Familia, dinero, poder, negocios exitosos y, detrás de ello, la trastienda del hombre al que no le tembló la mano para deshacerse de su hermano y vender la empresa familiar dejando 3.500 familias en la calle.
Durante el fin de semana, se viralizaron antiguos tuits de Francisco De Narcováez en los que desacreditaba al líder del Frente Rejuntador Sergio Massa: “El massiclarinismo es más de lo mismo” y “#MassaEsK” proclamaba en un hashtag hace tan solo un año. Nada hacía pensar que su opinión pudiera modificarse al punto de construir una alianza con el ex intendente de Tigre, de cara a las elecciones de este año. Ocurrió.
De vuelta a la primera fila de la política, el narcolombiano retoma el único punto pendiente en su ambiciosa agenda: un alto cargo público que complemente sus actividades privadas. A este millonario de cuna, sólo le falta gobernar.
Rebelde, a los 16 años Francisco de Narcováez abandonó los estudios secundarios, y se puso a trabajar en Casa Tía, el negocio familiar que había fundado su abuelo en 1946. A fines de los años ochenta, asumió como director general de la compañía. Su madre, Doris Steuer, soñaba con que sus dos hijos (Francisco y Carlos) formaran juntos un gran equipo. Francisco tenía otros planes.
Carlos, el mayor de los dos y de perfil más creativo, no comulgaba con la voracidad de su hermano y eso los enfrentaba a diario. La situación estalló cuando el hoy aliado de Massa enfrentó a los accionistas, entre ellos a su madre, con el argumento de que Tía necesitaba que una sola persona tomara las decisiones.
Entonces, le pidió a su hermano que abandonara la compañía. Carlos se negó y Francisco levantó el teléfono y llamó a una empresa de fletes, que media hora después cargó en un camión todas las pertenencias de Carlos de Narváez.
Tiempo después del traumático despido de su hermano, la guillotina de Francisco cayó y arrasó a gran parte del personal antiguo de la firma, aún a aquellos que venían de la época de su abuelo: 3500 de los 5000 empleados de Casa Tía quedaron en la calle de un día para el otro. Una vez cumplida su misión, De Narcováez vendió la empresa al Grupo Exxel y abrió nuevos frentes de negocio.
“La mayoría de la gente que despedí tenía más de 25 años de experiencia en Tía; en conjunto me deshice de 5.000 años de experiencia. En un momento la empresa perdió su cultura; todo lo bueno y lo malo. Despedí a todos, desde cajeros hasta asistentes de gerentes. Gente que en el pasado había dirigido la empresa y, ahora, si no estaban de acuerdo con una idea, no la llevaban a cabo. Fue una decisión difícil de tomar y aún vivo con eso todos los días. No tiene sentido pensar en forma justa. No hay justicia”, declaró tiempo atrás.
Por su parte, Carlos dice haber recompuesto el vínculo con su hermano. “Retrospectivamente, la venta de la empresa familiar estuvo bien”, dijo. “Francisco está haciendo lo que realmente quiso toda la vida, y su trabajo es titánico”, opinó conciliador.
Férreo, ambicioso, capaz de quebrar viejos códigos y establecer nuevas reglas, el nuevo integrante del Frente Rejuntador está listo para dar pelea.
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