LA COMPRA DE CASAS MIENTRAS SE ANUNCIA LA CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS POPULARES FUE DEFINIDA DESDE LA UOCRA COMO UNA “PRÁCTICA BIPOLAR” DEL RÉGIMEN MACRIFASCISTA. PARA LOS LADRILLEROS, ES “DESTRUCTIVA DE LA PRODUCCIÓN”.
Las políticas sociales del régimen fascista de Mugrizio Macri no escapan a la lógica del mercado que domina la cabeza del cuerpo ministerial. Por caso, mientras el ex hijastro de Flavia Palmiero anuncia la construcción de 100 mil viviendas destinadas a los sectores populares, con el consecuente impacto positivo en la generación de empleo, al mismo tiempo el pelotudo hijo de puta adquiere casas prearmadas de China. Un mecanismo que la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) define como “prácticas bipolares” del régimen y que la Unión Obrera Ladrillera (UOLRA) prefiere calificar como “una decisión destructiva de la producción de ladrillos”.
Apenas tres días antes del primer paro general, Macri anunció junto a empresarios del sector y el titular de la UOCRA, Gerardo Martínez, un plan para levantar 100 mil casas en el país. Una decisión que puede enmarcarse en un intento del oficialismo por reactivar la economía. Sin embargo, también está en marcha la adquisición de casas premoldeadas que se realizan en China y que, en una primera tanda, significaría el ingreso de 15 mil viviendas. El acuerdo con la República Popular de China se terminaría de cerrar en mayo, cuando el subnormal viaje a ese país.
En la UOCRA reconocen que esa cantidad no necesariamente generará un descalabro en el mercado de la construcción pero, advierten, que “abre la puerta para una importación masiva que impactará de manera negativa no sólo entre nuestros afiliados sino en toda la cadena de valor de la industria”.
Luis Cáceres, titular de la UOLRA, es más dramático, al señalar que “este tipo de viviendas es mucho más barata y perjudica de manera directa a la actividad ladrillera”. El sindicalista sostiene que la destrucción del sector abarca a las 29 cooperativas ladrilleras que hay en la Argentina y que con mucho esfuerzo luchan por sobrevivir al parate que sufre la construcción desde la asunción de Macri. “Nosotros lo venimos advirtiendo desde el año pasado. Ya en la movilización de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular de noviembre anunciamos nuestro rechazo a esta decisión del Gobierno", sostuvo.
El dirigente ladrillero descree de las buenas intenciones oficiales. No sólo destacó la contradicción de anunciar un plan de viviendas y al mismo tiempo la compra de estas casas chinas. También recordó que durante la campaña electoral Macri había prometido la construcción de un millón de viviendas, pero que, sin embargo, “ya llevamos 15 meses y recién anunció la construcción de cien mil lo que confirma que al Gobierno le interesa más la apertura de la economía que favorecer la industria nacional”.
Hasta hace cuatro años la actividad ladrillera contenía a unos 160 mil trabajadores, muchas de ellos realizando sus tareas en fábricas, emprendimientos familiares y cooperativas. Para Cáceres, “todas estás familias están en riesgo”.
A diferencia de las casas tradicionales, las premoldeadas requieren de mucho menos mano de obra y esto es lo que preocupa a los gremios. Es más, voceros de la UOCRA advirtieron que la realización de barrios para sectores de menores recursos suele reclamar la presencia de mayor mano de obra que lo que implica el levantamiento de edificios. “Entonces, si se generalizan las casas chinas se afectará de manera negativa nuestra actividad”, reconocieron.
En un régimen donde lo que manda es la relación costo-beneficio sin considerar el impacto social, las viviendas que prometen realizar las empresas chinas representan música para los oídos oficiales. El metro cuadrado de las casas chinas tiene un costo aproximado de 650 dólares, la mitad de lo que cuesta una vivienda tradicional. El beneficio para el régimen es electoral. Pero no se tiene en cuenta que la construcción no sólo es levantar paredes sino todo el universo laboral que se mueve alrededor de los ladrillos y la madera.
En la UOCRA suelen calificar a los movimientos del macrifascismo como “bipolares”. El ejemplo de las casas chinas es uno de los más claros. El año pasado los representantes de la UOCRA y la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO) mantuvieron una reunión con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Allí expresaron su rechazo a la idea del régimen de hacer negocios con los chinos y sus casas premoldeadas. Los hombres de la UOCRA juran que en ese momento Frigerio se comprometió a frenar la iniciativa. La reunión se había realizado en el marco del freno que existía en la obra pública. La reactivación aún no llegó y, por lo tanto, la preocupación de la UOCRA y la UOLRA no tiene motivos para desaparecer. La llegada de las 15 mil casas es una prueba del impacto de la apertura indiscriminada de la economía.
Fuente: nota de Felipe Yapur para Página/12
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