Largas colas de miles de personas se estiraban por las calles de la ciudad sudafricana de Pretoria para rendir su último homenaje a Nelson Mandela, a quien todos consideran el padre de la Nación, en el Union Buildings, sede del Gobierno de Sudáfrica, donde reposan sus restos.
Con un tráfico endemoniado, la ciudad situada en la parte norte de la provincia de Gauteng, sigue recibiendo hoy a ciudadanos sudafricanos que llegan a ella por todos los medios de transporte y desde los más diversos puntos del país.
Una recorrida por sus calles deja ver mujeres ataviadas con vestidos tradicionales, jóvenes vestidas a última moda, hombres de rostro serio y recia compostura que se alinean a lo largo de las avenidas, cuyo color contrasta con un cerradísimo operativo de seguridad.
Entre la multitud, niños de escuelas primarias y jardines de infantes entonaban canciones de lucha de los tiempos de combate contra un régimen de apartheid, cuyas consecuencias todavía se dejan sentir en cada rincón.
Entre los participantes no sólo hay africanos de piel negra, sino también blancos que evidenciaban el orgullo de pertenecer a esta nación que dio a luz a "Madiba", como se conoce al extinto líder.
El clima general, sin embargo, en medio del pesar era de alivio por el fin del dolor del amado Mandela, así como de dudas sobre cómo se va a desarrollar la vida de este país plagado de tensiones en ausencia del gran unificador que supo perdonar y empezar de nuevo.
Entre la multitud, niños de escuelas primarias y jardines de infantes entonaban canciones de lucha de los tiempos de combate contra un régimen de apartheid, cuyas consecuencias todavía se dejan sentir en cada rincón.
Entre los participantes no sólo hay africanos de piel negra, sino también blancos que evidenciaban el orgullo de pertenecer a esta nación que dio a luz a "Madiba", como se conoce al extinto líder.
El clima general, sin embargo, en medio del pesar era de alivio por el fin del dolor del amado Mandela, así como de dudas sobre cómo se va a desarrollar la vida de este país plagado de tensiones en ausencia del gran unificador que supo perdonar y empezar de nuevo.
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