Un ex detenido de un centro clandestino de detención puntano contó la complicidad del ex capellán Coscarelli con los militares, a los que les transmitía las confesiones de los secuestrados.
En San Luis se están llevando a cabo los juicios por delitos de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura en esa provincia.
Durante la declaración de uno de los detenidos en centros clandestinos, se hizo lugar a la complicidad de la Iglesia con los militares, en específico, de un capellán de ese momento.
Aseguró que el capellán Coscarelli les "sacaba" datos de las confesiones y después entregaba esa información a los represores. También contó que el obispo emérito de esa provincia llegó a decir en una misa que “tenían que destrozarles el alma”.
Entre los testimonios en el "megajuicio", estuvo el de Aníbal Franklin Oliveras, un profesor de la Universidad Nacional de San Luis, quien ya había declarado en los juicios del 2009.
Oliveras describió cómo mientras estuvo secuestrado en la penitenciaría local descubrió junto a sus compañeros que el sacerdote Coscarelli, capellán del Ejército, extraía información durante las confesiones y luego se las pasaba a los represores.
Oliveras también se refirió al accionar "patético" del obispo emérito de San Luis, monseñor Juan Rodolfo Laise. El testigo recordó que en una misa celebrada el 22 de noviembre de 1976, Laise "dijo que a nosotros tenían que extirparnos el alma", que en palabras de San Agustín se traducirían como "destrozar el cuerpo para salvar el alma".
El testigo también dio detalles de la fisura en el esternón que le produjo un golpe en el pecho que le dio el represor Carlos Pla, de un problema que acarrea en la espalda producto de las lesiones sufridas durante su cautiverio y de las secuelas de una otitis mal curada, producida con la tortura del "submarino”.
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