MIENTRAS LOS FLAMANTES 55 DESOCUPADOS DE LA SUCURSAL DE SARANDÍ SE IBAN POR UNA PUERTA, POR LA OTRA INGRESABAN LOS SOBREVIVIENTES. LOS ESPERABA UN ESCRIBANO Y UNIFORMADOS DE LA POLICÍA BONAERENSE. “FIRMÁ ACÁ, SI NO TE VA A PASAR COMO A LOS OTROS”, LES DECÍAN A LOS TRABAJADORES.
“El miedo no es zonzo”, dice el refrán. Los gerentes de Recursos Humanos lo saben y algunos gobiernos también.
Cuando todavía era ministro de Economía, Alfonso Prat el Gay sinceró la consigna: “cada paritaria discute lo que puede discutir. Me parece que acá no es solamente la dimensión del salario sino también cuidar el empleo”. Avisaron y, sí, cumplieron.
El lock out patronal en AGR Clarin (cerrada por sus dueños en plena actividad), la negociación laboral a la baja en la actividad petrolera y el reciente conflicto en PepsiCo son los casos más elocuentes de una férrea hermandad: el poder político y el poder económico, aliados.
Hay clima para despedir. Los medios hegemónicos y oficialistas ignoran la verdad que los rodea. Los funcionarios repiten que estamos muy bien, solo que nosotros no nos damos cuenta. Y los empresarios saben que el Ministerio de Trabajo, lejos de ser un escollo, es para ellos como un spa.
El caso Walmart desnuda el modus operandi que pretende instalarse. Despidieron a 55 empleados de la sucursal Sarandí. Mientras los flamantes desocupados se iban por una puerta, por la otra ingresaban los sobrevivientes. Los esperaba un escribano y uniformados de la Policía bonaerense. “Firmá acá, si no te va a pasar como a los otros”, les decían a los trabajadores.
Y firmaron, claro. Suscribieron las reglas de un nuevo contrato, que desconoce los convenios vigentes y establece cláusulas de flexibilización y ajuste: remuneración a la baja, horarios partidos, turnos adaptados a la demanda en las ventas, vínculos temporarios y tercerización.
No hubo diálogo. No hubo consenso. Amenazaron a los trabajadores, los extorsionaron. Rompieron la discusión colectiva -amparada por ley- para plantearla por empresa. Hay un contexto, sí. Los precios de los alimentos registraron en mayo un aumento interanual del 29, 5%. La caída en el consumo en el sector promedia el 4%. Los CEOS encuentran una respuesta poco creativa ante la crisis: maximizan ganancias considerando los salarios como un costo a reducir.
Sólo en la última semana se perdieron en todo el país unos 1500 puestos de trabajo. Veinte familias por día se quedaron sin ingresos, veinte jefes de hogar diciéndole a los suyos “me echaron”. El ejército de despedidos es también un arma, el temor disciplina.
Fuente: nota de Giego Pietrafesa para Infonews
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