viernes, 15 de diciembre de 2017

Fuerte derrota del macrifascismo: en medio del escándalo y la brutal represión tuvo que levantar la sesión por falta de quórum y no pudo aprobar la reforma jubilatoria

MÁXIMA TENSIÓN SE VIVIÓ AYER A LA TARDE EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS POR EL DEBATE DE LA REFORMA PREVISIONAL, QUE FINALMENTE TERMINÓ CON UN REVÉS PARA EL RÉGIMEN MACRIFASCISTA A RAÍZ DE QUE LA SESIÓN FUE SUSPENDIDA Y SE TRABÓ LA SANCIÓN DEFINITIVA DE LA LEY.


La alianza de derecha Cambiemos sufrió ayer una dura derrota política al fracasar en su intento de aprobar la polémica reforma jubilatoria en la Cámara de Diputados, donde en medio de un escándalo por denuncias de falta de quórum y represión de la gendarmería en las afueras del palacio, Elisa Carrió acordó con el kirchnerismo levantar la sesión.

Lo pidió tras varios minutos de gritos, insultos y careos entre diputados con un pico de tensión cuando los kirchneristas se abalanzaron contra Emilio Monzó para recriminarle la represión a dos de sus pares: Mayra Mendoza y Matías Rodríguez, que había quedado inconsciente.

Se habían enfrentado con los gendarmes en uno de los puestos de control cuando no los dejaban pasar por no contar con credencial. Los recién asumidos no las habían ido a buscar.

Pero la polémica había empezado a las 14.30, cuando Agustín Rossi pidió levantar la sesión porque había transcurrido media hora sin quórum, tiempo límite que marca el reglamento.

En los minutos previos el jefe de la bancada del PRO Nicolás Massot y Emilio Monzó, encargados de juntar la mayoría, caminaban nerviosos por el recinto, teléfono en mano. Los aliados para el quórum no alcanzaban. Estaban en sus bancas Martín Lousteau y dos de sus tres aliados: Carla Carrizo y Teresita Villavicencio.

También el impresentable salteño Alfredo Olmedo y tres de los seis santiagueños: Graciela Navarro, Hugo Infante y Mirta Pastoriza. Massot se acercó a preguntar dónde estaban sus comprovincianos, pero no encontraba respuesta y mucho menos entendía por qué los diputados del interbloque de los gobernadores que habían comprometido a habilitar la sesión no estaban.

En ese clima, Monzó se sentó en el estrado y le dio la palabra a Rossi. "¡No tienen quórum, levanten la sesión!", le gritó el santafesino. Carrió le retrucó: "pido que se registren los antecedentes sobre sesiones en la que se esperaron unos minutos el quórum", solicitó.

Mientras hablaba empezaron a aparecer algunos diputados del interbloque federal, como el petrolero Alberto Roberti, los chaqueños Juan Mosqueda y Elda Pertile y los cuatro cordobeses cercanos a Juan Schiaretti.

El resto no quiso aparecier, tras una tensa reunión de bloque presidida por el salteño Pablo Kosiner, donde resonaron una vez más las críticas a la reforma de Elisa Carrió. No se vio a los misioneros y a los dos catamarqueños que Cambiemos decía haber cerrado en la Casa Rosada.

A las 14.35, la cuenta de la pantalla daba 128 cuando el sanjuanino Walberto Allende, cercano a Sergio Uñac, ingresó cansino por el centro del recinto, se sentó y marcó el quórum.

El recinto ya era un hervidero, con los camporistas enfrentándose a Monzó (Máximo Kirchner, Andrés Larroque, "Wado" de Pedro y Horacio Pietragalla fueron los primeros en entrar y massistas y progresistas (Libres del Sur y Movimiento Evita) parados al lado de sus bancas y a los gritos, negando el quórum.

Monzó la pasó mal: el sabbatellista Adrián Grana le tiró los perdigones de la gendarmería y Moreau lo invitó a pelear, mientras le recriminaba que habían llegado al quórum con dos diputados que debían jurar: el santafesino Astrid Hummel y el porteño Jorge Enriquez.

"¡Enriquez está acá!", gritaba Monzó y exhibía el diputado pronto a asumir. La alianza fascista Cambiemos distribuyó una foto del quórum con las bancas vacías de Enriquez y Hummel pero nunca explicó de donde salieron los 129 votos sin la mayoría del interbloque de los gobernadores en sus lugares. Kosiner tampoco identificar a sus dirigidos que fueron a sesionar. 

"Evidentemente no tienen el número, no lo busquen en el reglamento", reclamó la massista Graciela Camaño, parada al lado de su banca, como la mayoría de sus pares opositores que cantaban para impedir que el debate se iniciara. Los intentos de Massot por calmarlo no prosperaban.

En el medio del caos, Larroque mantuvo un amistoso diálogo con Carrió y unos minutos más tarde volvió al costado de su banca y le pidió a sus pares hacer silencio para escuchar a la chaqueña.

"Lo peor que puede hacer la cámara es sesionar en este ambiente de violencia", solicitó la desquiciada hija de puta. "Se levanta la sesión", dijo Monzó, que ya había hablado con la chaqueña y Mario Negri, poco activo en los disturbios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario