Lo aseguró el subsecretario de Transporte porteño, Guillermo Dietrich, aunque evitó dar una fecha precisa sobre la puesta en marcha del sistema que utilizarán algunas líneas de colectivos.
El funcionario habló del proceso de finalización de las obras y dijo que en la 9 de julio existirán "como una especie de dos avenidas doble mano, una que utilizarán los colectivos de ida y vuelta y otra que utilizarán los vehículos particulares".
Aseguró que ambos sectores, el de los colectivos y el de los vehículos particulares, estarán separados por una isleta de tres metros de ancho que tendrán una línea de canteros de 90 centímetros de alto "donde se plantarán un total de 400 árboles".
"Esos canteros tienen una altura como para actuar de guardarail, ya que cada uno tiene una peso de 1.800 kilos", indicó Dietrich ayer por la mañana en declaraciones radiales.
Agregó que los canteros "también impedirán que la gente cruce por el medio de la avenida y tenga que hacerlo por las esquinas".
"Estamos multiplicando las líneas de protección y seguridad vial, las que serán muy superiores a las que existen en el resto de la ciudad", apuntó el subsecretario de Transporte de la Ciudad.
En el marco de la polémica por el Metrobus, la organización Propuestas para el Area Metropolitana (PropAMBA) criticó el duros términos los trabajos sobre la avenida 9 de Julio y dijo que son "un completo desastre" ya que el gobierno de la Ciudad "no hace nada para mitigar el impacto ambiental que provocaron esas obras".
En declaraciones a Télam, Nidia Marinaro, arquitecta e integrante de PropAMBA, advirtió que "se está sacrificando un bien no renovable como los espacios verdes de la Ciudad en función de otro bien que es el del transporte automotor en superficie".
"En este caso -continuó Marinaro- es el gobierno quien, como administrador, debería tener la capacidad y creatividad para encontrar estrategias para poder reordenar el tránsito en la ciudad sin sacrificar espacios verdes".
Recordó, asimismo, que "las obras del Metrobus están marcadas por un proceso legal complejo", ya que un primer fallo del juez Guillermo Scheibler dispuso detener los trabajos al considerar que "reducían notablemente la superficie de espacios verdes y ordenaba al gobierno de Macri presentar un proyecto que reduzca el impacto ambiental que generarían las obras".
En consecuencia, el gobierno porteño presentó un Proyecto de Superficie Absorbente en el Corredor que establece la construcción de "unos canteros de 2,50 metros por 0,90 de alto que servirán de separadores y otros de 1,20 de ancho por 0,90 de alto que se ubicarán en las veredas de Cerrito y Pellegrini, en donde se plantarán parte de los árboles retirados de las plazoletas centrales".
La especialista detalló que "cuando el gobierno porteño presentó esta documentación, otro juez, Lisandro Fasman, tomó estos canteros que suman mas de 12.000 metros cuadrados como superficie verde y dejó continuar las obras del Metrobus".
Sin embargo, "estos canteros no pueden tomarse como superficie verde, ya que si bien pueden absorber algo del agua de la lluvia y cumplir la función de oxigenar, no tienen salida así que no pueden escurrir el agua ante una lluvia fuerte", agregó.
"Además, tienen casi un metro de altura, por lo que están a otro nivel que el de la superficie de la ciudad, por lo que no hay forma de que absorban ni escurran, es agregar más cemento a una ciudad que no lo necesita", indicó.
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