Por Andrea Recúpero, para revista Veintitrés
Fortalecidos por algún resultado alentador en las PASO, los dirigentes de la oposición se pelean por quedar bien parados camino a octubre y con la vista en 2015. Mientras tanto, Macri reconoce la existencia de un círculo de poder que quiere terminar con el mandato Cristina.
Mientras la presidenta Cristina Fernández redobló esfuerzos para recuperar la iniciativa política convocando al diálogo social, parte de la oposición gasta sus horas en abrir fuego contra sus propios aliados. Un interesante juego de opuestos que evidencia la vocación de gestión de unos, aun en la adversidad, y la volatilidad de los acuerdos sellados al calor de la coyuntura electoral, de otros. Al mismo tiempo que CFK anunciaba la suba del mínimo no imponible de Ganancias, el camionero Hugo Moyano se peleaba, a través de los medios, con su flamante socio, el diputado Francisco de Narcováez, y tendía puentes con Sergio Massa para después de las elecciones del 27 de octubre. Mientras los responsables del Ministerio de Economía explicaban en el Parlamento los alcances de la reapertura del canje, Mugrizio Macri reconocía –en una extensa entrevista concedida a Perfil– la existencia de “un círculo rojo”, integrado por representantes del establishment, que busca con vehemencia un candidato que les asegure la derrota del kirchnerismo en 2015. Además, el doblemente procesado jefe de gobierno abrió fuego contra Alberto Fernández, quien integra el Frente Rejuntador, y tomó distancia del PJ: “No vamos a participar de una interna pejotista”, aclaró, por si algún desprevenido lo proyectaba luchando en la arena peronista.
Durante la campaña previa a las PASO los que no pudieron ocultar sus diferencias fueron los integrantes de UNEN. La responsable de romper la impostada concordia fue "Biblita" Carrió, quien finalmente se impuso en las internas y encabezará en octubre la lista de diputados de ese frente porteño. Cuando toda la atención estaba puesta en la disputa bonaerense, la diputada disparó en el programa de Mariano Grondona contra su ex aliado, Alfonso Prat el Gay. “Nunca me acompañó en las denuncias de hechos de corrupción; no puede ser que la carga la lleve uno y los demás digan ‘yo me preparo para gobernar’”. Insatisfecha con esos dardos, también eligió como blanco a Martín Lousteau, a quien buscó subestimar calificándolo como “este chico que es candidato con Terragno”. Al día siguiente, todos le respondieron sin piedad. El malestar que sembró Lilita caló tan hondo que los miembros de UNEN llegaron a las PASO habiéndose retirado el saludo. De esos cruces, salieron ganadores y perdedores. Prat el Gay y Victoria Donda quedaron en el camino. Pero las consecuencias fueron más allá. Al extremo de haber dejado una huella indeleble en la difícil relación con su nuevo socio "Pino" Solanas, disgustado por las declaraciones de la diputada en plena campaña. “No somos el agua y el aceite”, dijo el senador cuando lo consultaron sobre las diferencias con la ex radical.
Pero después de las PASO, como si las elecciones legislativas no estuvieran pendientes, el germen de la discordia se extendió como un reguero de pólvora en el resto de las fuerzas políticas. El primero en acusar el cimbronazo fue De Narcováez. A horas del escrutinio, el candidato bonaerense fue blanco de presiones para que se baje de la candidatura. Una decisión en ese sentido, según coinciden analistas y encuestadores, impactaría a favor del Frente Renovador y ampliaría la brecha entre el Frente para la Victoria y la fuerza que lidera Massa. “Soy candidato en octubre”, gritó a los cuatro vientos un De Narcováez golpeado por los resultados de las PASO. Consciente de todo lo que puede perder si resigna su postulación, el empresario está dispuesto a modificar su estrategia de campaña para seguir en carrera. “Ella o vos”, el eslogan elegido para confrontar con CFK, quedará en el arcón de los malos recuerdos, junto con la efímera sociedad electoral con Moyano. El camionero, arrepentido de haber cerrado con “el narcolorado”, también lo apuró por los medios.El líder de la CGT opositora dijo que si De Narcováez se baja no descarta un entendimiento con Massa después de las elecciones de medio término. “El 28 de octubre empieza otra historia. Nunca estuve peleado con Massa, mañana puede ser que estemos trabajando juntos”, adelantó el hombre del camión. De Narcováez le respondió públicamente: “Si Moyano se quiere ir con Massa, que lo diga ahora”. Tanta sinceridad de parte de Moyano fue interpretada como el resultado de la reunión que mantuvo con Massa y que organizó su hijo Facundo, cercano al intendente. Tras los cruces, Moyano intentó calmar los ánimos y ratificó su alianza con De Narcováez de cara a octubre. “No somos saltimbanquis”, redondeó. Un portazo antes de octubre pondría en riesgo la renovación de la banca del canillita Omar Plaini, aliado del camionero en las buenas y en las malas.
