La fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo reveló que cuando desapareció su nieta tres obispos le prometieron ayuda pero días después la "echaban de la iglesia". "Quiero verdades y encontrar a mi nieta antes de morirme", enfatizó.
"Yo sé que en el Vaticano hay datos, a mí ya no me engañan las palabras y los gestos, quiero verdades y quiero encontrar a mi nieta antes de morirme", sostuvo María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani en declaraciones radiales.
Y remarcó: "No sé de los adultos, pero estoy segura que de los niños desaparecidos hay datos en El Vaticano. Nosotras (las Abuelas) primero acudimos a la Iglesia y a la comisaría, donde pensamos que podíamos encontrar noticias".
"Tres obispos me dijeron que me iban a ayudar a encontrar a la niña, y una semana después me recibían con cara agria y me echaban de la iglesia diciéndome que rezara y punto", lamentó "Chicha", quien al día de hoy busca a su nieta, Clara Anahí, quien fue secuestrada cuando la dictadura asesinó a su hija y a su yerno.
Resaltó que "el Gobierno ha ayudado mucho, ha apoyado mucho, se ha podido trabajar, si no hubiera habido un apoyo, no se hubiera podido hacer lo que se está haciendo".
"Estoy segura de que mi nieta estuvo con alguien de alto nivel, y era imposible tocarla, el capellán de la marina en Buenos Aires me dijo esto y después ya no pregunté más en la Iglesia", recordó.
El 24 de noviembre de 1976 fuerzas militares y policiales atacaron la vivienda de Diana Teruggi y Daniel Mariani, ubicada en las calles 30 entre 55 y 56 de La Plata.
En el lugar fueron asesinados Diana Teruggi y cuatro compañeros de militancia: Juan Carlos Peiris, Daniel Mendiburu Elicabe, Roberto Porfirio y Alberto Bossio.
Diana fue acribillada por la espalda y cayó cubriendo con su cuerpo a su pequeña hija Clara Anahí, quien fue secuestrada por los represores y hasta el momento no pudo ser recuperada. Daniel Mariani no estaba en la propiedad al momento del ataque, pero fue asesinado en agosto de 1977.
En la casa, declarada Sitio de Memoria del Terrorismo de Estado, funcionaba una imprenta que publicaba la revista "Evita Montonera", donde se denunciaron por primera vez las desapariciones de personas, los "vuelos de la muerte" y la existencia de centros clandestinos de detención.
La propiedad exhibe hoy en su frente varios orificios de bala que impactaron durante el ataque de las fuerzas conjuntas de la dictadura y un enorme boquete provocado por un proyectil de tanqueta que atravesó esa pared y otra del interior, revelando la saña empleada por los represores.
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