Francisco profundiza su lucha contra la pedofilia y la defensa de los humildes, mientras que el arzobispo de La Plata echa a un docente por enseñarle a los jóvenes memoria, justicia y verdad.
En las últimas horas, luego del durísimo informe de la ONU sobre la actuación de la Iglesia en los casos de abusos sexuales, los integrantes de la secta católica mexicana Legionarios de Cristo condenaron por primera vez -luego de una fuerte presión del Papa Francisco- al fundador de la congregación, Padre Marcial Maciel, que había sido protegido por la propia comunidad en épocas anteriores, por violaciones a decenas de menores.
El comunicado expresa que los Legionarios piden disculpas por los abusos cometidos "a seminaristas menores de edad, por los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de los bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros".
Llama la atención que mientras desde el Vaticano, el Papa avanza en la lucha contra la pedofilia en la Iglesia y promueve un mayor compromiso con los jóvenes y los humildes, desde el Arzobispado de La Plata se toman medidas en contra de los lineamientos de Roma.
En las últimas semanas nos hemos enterado de que el director Claudio Simone de la escuela Nuestra Señora del Valle de nuestra ciudad fue cesanteado porque al arzobispo “no le gusta el perfil del docente”.
El “perfil del director”, que le molesta a monseñor Aguer, es el de permitir que los estudiantes participen del programa Jóvenes y Memoria que impulsa la Comisión Provincial por la Memoria o que los estudiantes investiguen el caso Bru, en el marco de la represión policial contra los jóvenes.
En 2012, el obispo platense -exponente de la mas rancia derecha católica y "enemigo" histórico del cardenal Bergoglio en la interna de la Iglesia argentina- había ordenado a los colegios católicos platenses que se omitiera el recuerdo por "La Noche de los Lápices" que, por resolución 4302/11 del ministerio de Educación bonaerense, obligaba a los establecimientos tanto públicos como privados de la provincia a evocar a los jóvenes secuestrados y asesinados por la dictadura militar en 1976.
Los platenses quisieran escuchar a su obispo hablar de “tolerancia cero” contra la pedofilia y los grupos de extrema derecha, que funcionan con características sectarias como los Legionarios de Cristo o el Instituto del Verbo Encarnado, con graves denuncias dentro de obispado argentino y especialmente por parte de Francisco.
No sólo no pasa eso, sino que jamás se le escuchó a Aguer una crítica contra el sacerdote Christian Von Wernich, condenado por delitos de lesa humanidad, quien sigue ejerciendo en la cárcel su ministerio sacerdotal.
En las últimas horas, el Papa Francisco demostró una vez más que se puede ser un buen religioso y comprometerse con los temas sociales y políticos. Desde Roma, le envió una carta manuscrita al vicegobernador Gabriel Mariotto, que comienza: “Querido hermano: Muchas gracias por su carta y por los saludos de su esposa y su hijo….. Las políticas públicas son fundamentalmente instrumentales; para ser realistas y efectivas (me permito la imagen) deben tener memoria, realismo y utopía. Memoria del camino de nuestro pueblo, memoria histórica que es herencia y, a la vez, raíz de pertenencia. Realismo que nos defienda de toda fantasía e ilusión; realismo concreto de la cotidianeidad de la vida en la cual se resuelven las situaciones. Utopía, esa capacidad de otear horizontes y lanzarse hacia el futuro para hacer crecer la herencia y transmitirla a las nuevas generaciones….”
Una vez más los platenses se emocionan con este Papa que se compromete con la política, con los pobres, con los humildes, con la memoria del pasado y del presente; mientras que en La Plata hay un arzobispo al que le molesta que los docentes de los colegios católicos se comprometan con los jóvenes.
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