TENÍA 24 AÑOS Y CUMPLÍA TAREAS DE MANTENIMIENTO EN LA LÍNEA H; HABÍA SIDO CAMPEÓN CON LA SELECCIÓN ARGENTINA Y JUGABA EN BOCA.
La vida de Matías Kruger estaba atravesada por el futsal. Su vida era el futsal. Tanto, que el trabajo que tenía como operario en el subterráneo porteño lo había conseguido gracias a su llegada a Boca Juniors, equipo donde jugaba desde hacía tres temporadas.
El domingo pasado había sido su último partido: la primera final de la liga argentina de futsal. En el microestadio de Morón, Boca se enfrentó contra Kimberly. No fue una buena jornada para Kruger: su equipo cayó 4-1 y él fue expulsado. La revancha era hoy.
Matías había nacido en Villa Lugano el 27 de marzo de 1992. Tenía 24 años y desde chico hacía de las suyas en las canchas rápidas del futsal como pivot/ala. Llegó a jugar en Nueva Estrella de Lugano, América del Sud y hasta en Estados Unidos.
Era habitual verlo con la camiseta número 6 de la selección argentina y había subido en varias oportunidades al podio. En 2012 fue parte del plantel que logró el tercer puesto en el Sudamericano Sub 21 en San Cristóbal, Venezuela, y el año pasado fue campeón en la Copa América que se disputó en Porto Viejo, Ecuador. También jugó en la Copa Libertadores.
Kruger festejó mucho el 1º de octubre pasado, cuando por primera vez la Argentina ganó el Mundial y rompió la hegemonía de Brasil y España. Él no llegó a jugarlo, pero sí participó en algunos amistosos previos.
Cuando dejaba los botines y las camisetas de futsal, Kruger se vestía con ropa de fajina para su trabajo como operario de mantenimiento del subte. En la Argentina el futsal es un deporte amateur. Había heredado la profesión del padre para ganarse la vida.
"Estaba contento porque el trabajo en el subte era estable y ahí no terminaba muy cansado para después entrenar. Los horarios en Boca también le eran flexibles", contó Diego Provenzano, del sitio Pasión Futsal.
En el subte, cumplía tareas nocturnas en el taller Colonia de la línea H. Anteanoche llegó al predio de Colonia y Los Patos, Parque Patricios, quizás deseando que Boca revierta el marcador en la revancha de hoy contra Kimberley, quizás pensando en porqué lo expulsaron en el primer partido de la final. Seguro soñaba con ser campeón.
Cerca de las 2.30 de la madrugada de ayer, Kruger se subió a una formación para trabajar en el sistema de aire acondicionado cuando una descarga eléctrica lo fulminó. Habrían sido unos 1500 voltios. La Justicia ahora investiga por qué sucedió lo que sucedió.
"En un año inolvidable para el futsal, tu partida también lo será", le dedicó un conocido en Twitter, donde ayer a la mañana no cesaban los saludos de condolencias por parte del mundo de futsal. "Seguí raspando y jugando allá arriba", decía otro de los mensajes.
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