candidatos opositores, que no dan pie con bola. Así lo puso de manifiesto la semana pasada el exagerado Carlos Pagni, cuando se quejó de que “el jefe” de la oposición fuese Schoklender y ahora hace lo propio el editor del pasquín envuelve huevos, Eduardo van der Kooy, quien no se guarda ningún epíteto para con los hombres y mujeres de la oposición.
Ya desde el título de su columna lo dice todo: “La oposición se agota entre gestos de desesperación y de impotencia”. Pero abunda: “La oposición, a cinco semanas de las elecciones presidenciales definitivas, continúa perseverando en su división y sus desencuentros. Nada hace suponer que pueda producirse un cambio, en un sentido opuesto, en el camino hasta la votación del penúltimo domingo de octubre”.
Ocurre que, según Van der Kooy, “Felipe Solá no es más opositor. Se ha declarado independiente. Mauricio Macri, uno de sus socios de la victoria del 2009, dijo que el salto del diputado peronista le da pena. Eduardo Duhalde casi no cruza palabra con su compañero de fórmula, Mario Das Neves. Francisco De Narváez compartió un café con Alberto Rodríguez Saá, el presidenciable puntano. Ricardo Alfonsín admite que no dispone de muchos recursos para lo que resta de campaña. La Coalición Cívica de Elisa Carrió está en hervor, aunque intente disimularlo. Hermes Binner responde con palabras de algodón los desafíos que Cristina Fernández y el kirchnerismo le plantean con recurrencia en Santa Fe”.
Así, obviamente, no se puede. Este parece ser el dilema que ni Van der Kooy ni el resto de los ideólogos opositores puede resolver. Ellos quieren ganarle a Cristina en octubre, pero la verdad es que no tienen con qué. No sólo no existe un programa superador del kirchenerismo; lo peor es que los candidatos del arco opositor se hunden día a día en su impotencia e incapacidad, demostrando que ninguno de ellos ofrece una salida para los intereses monopólicos. Esto los enoja. Y mucho.
Diego, maestro, háganos el favor, cierre usted...
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