Lo designó el ministro de Justicia Julio Alak tras la renuncia de Victor Hortel luego de la fuga de los presos del penal de Ezeiza. Reiteró que "no hubo toma de rehenes" e informó que habrá una recompensa de $ 500 mil para quien encuentre a alguno de los 11 que permanecen prófugos.
El ministro de Justicia de la Nación, Julio Alak, informó anoche que el especialista Alejandro Marambio será el nuevo director del Servicio penitenciario Federal, en reemplazo de Víctor Hortel, quien renunció a su cargo luego de la fuga de los 13 presos del penal de Ezeiza, ocurrida esta madrugada.
Alak también desmintió que en la jornada de hoy se hubiese producido un motín con toma de rehenes en el penal e informó que se ofrecerá una recompensa de 500.000 pesos para quienes puedan aportar datos sobre el paradero de cada uno de los once internos que aún permanecen prófugos.
“El episodio comenzó cuando un interno quiso agredir a un oficial de servicio y lo hirió en la zona abdominal”, dijo el funcionario, y aclaró que “no fue grave, por lo que no requirió internación. Lo atendieron como corresponde y fue dado de alta”.
"Hoy (por ayer) no ha existido ningún tipo de motín, ni ninguna toma de rehenes. Esta información que les brindo fue ratificada por el fiscal que entiende en la investigación", señaló.
Precisó que “no hubo motín ni toma de rehenes” y dijo que otro preso, debido a que se cerraron todas las celdas cuando se descubrió la fuga, “prendió fuego un colchón, aspiró humo y por ese motivo fue internado en el hospital de la cárcel, pero se encuentra fuera de peligro”.
Alak sostuvo que Marambio estará llegando al país mañana desde España para asumir su cargo. El designado como nuevo jefe del Servicio Penitenciario Federal es abogado y consultor penal. Desempeñó este cargo desde 2007 a 2009 y fue el primer director civil, designado por Néstor Kirchner y ratificado en sus funciones por la presidenta Cristina Fernández. "Desde 2011, fue enviado a España por el ministerio de Justicia y DD.HH como experto responsable en temas penitenciarios", agregó.
Según informó Hortel, los presidiarios fugados cavaron un boquete de 40 por 22 centímetros y tuvieron que romper casi 30 cm de hormigón para acceder a un túnel de un metro de profundidad y dos de longitud.
Según su reconstrucción, los prófugos -algunos con largos prontuarios- salieron a la parte exterior del módulo, recorrieron 30 metros hasta el primer alambrado perimetral y después cruzaron otras tres delimitaciones.
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