La Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública de Chile (Onemi) cifró ayer a la tarde en 11 los muertos -y en nueve los heridos- tras el terremoto de 8,4 grados en la escala de Richter que el miércoles a la noche afectó a varias regiones de ese país, donde un millón de personas permanecían evacuadas, y se contabilizaron 175 viviendas con daños mayores y 288 con daños menores.
La presidenta Michelle Bachelet confirmó que el millón de evacuados pertenece a la zona costera -donde ya no rige el alerta por tsunami- y precisó que todos los hospitales están funcionando, al igual que los aeropuertos, mientras que hay cerca de 100.000 familias sin luz.
"Aún quedan 100.000 familias sin luz, en particular en Coquimbo", indicó la jefa de Estado y dijo que hay 120 brigadas trabajando para reponer el sistema eléctrico. Manifestó además que hay lugares sin agua, mientras que está normalizada la provisión de combustible, al igual que las operaciones en los aeropuertos.
El sismo, que se sintió anteanoche a las 19.54 y tuvo como epicentro la localidad de Illapel, en la región de Coquimbo, fue en magnitud "el sexto en la historia de Chile y el más fuerte de este año", precisó Bachelet, al tiempo que afirmó que "más allá de lo operativo, yo diría que la gente esté tranquila".
Illapel quedó totalmente devastada y con un tercio de su población afectada, por lo que las autoridades emitieron la Alerta Sanitaria en la ciudad donde 10.000 de sus 30.000 habitantes se encuentran entre los damnificados.
La región de Coquimbo fue azotada el miércoles por olas de hasta cuatro metros y medio de altura, por lo que se decretó zona de catástrofe, informó esta mañana el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA). De acuerdo a la información brindada y reproducida por medios locales, las olas alcanzaron en esa región una altura de cuatro metros y 50 centímetros, seguida por Valparaíso, donde alcanzaron un metro y 92 centímetros.
Las variaciones en el nivel del mar "pueden mantenerse por horas y las embarcaciones y personas que se encuentren en actividades en el mar podrían verse afectadas por las corrientes", precisó la SHOA.
En tanto, "la tercera y cuarta región se mantienen aún en un estado irregular de marea con mucha corriente, se ha traspasado el control a la autoridad marítima de tal forma de evitar que la gente se acerque al borde costero y se mantenga alejada de las playas", indicó.
Marta González, de 46 años, administradora de un local comercial de dos pisos en Illapel, dijo que su negocio se derrumbó completamente con el movimiento telúrico. "Afortunadamente alcanzamos a arrancar antes de que todo se viniera abajo. Fue espantoso cómo todo se movió y por tanto tiempo. Pensé que no se iba a acabar nunca", manifestó.
"Pude comunicarme con todos mis familiares que viven en Coquimbo y ya sé que están bien. Agradezco la ayuda que nos ha prestado bomberos y los vecinos de la cuadra, quienes en conjunto han ayudado a remover los escombros y poder rescatar algo. Pero el derrumbe fue total, al parecer se perdió todo", lamentó la mujer.
En tanto, en las provincias andinas argentinas el sismo tuvo una magnitud de entre 5 y 6 grados en la escala Mercali Modificada (mide la intensidad con la que el sismo es percibida en cada lugar mientras que la de Richter mide la magnitud del siniestro por la cantidad de energía liberada) y de 3 grados de esa misma escala en la ciudad de Buenos Aires, donde no se registraron daños ni heridos.
La jefa de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (Unisdr), Margareta Wahlström, felicitó al gobierno de Chile por sus "exitosos esfuerzos para reducir el riesgo de desastres y minimizar la cantidad de víctimas".
"Las inversiones de Chile en infraestructura resiliente, sistemas de alerta temprana y planificación urbana han logrado asegurar que en esta ocasión el número de víctimas sea bajo, a pesar de la intensidad del terremoto", afirmó la funcionaria en un comunicado.
Wahlström destacó que "las alertas tempranas fueron muy eficaces para salvar vidas" y que "el mecanismo del país para cerciorarse del cumplimiento de los códigos de construcción generó dividendos".
"Con la evacuación de un millón de personas se veló por que no se perdieran tantas vidas, tal como ocurrió hace cinco años cuando fallecieron 523 personas", recordó, en referencia al terremoto del 27 de febrero de 2010, que alcanzó una magnitud de 8,8 grados y tuvo epicentro en el mar chileno, frente a las localidades de Curanipe y Cobquecura.
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