EL VICEJEFE DE GABINETE DESOYÓ TODAS LAS ADVERTENCIAS INTERNAS SOBRE LO ARRIESGADO DE SUS ESTRATEGIAS.
Mario Quintana pasa sus peores días en el régimen. De ser mencionado como el verdadero poder de la Jefatura de Gabinete y motor del equipo económico, pasó a ser el blanco de todas las críticas internas por dos de las últimas tres derrotas resonantes del macrifascismo: Bancarios y Jubilaciones. La otra es Correo.
No es casual que bancarios y jubilaciones desemboquen en Quintana. El dueño de Farmacity tiene a su cargo la supervisión del Ministerio de Trabajo, origen de ambos conflictos. La relación de Quintana con el ministro Jorge Triaca se ha ido deteriorando en los últimos meses, a raíz de serias diferencias de análisis político.
Fue Quintana quien forzó a Triaca a desconocer la paritaria de bancarios, en una guerra que le metió ruido a la trabajosa armonía que el ministro alcanzó con la CGT, a fuerza de innumerables asados y miles de millones devueltos de las obras sociales.
Dos meses después toda esa tensión y la amenaza de un histórico paro de tres días, Quintana pudo cosechar el logró de su inflexibilidad: Los bancarios consiguieron lo mismo que les había negado.
El segundo fracaso fue más grave y causó un daño político pleno al ex hijastro de Flavia Palmiero. Quintana fue el motor detrás de la fallida baja de las jubilaciones. Creyó que había descubierto petróleo: Readecuamos la cuenta aritmética de la ANSeS vía resolución y con un micro ajuste de unos 20 pesos por jubilados nos ahorramos 3.000 millones por año.
Entusiasmado, Quintana logró meter al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en la jugada, que aportó algunos técnicos para cerrar bien los números. Acaso no haya sido casualidad. Dujovne lleva las charlas con el FMI, que le venía señalando a Macri una obviedad: El grueso del gasto del Estado se va en el sistema previsional y si quiere ajustar en serio debería mirar ese elefante.
Ahí las cosas se pusieron más espesas. "Cosas como estas provocan la caída de funcionarios", lo alertaron al titular de la ANSeS, Emilio Basavilbaso. Y entonces se les ocurrió otra genialidad, la resolución la firmaría el superior formal de Basavilbaso, el secretario de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, Juan Carlos Paulucci.
La medida se terminó de definir en una muy tensa reunión de Quintana con Paulicci y Triaca. El ministro de Trabajo le explicó al empresario que lo que proponía era políticamente disparatado: Comprarse un conflicto de primer orden para ahorrar 3.000 millones. El gobierno de Fernando de la Rúa empezó a desmoronarse cuando recortó las jubilaciones y terminó con el viaje en helicóptero.
"Además es ilegal, en dos minutos nos lo traban con un amparo en los tribunales", aportaron los abogados. Pero claro, Quintana no es político y menos abogado y presionó a fondo.
Paulicci, que viene del peronismo, fue más práctico. "Esta bien yo lo firmo ¿pero vos me garantizás que después no van para atrás como suelen hacer y yo quedo enganchado?", fue la pregunta. Ahora a Paulicci le dicen Nostradamus, pero repasando las últimas semanas del régimen fascista, quizás su profecía no sea tan impresionante.
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