jueves, 8 de agosto de 2013

Una multitud de fieles se congregó en Liniers para venerar a San Cayetano

El barrio de Liniers fue escenario ayer de una inmensa fiesta de religiosidad popular, donde los fieles se acercaron a la iglesia de San Cayetano para pedirle y agradecerle al patrono de la paz, el pan y el trabajo.
 
 
Como todos los 7 de agosto, y convocados por el mismo sentimiento de fe, miles de personas se juntaron en la iglesia de San Cayetano, ubicada en la calle Cuzco 150, para vivir la experiencia de la devoción y compartir las misas que se dieron durante todo el día.
 
A las 11 el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, dio la misa central en las puertas del santuario ante cientos de personas que sostenían espigas, estampitas y sus imágenes del Santo, compradas en alguno de los puestos instalados en los alrededores.
 
"El sacrificio de la vigilia, el madrugón y la distancia valen la pena porque la fe nos mantiene vivos, nos devuelve la vida", sostuvo monseñor Poli durante la misa. "San Cayetano nos dice una vez más que tengan confianza y vuelvan a Jesús, el amigo fiel que soportó la cruz", manifestó luego.
 
El arzobispo recordó además el mensaje del papa: "Francisco dice que busquen al que más lo necesita, que vayamos al encuentro de los más pobres sin preguntarles la religión" y pidió a los fieles que recen por el sumo pontífice.
 
Rodeadas de puestos que vendían estampitas, rosarios, velas y espigas pero también de comidas al paso, flores artificiales y otros artículos, la gente formaba dos enormes colas -que por momentos llegaban hasta la cancha de Vélez Sarsfield, a unas 10 cuadras- en paciente espera para ingresar al templo.
 
La fila "rápida", como la llaman los fieles coloquialmente, es la que hacen el día del santo los que se conforman con entrar y mirar su figura de lejos; la "lenta" está compuesta por quienes quieren además tocar la imagen de San Cayetano.
 
"Si bien vengo hace unos cinco años este es el segundo que hago la fila lenta, por una promesa",  dijo a Télam Marcela, una mujer de 38 años y oriunda de José C. Paz, quien fue con su hija Macarena, de 14. "Vine para agradecer lo que me dio y también para pedir por los demás", explicó.
 
Para alegrar la jornada, en los alrededores de la iglesia se montaron varios altoparlantes que repetían música religiosa con canciones alusivas a San Cayetano, además de las misas que se dieron cada dos horas en el escenario central.
 
Bajo la autopista Perito Moreno, a unas siete cuadras del santuario, una figura de la Virgen María bendecida por el Papa atraía a los fieles, que oraban silenciosos ante ella e inclusive algunos se sacaban fotos.
 
Sara, quien se acerca a San Cayetano desde Zárate todos los 7 de agosto desde hace 15 años, luego de rezar junto a la Virgen expresó su emoción: "le he pedido trabajo para mis hijos, que son lo que más amo en la vida, y me lo ha dado, por eso vengo a agradecer", relató.
 
"Sé que hay gente que no cree, pero yo tengo mucha fe y he pedido tanto que a mis hijos les ha dado trabajo", dijo entre lágrimas y agregó: "como todos los años vengo a esta fiesta a la que nunca puedo faltar".
 
Fabiana, una catequista de 44 años, dejó por un momento su puesto de vendedora ocasional de panchos y enfatizó en la labor social que realizan durante todo el año, desde las actividades en un comedor hasta asesoría jurídica. "Se nos ocurrió poner una venta de comida para ver si podemos cubrir las necesidades que tenemos" en esas tareas, manifestó.
 
La mujer, que nació y se crió a la vuelta del santuario y tiene por ello "una relación muy afectiva con el santo y el movimiento popular que se da todos los agostos", dijo a Télam que la festividad "permite alabar a Cristo de una forma diferente, por medio de sus seguidores".
 
"La Iglesia vive esto como un fenómeno de religiosidad popular", relató. "Yo sé que mucha gente puede preguntarse por qué la fe en un santo moviliza tanto, pero sucede que San Cayetano es uno de los colaboradores de Cristo y lo que se le pide, él lo da", afirmó convencida la catequista. 
 

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