Francisco culminó ayer su gira de tres días por Cuba, que incluyó misas en La Habana -con la presencia de los presidentes Raúl Castro y Cristina Fernández de Kirchner-, Holguín y en Santiago de Cuba, donde abogó por la "revolución de la ternura". El pontifice viajó Estados Unidos.
El pontífice visitó en La Habana un Centro Cultural de jóvenes y los llamó a "no conventillear" en pos de la "cultura del encuentro", mientras que durante su visita a la Catedral de la capital cubana ironizó con los consagrados que se enriquecen económicamente al sostener que "Dios es tan bueno que le manda un ecónomo desastroso que lo lleva a la quiebra".
Además, le otorgó un espacio predominante a la familia -de hecho, su última actividad en Cuba fue un encuentro con algunas de ellas- y afirmó que "un pueblo que cuida a sus abuelos, a sus chicas, a sus chicos y a sus jóvenes tiene el triunfo asegurado".
La presencia del papa despertó admiración y euforia entre los cubanos, quienes destacaron principalmente su condición de latinoamericano y su intervención en las negociaciones con Estados Unidos, euforia que se vio reflejada en las misas, eventos y caravanas que se formaron en las tres ciudades que recorrió Francisco a bordo del papamóvil.
El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, calificó de "experiencia muy positiva" la visita del pontífice al referirse a la recepción cubana, ya que "desde el primer momento que salió del aeropuerto, cientos de miles de personas se presentaron espontáneamente ante la presencia del Papa, con un entusiasmo popular simple y de personas siempre contentas".
Fiel a sus rupturas sorpresivas de protocolo, en la Catedral de La Habana el Sumo Pontífice dio un discurso espontáneo en donde sostuvo que "cuando se mete el espíritu de la riqueza en un consagrado o consagrada para asegurarse el futuro que no está en Jesús y sí en una compañía de seguros espiritual, Dios es tan bueno que le manda un ecónomo desastroso que lo lleva a la quiebra".
Francisco bendijo también las ciudades y antes de retirarse rumbo a Estados Unidos pronunció un breve discurso en el que afirmó que "un pueblo que cuida a sus abuelos, a sus chicas, a sus chicos y a sus jóvenes tiene el triunfo asegurado".
Sus últimas palabras a los cubanos fueron dadas desde la Catedral de esa ciudad, en donde tomó un micrófono y dijo que iba a bendecir la ciudad con "una condición, van a tener que pagar algo: les pido que recen por mí, esa es la condición. Adiós y gracias".
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