Por Daniel Ivoskus (*)
EL PASADO 19 DE FEBRERO, LOS ECUATORIANOS SALIERON A VOTAR CON EL PROPÓSITO DE ELEGIR AL PRÓXIMO PRESIDENTE QUE OCUPARÁ EL PALACIO DE CANDORELET; JUNTO CON LA PRIMERA VUELTA SE REALIZARON LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS Y UNA CONSULTA POPULAR. TRAS UNA REÑIDA ELECCIÓN, SE PRODUJO UN ESCRUTINIO MÁS LENTO DE LO PREVISTO, ALENTANDO ACUSACIONES INFUNDADAS DE UN POSIBLE FRAUDE ELECTORAL QUE NUNCA EXISTIÓ. EL RESULTADO DEJÓ UN PANORAMA VACILANTE CON UNA GRAN INCÓGNITA QUE LE DIO PASO A UNA CONTROVERTIDA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL.
Los binomios más votados le dieron el segundo lugar al candidato del Movimiento CREO y SUMA, Guillermo Lasso, quien se llevó el 28.09% de los apoyos. El primer lugar fue para el candidato del oficialismo, Lenín Moreno, de Alianza País con el 39.36%: un apoyo significativo, pero no suficiente para traspasar la barrera electoral y lograr una diferencia del 10%. De haberse dado así se evitaba una segunda vuelta y le hubiera dado el triunfo en la primera.
Cambio vs. Continuidad fue el clivaje que dominó y logró polarizar la elección ecuatoriana; una dicotomía que recorre la región y hace que la realidad supere la ficción. Sin ir más lejos, no es una casualidad la "argentinización" del proceso electoral ecuatoriano. Latinoamérica, un bloque que en los últimos tiempos ha sido impactado por sorpresas y sucesos electorales del más alto calibre, se prepara para recibir ese ciclo de cambios que vive la región.
Ambos candidatos se enfocaron en los indecisos, quienes marcarán la diferencia en una ajustada segunda vuelta electoral a celebrarse este domingo 2 de abril.
El candidato de CREO, Guillermo Lasso, buscó proyectar una imagen de renovación y posicionarse como el candidato del cambio; acentuando fuertemente su figura de opositor al proyecto oficialista. Asimismo, llevó adelante una estrategia anclada bajo el lema de "Vamos por el cambio", tratando de unificar a toda la oposición en su propuesta.
Del otro lado del ring se encuentra el carismático Lenin Moreno, quien buscó ganar adeptos bajo el lema "el futuro no se detiene".
Con un perfil más continuista del proyecto en el poder, busca darle su propia impronta conciliadora y dialoguista, incluso tratando de diferenciarse del oficialismo en algunos temas que causan rechazo en los indecisos y de algunos sectores de la opinión pública.
El escenario electoral estuvo cooptado por una multiplicidad de actores, pero ninguno tan relevante como Rafael Correa: tan amado y odiado al mismo tiempo con su estilo pasional e irreverente para aparecer en la escena pública. El futuro ex presidente acompañó y también se sumó a la campaña de Lenin Moreno; concentró las miradas del país y del mundo bastaban solo 140 caracteres para poner a trinar a toda la campaña y ponerle su propio ritmo marcando la agenda.
La actual coyuntura del país es indudablemente muy distinta a la de hace 10 años. En gran parte por la crisis económica que atraviesa el país tras un período de bonanza: situación que se interpone como un desafío para el candidato del oficialismo. Al mismo tiempo, tiene que lograr diferenciarse de un líder indiscutido y de no ser opacado por la imponente figura de Correa.
La región se acostumbró a tener liderazgos fuertes como sinónimo de confianza y seguridad ante un presente con más incertidumbres que certezas.
La sucesión de poder, junto a la renovación de liderazgos, corre el riesgo de terminar perfilándose bajo la sombra de ese incuestionable líder que aún no se fue o se encuentra de salida.
Pasó con Daniel Scioli y Cristina Kirchner en Argentina, Hillary Clinton y Barack Obama en Estados Unidos, Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Nicolás Maduro y Hugo Chávez en Venezuela y a esta lista, se podría estar sumando Lenin Moreno y Rafael Correa.
Asistimos a una escasez de liderazgos fuertes, empoderados, creíbles y carismáticos que cristalicen las expectativas de los ciudadanos y lideren proyectos políticos definidos y estables que encaminen a la región hacia un futuro más confiable. La elección ecuatoriana se convierte en otro hito que cierra un ciclo político en América Latina que nos está proponiendo reflexionar ante las viejas formas de hacer política.
Las próximas horas serán claves para los 12 millones de ecuatorianos que se acercarán a todos los centros de votación habilitados para emitir su voto y, ante todo pronóstico, serán quienes cierren este largo periodo electoral. Resulta oportuno preguntarnos si seguiremos asistiendo a un ciclo de "cambios" políticos. Como el de Mugrizio Macri en Argentina, el de Pedro Pablo Kuczynski en Perú y el enigmático Donald Trump en Estados Unidos o ¿Ecuador decidirá seguir por el camino de la continuidad política? Será el próximo presidente de Ecuador el candidato que menos errores cometió en su carrera presidencial.
(*) Presidente de la Cumbre Mundial de Comunicación Política
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