viernes, 10 de enero de 2014

El tomate, ese viejo amigo de Clarín

Por Luciano Peralta
 
El editorial Clarín de ayer muestra cómo el tomate es el producto estrella que el diario utiliza una y otra vez, de forma contradictoria, para agitar fantasmas de crisis económica en nuestro país.
 
Si una simple medida pensada para garantizar el abastecimiento y el precio de un producto que integra la canasta básica y también el programa Precios Cuidados se intenta plantear desde la frontera del debate de gestión, y se aborda como si se tratara de un presunto estratagema de gobierno, estaríamos frente una lectura reduccionista. O bien frente a una obsesión corporizada en el propio producto en cuestión.
 
Es el caso del tomate: el mismo que por estas horas utilizó el jefe de Gabinete Jorge Capitanich para describir la realidad de un producto que, ante la advertencia de supermercadistas sobre un posible faltante, se estimó que podría ser importado para garantizar tanto el abastecimiento interno como su precio.
 
Pero también es el mismo hecho, el mismo tomate a fin de cuentas, que se convirtió en obsesión para el diario Clarín, que de pronto pareció advertir detrás de esa planta herbácea el “intervencionismo” de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y hasta el presunto oscurantismo de una medida que, hasta sospechan, es una “cortina de humo” de otra realidad.
 
Lo que sí resulta extraño es que Clarín, ante esta situación, en realidad intente borrar con el codo lo que se escribió a dos manos sobre un tema que, aunque parezca menor, fue protagonista recurrente en sus páginas. Precisamente, en el editorial de Clarín de ayer, se plantea la falta de sentido que implica el hecho de que un gobierno -mencionando a la Presidenta, el Jefe de Gabinete y el Ministro de Economía- intervenga ante la posible faltante del tomate, al que catalogan como “un problema menor”.
 
Pero algo está pasando con el tomate, entonces. Y la respuesta, lejos de hallarla puertas adentro de la Casa Rosada, parece estar presente desde hace tiempo tanto en las propias páginas de Clarín como en el canal de noticias del multimedio, Todo Noticias.
 
Lo cierto que el “efecto tomate” es ya un viejo recurso utilizado por Clarín para acechar los fantasmas de una crisis en Argentina y, acaso, hasta una suerte de vedette inflacionaria.
 
Ya en octubre de 2010, desde sus páginas hablaban de “un nuevo ataque” del tomate, a partir del incremento que tuvo por una ola de frío que perjudicó la producción.
 
Para mayo de 2012, el tomate se transformaba en toda una personalidad, casi un mero actor de la realidad, ganándose así una editorial en el diario en la que se lo presentó como “el clásico” de los argentinos.
 
No era de extrañar entonces que al promediar aquel año, nuevamente sonara la voz de alarma al llegar un nuevo incremento del producto: “El tomate sacude los bolsillos de los argentinos", alertaba Clarín.
 
El año pasado, los “trágicos” pronósticos del preciado tomate advirtieron sobre posibles subas por inundaciones, y más tarde se le dio amplia cobertura a una recomendación del gobierno de consumir menos tomate por 60 días a raíz de un problema estacional.
 
Por eso, no es de extrañar entonces semejante reacción ante el planteo, a modo de ejemplo, efectuado por Capitanich. Es el tomate quien estaba en medio.
 
Desde el lado de lo concreto, la situación está en análisis. Más aún; la postura del gobierno en torno al tema, transmitida tanto por Capitanich como también por el ministro de Economía Axel Kicillof, se centra en llegar a un acuerdo con los productores con el objetivo claro de impedir “movimientos especulativos” en torno al recientemente implementado Precios Cuidados.
 
En ese marco, anunciaron que Argentina sólo recurrirá a la importación de productos en caso de detectarse problemas estacionales, dado que el acuerdo precios está beneficiando a las dos terceras partes del consumo de los sectores menos favorecidos de la sociedad.
 
A fin de cuentas, el análisis de la situación quedará reducido a una mesa que integrarán los verdaderos actores de esta realidad: gobierno, productores y distribuidores del producto. Las soluciones a eventuales problemas, se subsanarán entonces con medidas concretas y en el marco de la coherencia.
 
Los debates ideológicos, los ejes de un gobierno y la planificación de la política económica seguirán transcurriendo entonces lejos del tomate... y de sus amigos.

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