IRÍA COMO CANDIDATA A DIPUTADA POR LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. SUS VISITAS A INTENDENTES. GUIÑOS A MASSA Y LLAMADOS A RANDAZZO.
Cristina ya se mueve como candidata. El miércoles último lideró un acto junto a la nueva conducción de la Federación Universitaria de La Plata (FULP), en lo que fue el comienzo de una serie de apariciones en tierra bonaerense, donde su séquito más cercano da como un hecho que competirá en 2017.
Por ahora, la imaginan al frente de la lista de Diputados y no en la de senadores, con un argumento más pragmático que nacional y popular: la Cámara baja renueva 70 diputados por la provincia de Buenos Aires y una lista que alcanza los 30 puntos obtiene no menos de 12, un número relevante en un Congreso sin mayorías.
El próximo paso de la ex presidenta es mostrarse con intendentes que aún respetan su liderazgo. Se encuadran en esa condición Mariano Cascallares (Almirante Brown), Gustavo Menéndez (Merlo), Walter Festa (Moreno), Leandro Nardini (Malvinas Argentinas), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Verónica Magario (La Matanza) y Ariel Sujarchuk (Escobar).
Buscan un contrapeso al Grupo Esmeralda, liderado por el marido de Jésica Cirio, Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Juan Zabaleta (Hurlingham) y Gabriela Katopodis (San Martín), quienes trabajan en una alternativa electoral del PJ por fuera del kirchenrismo.
Desde que abandonó la Casa Rosada, Cristina se mueve custodiada por un cuarteto de ex funcionarios: Oscar Parrilli, Martín Sabbatella, Teresa Parodi y Tristán Bauer, a quienes se les suma Ferraresi y el infaltable Andrés “Cuervo” Larroque, diputado y secretario general de La Cámpora.
Alguno de ellos tiene la misión de abrir el Instituto Patria cada vez que llega su jefa. Pero a diferencia de su última época de presidenta, su plan no es recluirse en los fanáticos sino capturar a los ofendidos para acallar voces de rebeldía y reducir las ofertas electorales.
“No escuchen a los gurkas. Escúchenme a mí”, instruyó a un grupo de referentes sociales que supieron apoyarla pero que nunca se acostumbraron al protagonismo de La Cámpora, como el ex diputado Gastón Harispe (Octubres), Patricia Fernández (26 de julio), Marcelo Koening (Descamisados), Jorge Aragón (Martín Fierro) y Federico Martelli (MUP).
En esa reunión, la ex jefa de Estado abrió la puerta a un futuro acuerdo con Massa, al aclarar que “no es el enemigo sino un compañero que se fue”, ante la insistencia de sus ex dirigidos en definir al tigrense como “la reserva del establishment”.
Esa reunión la organizó Máximo Kirchner, a cargo de la misión de recolectar heridos, misión que a muchos le recuerda las recorridas de su padre en 2010 cuando fantaseaba con una interna grande del PJ, finalmente innecesaria tras su muerte y el repunte popular de Cristina. Como parte de ese trabajo, cerca de la ex mandataria confirman que Máximo compartió un asado con Massa en abril, aunque el tigrense lo desmintió una y mil veces. “Hablaron de una agenda legislativa, que como era de esperar Sergio no cumplió. Tienen buena relación de hace tiempo”, contaron en el entorno de Máximo.
Casualidad o no, como, Massa empezó a diseñar una estrategia para correrse de las legislativas y quedar ileso para las presidenciales de 2019. Consiste en respaldar una lista con su esposa Malena Galmarini y Margarita Stolbizer, una “fórmula ma-ma”, como la definen en el Frente Rejuntador.
Su diagnóstico es similar al de los ultra K: la grieta está más fuerte que nunca y no habrá lugar para avenidas del medio. En ese escenario, sólo el dueto Malena-Margarita puede dejarlo bien parado y seguir en carrera para suceder a Macri.
Cristina también busca un puente con Florencio Randazzo, quien definirá en los próximos dos meses si compite en la provincia de Buenos Aires, con respaldo del Grupo Esmeralda. Para ampararlo, los alcaldes le prometieron quitarle a Fernando Espinoza los apoderados del PJ bonaerense y garantizarle la exclusividad de esa marca. Uno de los custodios de la lapicera es Eduardo "Wado" De Pedro.
Con la ex presidenta en juego sería una cuarta lista, dividiría aún más el voto del conurbano y agrandaría las chances de un triunfo de la alianza de derecha Cambiemos por un peldaño, haciendo valer la popularidad de María Eugenia Vidal en el interior bonaerense.
Cristina quiere hablarle de eso con Randazzo y envió a emisarios a buscar una reunión que nunca logró. "No hay que dejarse amenazar", sería su sugerencia, en alusión a supuestos problemas judiciales que su ex ministro tendría si da pasos en falso. Tal vez en respuesta, Randazzo se no sólo se acercó a los alcaldes rebeldes sino que eligió una foto con el de Bolívar, Eduardo "Bali" Bucca, de buena relación con Vidal.
El puente de la ex presidenta con el PJ orgánico era Daniel Scioli, pero su rol quedó deteriorado cuando Diego Bossio y los diputados de Juan Manuel Urtubey se fueron del acto en homenaje a Antonio Cafiero para no mezclarse con él. “Se muere por ser candidato a senador y nadie se lo confirma”, cuentan en el cristinismo. Pero lo harán esperar, como siempre. “Es época de acumular poder”, explican. Pero ya están de campaña.
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