EN EL OFICIALISMO PREOCUPA QUE CRISTINA Y MASSA CONCENTREN LA PELEA, CON CAMBIEMOS SIN CANDIDATOS DE PESO.
La posibilidad cada vez más concreta de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, la confirmación en las encuestas de que la polarización no es tal y que se perfila una elección de tercios en la provincia de Buenos Aires, dispararon en el macrifascismo algunos cuestionamientos por la decisión de que Elisa Carrió sea candidata en la Capital Federal y que la alianza de derecha Cambiemos se quede sin una figura importante para confrontar con la ex presidenta y y el vende humo tigrense.
A poco menos de veinte días para el cierre de listas, puertas adentro del oficialismo empieza a hacerse un análisis profundo sobre la decisión de complacer el pedido de María Eugenia Vidal para que Carrió no sea candidata en la provincia. Algunos creen que ese pudo haber sido un error importante que podría salirle caro al régimen fascista.
El duranbarbismo se sostiene en que efectivamente la marca Cambiemos tiene muy buena aceptación y una media que ronda el 35%, según explicó un consultor político. El problema es cómo se traslada esa aceptación, o la buena imagen de Vidal y Macri, al candidato elegido. "Tenés que tener un buen producto para vender, si tu candidato es muy malo no vas a zanjar la diferencia. Tenés que buscar en cada distrito el mejor, el que más acerca a esos números. El comodín Vidal puede inclinar la balanza, pero necesitás una estructura nacional y provincial dedicada a eso", completa.
Esas voces entienden que la incogible chaqueña era por lejos la candidata con más volumen político del oficialismo en la provincia y empiezan a desconfiar de las ideas de Durán Barba de apostar a la polarización y a la marca Cambiemos. Sobre este último punto, entra en discusión con quienes creen que en Argentina cada vez pesan más los candidatos y no tanto las fuerzas, y por lo tanto es un error apostar por dirigentes con poco conocimiento.
Pero el problema es que enfrente de los candidatos de Cambiemos habrá dos pesos pesados como Cristina y Massa, y la idea de una elección de baja intensidad, el escenario ideal para el régimen, quedó en el olvido. El reciente caso de La Rioja, donde la Rosada agitó las diferencias en el peronismo, y terminó tercero puede ser un antecedente inquietante.
Es por eso que a un sector del macrifascismo le preocupa no tener un candidato fuerte para contrarrestar a Massa y Cristina, y descartan que Esteban Bullrich, Gladys González y Facundo Manes tengan el músculo suficiente para hacer pie en ese ring. Por eso, un sector propone llevar a Graciela Ocaña como cabeza de lista para atacar a la ex presidenta con la corrupción.
El temor a quedar opacado y hasta atrapado en una polarización entre Cristina y Massa es el que genera este incipiente arrepentimiento en un sector del régimeno y es lo que también genera algunas dudas sobre el armado bonaerense, donde ya no se da por hecha la candidatura de Bullrich y empiezan a barajarse otros nombres, como el de Carolina Stanley.
Esas dudas se traducen en una campaña que no termina de arrancar en la provincia. El problema es que tampoco arranca en la ciudad, donde Carrió no parece dispuesta a acomodarse a los tiempos y las ideas de campaña del macrifascismo. De hecho, según confiaron desde el régimen fascista porteño, la líder de la Coalición Cínica designó a un jefe de campaña pero no se junta con el equipo y no existe ningún plan serio para la campaña. Es decir que además de la cuestión estrictamente política, preocupa lo práctico y ya se preparan para una campaña totalmente imprevisible.
La preocupación -y hasta el enojo- con Carrió es que más allá de algunos dardos a Martín Lousteau no se la ha escuchado referirse a la ciudad de Buenos Aires y cada vez que habla sacude a algún funcionario de los régimenes de Macri o Vidal, o al propio es hijastro de Flavia Palmiero, a quien ninguneó en una reciente entrevista con Infobae. En el mejor de los casos, las críticas son para Cristina o Massa, justamente a quienes podría estar enfrentando directamente.
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