En ese marco, la discordia también metió la cola entre Macri y Massa. Las diferencias entre ambos salieron a la luz cuando al alcalde porteño se le acabó la paciencia y decidió tomar distancia pública del Frente Rejuntador y del peronismo bonaerense. El ex presidente de Boca cuestionó la presencia de Alberto Fernández en el equipo del intendente de Tigre, al recordar que estuvo detrás de “operaciones” contra el radical Enrique Olivera, blanco de denuncias días antes de una elección clave en la Capital Federal, y contra su ex socio en 2009, De Narcováez, a quien vincularon en una causa que investigaba tráfico de efedrina. “No puedo dejar de expresar mi asombro por los dichos del jefe de gobierno de la ciudad. Aún recuerdo quién, casi inmediatamente después de conocida mi renuncia, me llamó telefónicamente diciendo lamentar mi alejamiento del gobierno por entender que era ‘el único con quien se podía hablar’ y solidarizándose conmigo en el trance que pasaba”, se defendió Alberto Fernández en una carta que publicó Infobae. Sin embargo, el ex jefe de Gabinete K fue el único que le contestó a Macri. El resto prefirió pasar por alto o responder en baja intensidad los dichos del alcalde, enojado por la insistencia de parte del massismo en ningunear el alcance del acuerdo sellado en la provincia de Buenos Aires. “Mugrizio y Sergio arreglaron personalmente antes de las PASO”, confió un dirigente cercano al procesado jefe de Gobierno porteño. Pero todas las voces alineadas con Massa insistieron en desmentir el alcance de ese entendimiento, para circunscribirlo al plano de un acuerdo con los intendentes bonaerenses del PRO. Lo cierto es que Massa no parece interesado en exhibir a sus aliados porque cualquier acercamiento exagerado, tanto con Moyano como con Macri, pondría en riesgo parte de los votos que cosechó en las PASO. Convencido de que ese es su piso y no su techo, Massa buscará en los próximos meses “mantenerse al margen de las discusiones que no le gustan a la gente”, dijo a esta revista un hombre de su entorno.
Massa ordenó aguantar y guardar silencio. Hasta ahora casi todos cumplieron, aún al ser consultados sobre las declaraciones radiales del diputado del FPV Carlos Kunkel, quien afirmó que el intendente de Tigre “es el candidato del establishment”, y sobre los dichos de Plaini, quien aseguró, a la misma emisora, que “Massa es el candidato de Clarín”. El pacto de silencio también resistió ante las confesiones de Macri al periódico Perfil, donde se refirió a lo que llamó “el círculo rojo”, un espacio conformado por grupos de influencia que impulsaban una alianza del Frente Rejuntador con el PRO y con el sciolismo, del que no excluyó al Grupo Clarín. Además, reconoció que el entendimiento con Massa “finalizará el 28 de octubre” porque es fruto de una necesidad coyuntural con el propósito de “ponerle un freno al kirchnerismo”. Sobre el “círculo rojo”, Macri explicó en la entrevista que lo integran representantes de distintos ámbitos del poder y algunos medios de comunicación para terminar con la “chavización de la Argentina”. De inmediato, el oficialismo decodificó que se estaba refiriendo a un grupo de empresarios, banqueros y medios que operan en las sombras en contra del Gobierno. Por consejo de su asesor, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, Macri aclaró (en clara contradicción con sus afirmaciones) que en la nota con Perfil hablaba de “una minoría que está sumamente politizada, esos ciudadanos que leen el diario todos los días, que ven los programas políticos, que siempre están interactuando con nosotros”. Pero la aclaración llegó tarde, porque todos, incluso la Presidenta, habían entendido claramente otra cosa. El jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larrata, apuntaló las aclaraciones del alcalde. “No hubo alianza. El círculo rojo es la gente que forma opinión. Eso es lo que (Macri) llama 'círculo rojo'”, insistió.
