LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO INFORMARON "CON ENORME TRISTEZA" EL FALLECIMIENTO DE LA ABUELA RAQUEL RADÍO DE MARIZCURRENA, FUNDADORA DE MADRES Y ABUELAS DE PLAZA DE MAYO
Raquel sufrió el secuestro de su hijo Andrés y su nuera Liliana Caimi, embarazada de cinco meses, el 11 de octubre de 1976, día que festejaban el cumpleaños 24 de Andrés. A las 11 de la noche, cuando ya habían terminado de cenar, tocaron el timbre seis policías que se los llevaron con la promesa de devolverlos en dos horas.
Pero Raquel ya sabía lo que eso significaba. De inmediato fue con su consuegra a hacer la denuncia que nunca les tomaron y allí conoció a otras mujeres que estaban padeciendo el mismo horror perpetrado por el terrorismo de Estado.
En abril de 1977, junto a otras 13 mujeres, fundó Madres de Plaza de Mayo. Recopilaban información, hacían firmas conjuntas, se dividían en grupos y los jueves se reunían en la Plaza de Mayo. Raquel pudo haber sido víctima directa del terrorismo de Estado, estuvo detenida con Azucena Villaflor, y el día que se llevaron a otras Madres y la monja francesa Alice Domon de la Iglesia de la Santa Cruz, se salvó porque no pudo llegar.
En octubre de 1977, cuando la tarea de buscar a sus nietos se volvía más trabajosa, junto a otras once madres fundó Abuelas de Plaza de Mayo.
"Raquel era la calidez y la escucha de nuestra casa. En su oficina, abierta a todos, aconsejaba a sus compañeras, a los nietos y nietas y a todo aquel que pasara frente a ese escritorio que invitaba a sentarse. Durante muchos años cocinó para sus compañeras, con quienes muchas veces pasaban días enteros tras la pesquisa de algún posible nieto; enfrentó a los militares, habló con la prensa, recibió denuncias y se ocultó para constatar si un niño era uno de los nietos buscados. Raquel era lectora voraz de noticias y de libros históricos. En los últimos años se dedicó fundamentalmente al trabajo sistemático con el archivo periodístico, ya no atendía a la prensa, pero era la Abuela que ayudaba a organizar las tareas cotidianas de la sede, con inteligencia y complicidad. Su chocolate caliente era una exquisitez que nos regalaba una vez al año y nunca podremos olvidar", la recuerdan desde Abuelas de Plaza de Mayo.
"Tierna, de pocas pero justas palabras, y de un humor siempre listo para iniciar el diálogo, Raquel fue y será una institución en Abuelas. Ella partió sin encontrar al hijo de Andrés y Liliana, pero tuvo la generosidad de encontrar muchos otros niños, jóvenes y hoy adultos. Horacio, su hijo menor, le dio otro nieto con su compañera Paula. Quizá esa y los 125 nietos restituidos hayan sido un premio. Todos seguiremos buscando al nieto de Raquel porque nos duele en el alma que haya partido sin encontrarlo. Nos seguirá guiando y quedará en nuestra memoria el amor y la picardía con que tomaba la vida. La querremos y extrañaremos siempre", agregan.
Sus restos fueron velados ayer de 10 a 20 en la Cochería Aguirre, Avenida Centenario 665, San Isidro, en la zona norte del conurbano de Buenos Aires.
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