LA SENADORA NACIONAL RECIBIÓ LA VISITA DE LA EX PRESIDENTA BRASILEÑA. AMBAS RESALTARON QUE LOS RÉGIMENES FASCISTAS DE LA ARGENTINA Y BRASIL APLICAN LA MISMA POLÍTICA DE ATAQUE A LOS DIRIGENTES OPOSITORES QUE CUENTAN CON UN RESPALDO DE LAS CORPORACIONES MEDIÁTICAS.
Cristina Fernández Kirchner recibió ayer en su casa a la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. "Un entrañable encuentro", así lo calificó la senadora nacional a través de Twitter, luego de terminar una de las semanas más dura de los últimos dos años de persecución política en su contra. Durante el encuentro Dilma le transmitió su “solidaridad” ante los embates del juez federal clarinista Claudio Bonadio.
Según reveló la propia Cristina, en la charla que mantuvieron en su departamento ubicado en el porteño barrio de Recoleta, analizaron la coyuntura de ambos países, donde los dirigentes opositores son “perseguidos” con procesos judiciales que apuntan a “ocultar el desastre económico” puesto en marcha por los régimenes fascistas y neoliberales de Michele Temer y Mugrizio Macri Blanco Villegas.
Dilma llegó a las 15 compañada por su secretario y la charla con CFK fue a solas. “Conversamos sobre la realidad que se está imponiendo en nuestros países” y, particularmente, del proceso mundialmente conocido como “Lawfare”, comentó Cristina. Esta operatoria, explicó, “consiste en la utilización del aparato judicial como arma para destruir a la política y a los líderes opositores”.
Quienes vieron de soslayo algunos tramos de la charla describieron el tono del encuentro como “una reunión de viejas amigas” que “intercambiaron experiencias” sobre el punto en común entre ambas: la “persecución no solo contra dirigentes políticos sino también contra empresarios”.
Además, coincidieron en que en esto “nada tiene que ver la lucha contra la corrupción” que pregonan los funcionarios de gobierno y se comprometieron a seguir juntas las eventualidades de lo que ocurra.
En sendos mensajes publicados en las redes sociales hay varias imágenes que la muestran a Cristina junto a Dilma en el living de la vivienda porteña de la senadora. La ex presidenta argentina, quien mañana asume formalmente como senadora, obtuvo hace poco más de un mes 3,5 millones de votos y ahora debe enfrentar el pedido de desafuero que ingresó el jueves al Senado que realizó la justicia federal donde la acusan de traición a la patria por haber firmado el Memorándum con Irán.
El mismo día en que se hicieron esos pedidos contra la senadora electa también fue detenido durante la madrugada su ex secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Corrieron la misma suerte el entonces canciller Héctor Timerman, además de otros dirigentes vinculados al kirchnerismo. A todos se los acusa del supuesto delito de “traición a la patria” por impulsar ese acuerdo con la República Islámica de Irán.
“Solidaridad con la querida amiga Cristina”, tuiteó Dilma minutos más tarde, junto con una fotografía del encuentro. El viernes, Roussef participó en Buenos Aires de un congreso sobre sociología organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en el que también estuvieron el ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica y el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera.
Cristina, por su parte, contó que durante la charla sobrevoló la cuestión del andamiaje de denuncias que los poderes Ejecutivo y Judicial ponen en marcha para dejar afuera de la arena política a los principales dirigentes opositores.
Se trata de “una matriz que tiene otra pata fundamental en los medios de comunicación, una instancia central en esta estrategia de persecución”, definió y agregó que “el objetivo es el mismo en Brasil y acá: ocultar el desastre económico que están llevando a cabo los gobiernos neoliberales en la región".
Dilma conoce muy bien de lo que se habla. En 2016, el Parlamento brasileño la suspendió en su cargo de presidenta electa tras una serie de denuncias por supuesta corrupción en su administración, fogoneadas desde los tribunales de ese país y desde los principales medios opositores.
Primero se la denunció por reasignar fondos a destinos que no habían estado inicialmente incluidos en la previsión de gastos de Estado. En su defensa durante el “impeachment” (juicio político), Rousseff aclaró que ese procedimiento se encontraba dentro de las atribuciones que tienen los jefes de Estado de ese país, varios de los cuales había hecho maniobras similares durante sus respectivas administraciones. Eso no bastó. Tras su destitución asumió su vicepresidente Michel Temer, quien puso en marcha una serie de políticas de ajuste que jaquea a los sectores más empobrecidos de ese país.
A Cristina se la acusa de “traición a la patria” por haber establecido un acuerdo internacional de carácter político con Irán para que los cinco ciudadanos iraníes imputados en el atentado a la AMIA pudieran declarar en su propio país frente al juez federal Rodolfo Canicoba Corral y al entonces titular de la UFI-AMIA Alberto Nisman. Este acuerdo avalado por el Congreso argentino nunca entró en vigencia porque el Parlamento iraní no lo ratificó. Sin embargo, Bonadio insiste en la existencia de un hecho delictivo y por eso pidió el desafuero y detención de la ex jefa de Estado.
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