Cantar en mapuche con un coro de adultos mayores de la comunidad Hua-Hum de San Martín de los Andes, en Neuquén, o enseñar a algunos miembros de otro pueblo originario a improvisar obras de títeres, son algunas de las actividades que una veintena de adolescentes y jóvenes con trastornos del espectro autista realizan cada año como parte de un proyecto de integración que en esta ocasión los llevó a recorrer los andes patagónicos desde hace más de una semana.
"Todos los años hacemos un proyecto social para mostrarle a la sociedad todas las capacidades que tienen los chicos escondidas en un diagnóstico de Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD)", aseguró Marcelo De Luca, director y fundador del Centro de Actividades Educativas Camino (CAEC), la asociación civil que organiza la actividad.
Los adolescentes y jóvenes que asisten a la institución realizaron el año pasado el cruce a pie de la Cordillera de los Andes, caminando los 285 kilómetros que separan a Uspallata, en Mendoza, del Paso Internacional, en jornadas de 6 a 8 horas de trayecto diario.
En noviembre de 2012, el grupo había visitado 11 escuelas de la frontera argentino-boliviana en la Puna, para llevarles donaciones que se recolectaron a lo largo del año; mientras que en 2011 escalaron hasta los 4 mil metros del Cordón del Plata, en las proximidades del cerro Aconcagua, y en el 2010 hicieron cumbre en el Cerro Napostá y el Cerro Bahía Blanca, en Sierra de la Ventana.
"El TGD es una discapacidad mental que afecta la vinculación, pero la sociedad te pone el rótulo de discapacidad y es como si esa persona estuviera incapacitada para todo, cuando tienen muchas capacidades y eso es lo que queremos demostrar. Por eso este año nos propusimos asistir con botiquines de primeros auxilios a los pueblos mapuches de la Patagonia", dijo De Luca, quién además explicó que la idea surgió tras constatar que en las comunidades faltaba este tipo de insumos para emergencias "y nos pareció solidario que los chicos piensen en esta atención inmediata, algo que les hacía falta y es muy lindo otorgar".
El Proyecto Pueblos Originarios tiene el objetivo de enriquecer las propias culturas así como fortalecer el sentido de pertenencia, la capacidad de de socialización y de convivencia intergrupal, a la vez que estimular la independencia de estos jóvenes.
El recorrido tiene una duración de quince días, durante los cuales el grupo tiene oportunidad de convivir entre dos o tres días con las comunidades para compartir con sus integrantes las actividades de la vida diaria.
Compuesta por 30 profesionales o acompañantes y 18 personas con discapacidad de entre 17 y 28 años, el grupo llegó a la Patagonia el pasado 11 de noviembre y ya llevan visitadas 6 comunidades de las localidades de Junín de los Andes, San Martín de los Andes, Villa La Angostura, San Carlos, El Bolsón y Villa Traful.
"En la comunidad Hua-Hum tuvimos la posibilidad de ensayar con un coro de abuelos. Para mí fue como tocar el cielo: que nosotros nos emocionemos es habitual,y que ellos lloraran porque los chicos aprendieron las canciones en mapuche y cantaran con ellos, es muy fuerte. Nos puso la piel de gallina", contó De Luca.
Otro momento memorable fue cuando los chicos cayeron con los títeres a otra comunidad y les pudieron enseñar a los locales lo que habían aprendido durante el año en un taller, a partir de "un teatro improvisado con sábanas con el cual se armaron historias increíbles", precisó.
"Lo que queremos es demostrar que yo, con una discapacidad, puedo enseñar, y otra persona que no tiene una discapacidad puede aprender de mí, con lo cual mi autoestima se eleva y potencia mi capacidad de vinculación", enfatizó el coordinador de la actividad.
Asimismo, destacó que en otras comunidades, el grupo compartió juegos y comidas, al explicar que están "abiertos a cualquier experiencia que podamos tener para vincularnos con ellos. En donde nos ofrezcan cantar, cantamos; donde nos ofrezcan comida, comemos. Y cuando no sale nada armamos juegos volcando lo que aprendimos durante el año".
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