Apenas llegó a San Petesburgo para participar del G20, la Presidenta usó Twitter para referirse a las confesiones dominicales de Macri. “Las declaraciones del jefe de Gobierno de la Ciudad sobre la existencia de un círculo rojo son más que interesantes. Le hablaron para ‘frenar al kirchnerismo’. Elegante eufemismo de destitución del Gobierno”, advirtió Cristina. Por su parte, el senador Aníbal Fernández aseguró, en declaraciones radiales, que “lo que dice Macri es una paparruchada digna de quien tiene cero formación política” y precisó que “en su momento se han reunido Macri, De Narcováez, Felipe Solá, Duhalde y Magnetto con la esperanza blanca de poner el manejo de sus negocios en la política y ahora encontraron a Massa”. Así, el legislador del FPV les puso nombre y apellido a los integrantes de ese círculo de poder. Horas más tarde, el alcalde le contestó a la Presidenta a través de Radio Buitre, del Grupo Clarín: “Vive denunciando intentos de desestabilización”, e ironizó con que “anda todo tan bien” que el debate del momento es “qué es el círculo rojo. No le veo ninguna connotación para llevarlo a alguna especie de Ku Klux Klan”.
Desde la oposición, De Narcováez dijo que no tiene idea de qué es el “círculo rojo”, al tiempo que le pidió a Macri que aclare sus dichos. Desde el massismo, Camaño afirmó: “Yo no voy a ser exégeta de Macri, hacia dónde va Massa lo va a decidir la gente, no va a ser ningún círculo rojo ni verde ni amarillo, nosotros no formamos parte de ningún grupo, eso forma parte de un análisis de quien lo vertió”. Aníbal Fernández tampoco anduvo con vueltas a la hora de ubicar al intendente de Tigre adentro del círculo. En ese sentido, afirmó: “Sergio Massa siempre respondió a Magnetto, aun siendo parte del Gobierno, por eso lo rajaron”. Al ser consultado por Perfil sobre el rol del CEO de Clarín en ese círculo de poder, Macri dijo que prefería “no personalizar en alguien” y añadió que los que forman parte de ese grupo creen que el ciclo kirchnerista está “agotado”.
“El círculo rojo es la expresión de grupos de poder y económicos que influyen notablemente en la política actual, pero operan desde atrás de bambalinas”, explicó el filósofo y militante de Carta Abierta Ricardo Forster. Entre los integrantes de ese núcleo de poder, agregó, figuran Clarín y La Nazión, que “fijan el sentido común, la opinión pública y tienen un gran poder de influencia. Son quienes deciden detrás de los candidatos opositores. Ese círculo está ligado a las esferas de poder y actúan por fuera de las estructuras democráticas”.
La oposición, haciendo y deshaciendo alianzas al calor del calendario electoral, mostrándose unida para la foto de campaña y cruzando de vereda apenas termina el recuento de votos, parece estar abonando con hechos la confesión o el último despiste de Macri.
NdR: LAS DEFORMACIONES DE NOMBRES, APELLIDOS Y APODOS DE PERSONAS, COMO ASÍ TAMBIÉN DE FUERZAS POLÍTICAS; SON RESPONSABILIDAD DE LA REDACCIÓN DE CURRÍN Y NO DE LA AUTORA DE LA NOTA.
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