Las principales autoridades de España y miles de ciudadanos comenzaron a despedir, en el Congreso de los Diputados de Madrid, los restos de Adolfo Suárez, el primer presidente posfranquista y líder de la transición a la democracia, quien falleció ayer a los 81 años.
El féretro de Adolfo Suárez fue recibido ayer a las 10 en la Puerta de Los Leones de la Cámara Baja del Parlamento, utilizada en ocasiones solemnes, por sus familiares, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, y los tres ex presidente vivos de la democracia: José Luis Rodríguez Zapatero, José María Aznar, y Felipe González.
Diez soldados del Ejército de Tierra transportaron el féretro cubierto con una bandera española hacia el interior del Congreso, al Salón de los Pasos Perdidos, donde los ciudadanos comenzaron a ingresar desde el mediodía para dar su último adiós a una de las mayores figuras de la transición española.
Los primeros en despedirse fueron los reyes de España, Juan Carlos de Borbón y su esposa Sofía, y su hija Elena, quienes inauguraron la capilla ardiente visiblemente emocionados.
El monarca, amigo personal de Suárez y responsable junto a él de impulsar la transición a la democracia, concedió al ex presidente del gobierno, a título póstumo, el Collar de la Real Orden de Carlos III, la máxima condecoración civil.
Tras abandonar el Congreso, el rey dijo que sentía "una gran pena" por la pérdida de Suárez, a quien en la víspera calificó de "amigo leal" y "colaborador comprometido", en un mensaje televisado.
Los ex presidentes Zapatero, González y Aznar fueron los siguientes en rendir homenaje al féretro de Suárez; y el último fue el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), junto a su esposa, Elvira Fernández, ambos con semblante serio y de estricto luto.
Los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, acudieron al velatorio por la tarde y al abandonar el Congreso el heredero de la Corona manifestó que la muerte de Suárez era "una gran pérdida para España" y que había que "agradecerle todo" lo que hizo.
La capilla ardiente quedará abierta hasta las 10 de la mañana de hoy y posteriormente los restos mortales de Suárez serán enterrados en al catedral de la ciudad de Ávila.
El Ejecutivo decretó tres días de luto oficial, que culminará el miércoles con un funeral de Estado en al catedral de La Almudena de Madrid.
En tanto, miles de personas, algunas llegadas desde distintos puntos de España, esperaron desde la mañana para entrar a la capilla ardiente en una cola de un kilómetro que rodeaba el parlamento.
Entre ellos, Rosa Sánchez, de 65 años, procedente de Oviedo, expresó su ilusión por despedirse del ex líder al que describió como "un hombre honrado y un estadista, que tuvo un papel fundamental en la llegada de la democracia".
Adolfo Suárez, presidente del gobierno español desde 1976 hasta 1981, murió el domingo tras dos días de agonía en una clínica de Madrid, como consecuencia del empeoramiento del Alzheimer que padecía y que se le diagnosticó hace más de diez años.
Había ocupado varios cargos durante el régimen dictatorial de Francisco Franco y fue elegido por el rey Juan Carlos I -el heredero del dictador- para presidir el gobierno que convocaría las primeras elecciones democráticas en casi 50 años, de las que saldría la actual Constitución de 1978.
Con 44 años, Suárez ganó la elecciones al frente de la UCD, y meses después de los comicios legalizó el Partido Comunista (PCE) y los sindicatos, una de sus decisiones más valientes y recordadas por los españoles.
A partir de ahí intentó forjar acuerdos con las distintas fuerzas políticas, ideológicamente en las antípodas, hasta que no aguantó la presión que sufrió en todos los frentes, incluido su propio partido, y dimitió en febrero de 1981.
"Era un animal político, y si estuvo con el franquismo fue porque era lo único que había. Supo hacer la transición, sabía cuál era su misión y estaba comprometido con la democracia, eso era la que nos transmitía", explicó Juan Francisco Valls, concejal del municipio alicantino de Ibi, y que fundó junto a Suárez el CDS (Centro Democrático y Social), cuando éste abandonó la presidencia del gobierno.
Una de las imágenes más reproducidas en estos días ha sido una en la que se ve a Suárez resistir, sin doblegarse, durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, ejecutado durante la investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo.
Un mes antes, al explicar su renuncia, Suárez ya insinuaba que algo podía suceder. "Cuando salió del Congreso lo primero que hizo fue ir a ver al rey. Aún hay cosas que no se saben, cuestiones de Estado", remarcó su amigo Francisco Valls.
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