EL AUTOR DE HITOS DE LA MÚSICA AMERICANA COMO “A DESALAMBRAR”, “EL CHUECO MACIEL”, “CANCIÓN PARA EL HOMBRE NUEVO”, “DECLARACIÓN DE AMOR A NICARAGUA” O “LA PATRIA VIEJA” FALLECIÓ EN MONTEVIDEO A LOS 78 AÑOS. “MIS CANCIONES, AL CABO, SON COMO PAÍSES QUE TENEMOS DENTRO NUESTRO, CON SUS ADUANAS, SUS PRECIPICIOS, SUS HERMOSURAS Y SUS CONTRASTES, PORQUE SOMOS TODOS CLAROSCUROS ANDANTES”, HABÍA DICHO EN FEBRERO.
El cantautor uruguayo Daniel Viglietti murió ayer en Montevideo a los 78 años de edad. El músico y compositor Ruben Olivera, amigo de Viglietti, dijo a la agencia DPA que el artista "no tenía problemas cardíacos" y que su muerte fue sorpresiva para todos sus compañeros y familiares.
Icono de la música americana con compromiso social, conoció la cárcel, la tortura y el exilio. Fue uno de los fundadores del denominado Canto Popular Uruguayo (CPU), donde tuvo como socios principales a otros grandes representantes de la música urguaya como Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños.
Siempre comprometido con las causas populares, Viglietti recibió el reconocimiento de los públicos más diversos de América Latina y de Europa, principalmente de Francia, país al que siempre estuvo muy vinculado y que visitaba con frecuencia.
Fue autor de reconocidas canciones como "A desalambrar", "El chueco Maciel" y musicalizó a numerosos poetas iberoamericanos como sus compatriotas Circe Maia, Líber Falco y Washington Benavídez, el peruano César Vallejo, los españoles Rafael Alberti y Federico García Lorca y el cubano Nicolás Guillén, entre otros. También realizó múltiples espectáculos y grabó discos "A dos voces" con su compatriota Mario Benedetti, a quien le unía además una profunda amistad.
El músico comenzó su carrera en 1963, con Canciones folklóricas y 6 impresiones para canto y guitarra, consolidando desde entonces una carrera ilustre como músico folklórico a pesar de haber tenido una formación como guitarrista clásico, de la mano de maestros como el guitarrista Abel Carlevaro. A lo largo de su trayectoria tomó elementos de la música clásica que incluyó en sus composiciones, además de elementos de la poesía, del rock y de la balada.
En las décadas de 1960 y 1970 se afirmó como un puntal del movimiento del canto popular, con canciones vinculadas con la ideología izquierdista y a las luchas sociales en América Latina, reflejada en discos como Canciones para el hombre nuevo, logrando una proyección internacional destacada, que lo convirtió en una de las voces más influyentes en todo el continente americano durante esa época.
En 1972 fue detenido por las autoridades uruguayas,y se inició una campaña de liberación que incluyó a Julio Cortázar y Jean Paul Sartre, entre otras figuras de la cultura a nivel mundial.
Entre 1973 y 1984, durante la dictadura, se exilió primero en Argentina y luego en Francia. En ese período grabó también en Cuba, junto a artistas como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Chico Buarque.
A su retorno publicó su colaboración discográfica con Mario Benedetti, A dos voces, en la que se registraban recitales que ambos dieron durante su exilio fuera de fronteras.
Desde 1997 realizaba semanalmente un programa de radio que se llamaba "Tímpano" y otro de televisión que se titulaba "Párpado" en el que difundía artistas de todo el mundo.
“Pongo mi voz y mi guitarra como elemento opinante”, definió en un reportaje con Página/12 en febrero de este año, cuando vino para realizar conciertos en el Torquato Tasso pero también se hizo tiempo para acompañar a los maestros que protestaban frente al Congreso con una Escuela Itinerante.
En agosto volvió a la Argentina, nuevamente al Tasso, para dar comienzo a un ciclo de tres meses de músicos uruguayos. “Mi generación, que es la de Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños, está muy marcada por la música de origen campesino, aunque Alfredo y yo seamos montevideanos. Ambos tuvimos un estilo muy marcado por lo solístico, y a los dos nos influyó mucho el folklore argentino”, explicó entonces.
En otra frase resumió el hilo conductor de toda su obra: “Canciones relacionadas con un compromiso muy hondo con la lucha popular en mi país, y en América Latina… es esa memoria que me lleva a pensar en las luchas, los logros, los aciertos, dificultades, derrotas y recomienzos. En este momento puntual de la historia, creo que la lucha más importante es la de enfrentar la impunidad”.
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