SOBREVIVIENTE DE LA NOCHE DE LOS LÁPICES, MOLER ES UNA DE LAS VÍCTIMAS DEL REPRESOR BENEFICIADO CON ARRESTO DOMICILIARIO. CONSIDERÓ “REPULSIVO” QUE SUS HIJOS Y NIETOS RADICADOS EN MAR DEL PLATA TENGAN QUE CONVIVIR CON ÉL EN LA MISMA CIUDAD Y REMARCÓ QUE "ETCHECOLATZ HOY CON SU SILENCIO SIGUE COMETIENDO DELITOS".
La decisión de otorgar al ex comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz el beneficio del arresto domiciliario, que el genocida de 88 años pasó a cumplir en Mar del Plata, sigue generando un amplio repudio. Entre las voces que se alzaron está la de Emilce Moler, una de las sobrevivientes de La Noche de los Lápices, hecho por el cual el comisario había recibido una de sus condenas. Moler, cuya vida continuó en Mar del Plata tras el calvario del terrorismo de estado, consideró un “retroceso grave” la domiciliaria y estimó que el delito se perpetúa con el silencio del represor sobre el destino final de sus víctimas.
“Esto tiene que ver con el clima de época, hay símbolos sociales y Etchecolatz es un símbolo de la más nefatsa historia, de lo que no queremos”, señaló Moler, para quien que el represor cambie la cárcel por su casa “tiene que ver con lo simbólico” y planteó el contraste con Milagro Sala. “Miremos las trabas que se le ponen a ella para que tenga arresto domiciliario, no es tan elemental, se juega lo político”, dijo.
Moler tenía 16 años cuando fue secuestrada en septiembre de 1976. Pasó por el Pozo de Arana y por la Brigada de Investigaciones de Quilmes hasta que fue llevada a la cárcel de Villa Devoto y luego, en 1978, quedó en libertad vigilada en Mar del Plata. Una de las condenas a perpetua de Etchecolatz fue por la causa del llamado Circuito Camps, que incluyó el operativo contra los estudiantes secundarios.
“Etchecolatz hoy con su silencio sigue cometiendo delitos. Lo hace ahora mismo al no decir cuál fue el destino final de los desaparecidos”, afirmó Moler en declaraciones a FM La Patriada. Por ello, aseguró que “es inadmisible cualquier perdón” y remarcó que “ahora está en Mar del Plata, donde tengo a mis hijos y mis nietos, es revulsivo que convivan con él”. En esa línea recordó que “mi hija mayor estuvo en escraches y me vio luchar para que no estén sueltos y ahora se da la ironía de que viva cerca de un genocida. Esto tendría que ser una herida social, no personal”.
Moler atribuyó a un “cambio de época” que el genocida acceda al arresto domiciliario. “Lo visibilicé cuando asumió Macri. No votar el proyecto del kirchnerismo implicaba un retroceso”, sostuvo y afirmó que frenar los juicios “son retrocesos que estaban implícitos en el paquete de medidas” y recordó el apoyo de Cecilia Pando en la campaña: “no era gratuito, por algo lo apoyaba".
La sobreviviente también recordó que, en contraposición a este presente "el kirchnerismo me sorprendió gratamente”, y dijo que lo que sucedió a partir de 2003 la “excedió” en materia de derechos humanos y que la política implementada “permitió que nuestra siembra se coseche de forma sumamente gratificante”.
Moler también recordó que “nunca dejó de hablar del tema” y que en los primeros años de la democracia “había que hacer esfuerzos para explicar lo que era la militancia” y “cómo fueron posible 30 mil desaparecidos”. En su opinión “se aclaró qué era la militancia durante el kirchnerismo cuando los pibes identificaron la política como herramienta de transformación”.
De cara al futuro, opinó que “no hay que quedarse quietos” y que “los procesos no son lineales ni exitosos como uno quisiera. Hay otras maneras de comunicarse con los jóvenes crecidos en democracia. Seguramente se van a restituir un montón de cosas y depende de nosotros”.
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