Se acabaron las victorias que disimulaban un presente espantoso gracias a un Lanús que desenmascaró la triste realidad de los de Falcioni y los dejó afuera del campeonato. Palermo batió su récord de no convertir y Tristelme no se involucró nunca.
Más temprano que tarde iba a pasar: jugando como juega Boca perderá mucho más de lo que ganará. Lo peor fue que dos victorias consecutivas generaron una ilusión que no era tal. Y Lanús, con orden y un poco de toque, le metió dos sopapos y lo sacó de la competición.
Boca ya no existe en este torneo.
Lo que se le viene a Falcioni y compañía es un calvario que será difícil de sobrellevar. Obviamente las declaraciones de ocasión dirán que hay que seguir peleando hasta que den los números, pero la verdad es que los números ya no dan. Y no dan porque nunca dio el juego.
Lo que se le viene a Falcioni y compañía es un calvario que será difícil de sobrellevar. Obviamente las declaraciones de ocasión dirán que hay que seguir peleando hasta que den los números, pero la verdad es que los números ya no dan. Y no dan porque nunca dio el juego.
Encima, Tristelme, que se venía poniendo el traje de salvador, no tuvo la más mínima intención de involucrarse en el partido. Evidentemente fastidioso por esa posición ridícula de casi delantero, lo único que hizo fue tocar corto y probar a Caranta con un tiro desde lejos.
¿Y Palermo? Pobre Martín. Seguro que jamás imaginaba esto para los últimos instantes de su carrera. Llegó a los 813 minutos sin meter un gol y superó su marca de 770. Curiosamente aquella mala racha fue en sus comienzos con Estudiantes y fue entre el primer gol y el segundo. Lo triste para el Loco fue que ni siquiera tuvo media chance. Y volvió a ser reemplazado por Viatri, quien entró con el mismo ánimo que mostraba su amigo Tristelme.
El otro encargado de desequilibrar, Erviti, está lejísimos de aquel futbolista que deslumbrara en Banfield. Parece otro. Y si los tres mejores sufren cada uno con sus circunstancias, ¿qué les queda al resto? Eso mismo: nada.
Lanús no tuvo inconvenientes en dejarle manejar la pelota a Boca porque sabía que no lo lastimaba. Fue como prestarle un rato el chiche a un chiquito. Hasta que en un momento dijo basta, Regueiro fue profundo por la izquierda, Ledesma penetró por la derecha y Valeri agarró la batuta. El capitán local movió los hilos y abrió el partido con un zurdazo tras acomodarse la bola con el pecho. Boca no reaccionó. Al final, un cabezazo de Hoyos lo despidió de la pelea.
¿Y Palermo? Pobre Martín. Seguro que jamás imaginaba esto para los últimos instantes de su carrera. Llegó a los 813 minutos sin meter un gol y superó su marca de 770. Curiosamente aquella mala racha fue en sus comienzos con Estudiantes y fue entre el primer gol y el segundo. Lo triste para el Loco fue que ni siquiera tuvo media chance. Y volvió a ser reemplazado por Viatri, quien entró con el mismo ánimo que mostraba su amigo Tristelme.
El otro encargado de desequilibrar, Erviti, está lejísimos de aquel futbolista que deslumbrara en Banfield. Parece otro. Y si los tres mejores sufren cada uno con sus circunstancias, ¿qué les queda al resto? Eso mismo: nada.
Lanús no tuvo inconvenientes en dejarle manejar la pelota a Boca porque sabía que no lo lastimaba. Fue como prestarle un rato el chiche a un chiquito. Hasta que en un momento dijo basta, Regueiro fue profundo por la izquierda, Ledesma penetró por la derecha y Valeri agarró la batuta. El capitán local movió los hilos y abrió el partido con un zurdazo tras acomodarse la bola con el pecho. Boca no reaccionó. Al final, un cabezazo de Hoyos lo despidió de la pelea.
¡Qué largo se le va a hacer el torneo! Qué lejos quedaron aquellos días del verano, cuando la llegada de Falcioni, Erviti y Somoza hizo que buena parte del mundo futbolero argentino augurara que todos los demás iban a jugar por el segundo puesto, porque Boca, con su nuevo "Dream Team" modelo 2011, ya era campeón antes de empezar a jugar.
¿Se viene otra vez el Cabaret?
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